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«¡Míster, una foto!», le piden a cada paso a Ángel Viadero sus nuevos vecinos en la ciudad de Tetuán. El santanderino se defiende con un diccionario más que abreviado de 'dariya', la lengua local, mientras recorre la 'paloma blanca', como llamaron ... a la ciudad los primeros visitantes porque La Medina, ese casco antiguo con forma de intrincado laberinto, se extiende sobre dos colinas contiguas y su huella de cal recuerda las alas extendidas del ave de la paz. El antiguo entrenador del Racing lo es ahora del flamante líder de la Botola Pro, la primera división de Marruecos, y el Moghreb Athletic Tetouan -el 'MAT', popularmente- es la revelación de la temporada. Un club que el año pasado luchó hasta última hora por mantener la categoría y esta temporada, en un inicio fulgurante, ha encadenado cinco victorias consecutivas.
Imbatido en Liga, esta noche reanuda las competiciones tras un parón de tres semanas por los partidos de la selección. Y lo hará con una cita importante, los cuartos de final de la Copa del Trono, el equivalente a nuestra Copa del Rey, un torneo que el MAT no tiene en sus vitrinas y que trae en vilo a los aficionados locales. «Inshalá» -'si Dios quiere', en árabe, el equivalente a nuestro 'ojalá'- es la palabra de moda en todas las conversaciones futboleras.
Si para la hinchada rojiblanca -el Atlético Tetuán, que jugó en la Liga española y llegó a Segunda División, comparte colores con su homólogo madrileño- el rendimiento del equipo ha sido una grata sorpresa, ni el mismo entrenador santanderino hubiera imaginado jamás que iba a pasar de las calles del barrio de Tetuán, donde pasó su infancia, a instalarse en la capital del antiguo Protectorado. En la ciudad, la huella española es palpable, tanto que incluso se comparte la afición por el juego de toque y un alto nivel de exigencia, por lo que la llegada de un entrenador desconocido despertó ciertas reticencias entre la prensa local. «Aquí, la victoria en la Liga se celebra con tres días enteros de fiesta», precisa Laura Martínez, una tinerfeña que se enamoró de Tetuán y mantiene la web Tetuania.com.
Inicio sorprendente
Tres meses más tarde, todo se han vuelto elogios. Sobre todo, al trabajo del cuerpo técnico. Viadero llegó a la ciudad africana de la mano de Juan Pedro Benalí, un entrenador español curtido en la aventura internacional -ha trabajado ya en nueve países diferentes- que aterrizó este verano como director deportivo del MAT.
Técnico racinguista en la primera etapa de Miguel Ángel Portugal, por aquel entonces el de Puertochico despuntó en el filial y Benalí lo apuntó en su agenda. Un tipo a seguir. Una década más tarde, le sorprendió encontrarle sin equipo. Y fue a por él. No resultaría fácil, sin embargo. Desencantado tras su paso por el primer equipo racinguista, Viadero había declinado ya varias ofertas importantes. Seguía teniendo buen cartel, pero se resistía a abandonar su tierruca, apegado de nuevo tras una década de recorrer el norte: Ponferrada, Burgos, Sestao... La otra orilla del Mediterráneo, una Liga desconocida y otra cultura completamente diferente se hacían muy lejanas para un hombre de gustos sencillos al que cuesta sacar de Cuchía, el pequeño pueblo donde reside con su familia. Pero Benalí es un gestor con recursos, y a su oferta mareante añadió una invitación para conocer el club de primera mano, antes de tomar ninguna decisión.
Giro positivo
Nadie sabe qué vio Viadero en un club en plena reconstrucción, y mucho menos en una plantilla que a primera vista prometía bastante poco: Benalí había 'rescatado' a jugadores que no eran indiscutibles en sus equipos de la Botola Pro. Pero el verdadero talento está en no quedarse en las apariencias y poder vislumbrar las posibilidades reales. A principios de agosto, Viadero firmaba por una temporada; entre sus condiciones, la más innegociable era su hombre de confianza: Adolfo Mayordomo. El preparador físico que había puesto en órbita a su Racing, el del récord de puntos en Segunda B. Los dos tenían por delante toda una aventura. La primeras dificultades serían las esperadas; con el rigor como bandera, Viadero y Mayordomo cambiaron rutinas y modernizaron instalaciones, pero el trabajo más importante se realiza en la cabeza de los jugadores, y a excepción del antiguo 'cachorro' de Lezama Martín Bengoa, nadie en el equipo hablaba castellano, por lo que se incorporaron al cuerpo técnico Jamal y Muhammed, dos entrenadores bilingües. Entre todos tratarían de mentalizar al equipo con las claves del sistema Viadero: inteligencia táctica y rapidez mental.
El 1 de septiembre llegaría la primera prueba con fuego real: dieciseisavos de Copa. En casa y a partido único, se ganó por la mínima, pero el rival apenas llegó al área rojiblanca; además, el MAT no pasaba de primera ronda desde hacía diez años, lo que magnificó el debut. Dos semanas más tarde, abrían la Liga en casa frente al FAR Rabat, su más enconado rival por la permanencia la temporada anterior. Un temprano gol del poderoso extremo Sissoko encarriló el partido, cuyo marcador redondeó el ariete Ouardi en la segunda parte. De nuevo, el rigor táctico del Tetouan había sorprendido un rival mucho más anárquico.
Inicio fulgurante
La receta se repetiría también a domicilio, con los mismos goleadores y casi en los mismos minutos. Cero a dos frente al Raja Béni Mellal. Si a 'La Hípica', el antiguo hipódromo español -oficialmente, Estadio Saniat Rmel- solían acudir muchos más de los diez mil espectadores que marca su aforo, para la siguiente ronda copera no cabía un alma. Enfrente, un rival de segunda, el Racing de Casablanca, que estuvo a remolque todo el partido, pero igualó el tempranero gol de Toni hacia el minuto ochenta. El propio extremo tuvo un penalti en la prórroga, pero hubo que sufrir en la tanda desde los once metros. Daba igual: la euforia se desbordó, como si la tensión hubiera multiplicado las emociones. Se cerraba septiembre contra el campeón de la segunda, el Khemis Zemamra, un equipo muy armado al que no se doblegaría hasta el minuto 77, con gol de Bellaaroussi. La prensa que había cuestionado a Viadero a su llegada se deshacía entonces en elogios. Y los jugadores, desahuciados en sus anteriores equipos, habían recuperado la mentalidad ganadora y la rabia necesaria para demostrar su auténtica valía. Como guinda del pastel, el capitán, Saidi, sería convocado por la selección.
Tras las competiciones internacionales, esta noche sonarán de nuevo los tambores del MAT; la tercera ronda copera tiene el aliciente de que los grandes rivales, Wyad y Raja, se han quedado por el camino. Si superan al Rapide Oued Zem, el camino hacia la final está más despejado que nunca.
Desde el Tetuán santanderino, y el resto de Cantabria, muchas miradas estarán pendientes de lo que suceda en La Hípica. Sobre todo, porque se retransmite en abierto a través de internet -snrtlive.ma, canal 3-, a partir de las ocho, hora española. Licencia para soñar, en especial en 'dariya'.
Viadero ha recuperado la ilusión en esta nueva aventura
–Cinco partidos, cinco victorias, invicto e imbatido en Liga y en cuartos de Copa.
–¡Ni en los mejores sueños!
–Le acompaña en esta aventura Adolfo Mayordomo.
–Fue condición sine qua non. Siempre tuve claro que tenía que venir con alguien, y con quién. De hecho, fue mi primera llamada.
–Ni un solo gol encajado en Liga. ¿La buena fortuna viene sola o hay que buscarla con ahínco?
–El trabajo es clave, pero también necesitas suerte. Lo más importante es que el equipo tiene una identidad reconocible y que los jugadores se han adaptado bien a ella.
–¿El Atlético Tetuán tiene ya ese sello Viadero de todos sus equipos?
–Creo que sí, y que lo hemos conseguido bastante rápido. Lo noto hasta en las miradas de los jugadores.
–¿Qué le pide a sus equipos?
–Control e inteligencia para saber lo que pasa en el campo. La experiencia me ha enseñado que la receta es diferente para cada equipo.
–¿Y los que le acusan de 'amarrategui'?
–Más bien, completo. El control te permite identificar lo que está sucediendo en el partido y aprovechar las oportunidades.
–¿En qué sentido?
–Un córner en contra, por ejemplo, hay que defenderlo bien, pero también puede ser una oportunidad de gol. Te deja un espacio libre de ochenta metros a la espalda de los rivales.
–Viene de una larga temporada lejos de los banquillos. ¿Fue una decisión personal?
–Sí. Tuve muchas opciones, pero no me sentía preparado.
–¿Por su salida del Racing?
–Fue casi como perder un gran amor. Dirigir al Racing era un sueño, y la razón por la que empecé a entrenar.
–¿Le ha sentado bien el descanso?
–Llevaba como profesional casi dieciocho años, sin parar jamás. Lo necesitaba.
–¿Y ahora?
–Aquí me he vuelto a sentir entrenador.
–Ha llegado a la primera división de una de las ligas más poderosas de África.
–En este continente también se juega al fútbol. Y mucho, por cierto.
–Y además le han recibido con los brazos abiertos.
–El futbolista español es muy valorado fuera, y también el entrenador. Es parecido a lo que les ocurría antes a los argentinos o brasileños. Aportamos cosas diferentes.
–En cualquier caso, el juego parece algo diferente al que se estila ahora mismo en España…
–Lo es; en Marruecos hay muy buenos futbolistas a nivel físico y técnico. Aquí se juega mucho en la calle, y a todas horas del día, y hasta de la noche, hay gente jugando. Me recuerda mi infancia en el barrio de Tetuán, cuando poníamos dos piedras para hacer las porterías.
–¿Los jugadores son también diferentes?
–Desde luego. Muy receptivos, con ganas de aprender. Aquí tiene más peso el entrenador que en España, donde se busca más el liderazgo de vestuario; en esta Liga, en cambio, podemos trabajar más en la táctica.
–¿Hasta dónde podría llegar su equipo?
–Veo tanta ilusión… En una de las charlas de vestuario, el capitán del equipo dijo: 'Nos hemos ganado una oportunidad'. Creo que no hace falta que añada nada más.
–Si ganan hoy, tendrían a tiro la final de Copa…
–Y la oportunidad de seguir líderes una semana más.
–¿Hablan de ello en la caseta?
–Tampoco lo voy a negar…
–¿Hay plantilla para soñar?
–Estoy convencido de que sí. A día de hoy, no cambiaría lo que tengo.
–En un plano más personal, enfrentarse a una cultura y lengua diferentes es un reto…
–Hace falta valentía y tener la mente muy limpia.
–¿Es tan fiero el león del Atlas como lo pintan?
–A veces impone y otras parece un cachorrito. Pero esto es una maravilla, un país lleno de contrastes y un desafío continuo. Dificultades hubo, pero lo importante es sobreponerse.
–¿Prueba superada, entonces?
–Y tanto… Ahora ya no me asustaría entrenar en cualquier lugar del mundo.
–Aunque en pocos lugares viven el fútbol como aquí…
–Dos horas antes ya están todos en el estadio, y no dejan de animar hasta el final. A veces, incluso parece que se fueran a venir abajo las gradas. Hay que verlo.
–Por la calle le paran a cada paso y todo el mundo quiere una foto con el míster del MAT… ¿se agradece o puede ser demasiada presión?
–Se agradece, y mucho. La gente es muy respetuosa, y a diferencia de otras aficiones que he conocido, la es muy joven. Y te vienen con muchísimo respeto. Son muy hospitalarios, como en el país en general.
–Está más delgado… ¿No le dan bien de comer?
–Como bien, pero mucho más sano. Casi no como grasas, y aquí hay un pescado extraordinario, así que uno se cuida más que en España. Estoy redescubriendo los sabores, los que recuerdo de cuando era niño: las almejas, la fruta…
–¿Qué echa de menos de casa?
–Si viera un cocido montañés, igual me entraban ganas de llorar. Pero la parte más negativa no tiene que ver con la gastronomía. Son las personas. Llegar a casa y que no estén mi mujer y mi hija, no tener ahí a mis amigos, la familia…
–Claro, es que usted es incondicional de Cuchía…
–Sí, a mí me gusta la vida de pueblo: mis partiditas de flor, caminar por la costa, salir a pescar…
–Bueno, cuentan que eso aquí tampoco lo hace mal.
–Empiezo a hacer mis pinitos. Es un mar diferente, pero algo pescamos. Poco a poco.
–Con el rabillo del ojo seguirá pendiente de lo que ocurre en su antiguo banquillo.
–Aquí se sigue mucho la Liga española. Desde la lejanía empujamos, deseando que gane. El arranque no ha sido el que nos gustaría, pero la ventaja de la Segunda es que es muy larga y en unas semanas puede cambiar el panorama. De momento, confianza.
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