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Aser Falagán
Santander
Jueves, 28 de junio 2018, 07:08
Los toreros de Torrelavega viajan de Krasnodar a San Petersburgo. El título podría responder a una experiencia lisérgica o canción psicotrópica de la Movida, pero la realidad es mucho más sana y amable, aunque igual de festiva. Responde al grupo de cántabros, la mayor parte de ellos torrelaveguenses, para más señas, que siguen a La Roja en Rusia. Y se hacen notar. Vaya si se hacen notar. Vestidos de toreros, con pelucas y banderas. Ya han estado siguiendo a España en Krasnodar y ahora tienen previsto hacer lo propio en San Petersburgo. Es todo un ritual que comenzó en 2004, cuando un grupo de familiares y amigos se lanzaron a seguir a España en la Eurocopa 2004 en Portugal. Le cogieron gusto y desde entonces no han parado.
Son ocho. También fueron alguno menos y alguno más. Y viajan todos juntos, siempre por carretera, siempre haciendo del camino parte de la experiencia. Y en su caso una parte muy significativa. «A mí no me gusta el fútbol, pero sí la fiesta. Mi hermano es muy aficionado y algunos de los que viajan con nosotros verdaderos forofos», explica Nano de la Gándara, del Restaurante Los Elefantes, uno de los cabezas de la expedición. «Cuando acaba la Eurocopa ya empieza a preparar el Mundial, y cuando acaba el Mundial otra Eurocopa», se ufana.
El día 19 salieron de Torrelavega a Orleans. 909 kilómetros en nueve horas en la misma furgoneta que les iba a llevar a Rusia. De ahí a Darmstadt, Leipzig y Poznan, hasta llegar el día 23 a Kaliningrado. Y después, de partido en partido con muy pocas posibilidades de pasar inadvertidos.
Al menos cuatro o cinco horas diarias de viaje -cuando no más- no les han quitado las ganas ni de disfrutar del Mundial ni de conocer Rusia y el resto de países por los que han pasado, también con visita a Sochi incluida. El martes hicieron noche en Riga antes de salir hacia la ciudad del Palacio de Invierno, donde prepararan otra pequeña revolución el domingo, cuando España se mida a Rusia en inferioridad manifiesta, en lo que a efectivos en la grada se refiere.
«Lo peor del viaje es cruzar las fronteras; las hemos cruzado dos veces y una de ellas estuvimos hora y media de espera, y hoy más de dos horas», comenta Nano de la Pinta. Su hermano Tino busca la vertiente más positiva: «El viaje lo estamos disfrutando mucho, muchos cánticos. Nos encontramos con otros aficionados que ya nos conocen de otros años, muy buen rollo, no hemos tenido ningún problema ni con los aficionados marroquíes, estamos viendo ciudades muy bonitas y, como dice mi hermano, el fútbol es la excusa para viajar y conocer mundo y culturas».
Ellos dos son los que hablan; los portavoces, porque un tercer hermano, Julio -en total son cinco-, hace las veces de chófer. Inasequible al desaliento, afronta las jornadas maratonianas. De sol a sol al volante. Si España gana el domingo -no hay rival pequeño- calculan que tendrán que hacer unos 12.000 kilómetros. No les importa. Fútbol es fútbol. El partido de cuartos merece la pena, independientemente de quién sea el rival. Al fin y al cabo, el fútbol es así.
Pero a cambio de tantas horas de chófer, Julio tiene otras recompensas. Paco y Pedro se encargan de la comida y logística, Míchel coordina el GPS y la rutas, y Tino, los hoteles y restaurantes. De modo que llega a mesa puesta y cama hecha. Y por el camino tampoco le va mal: «Álvaro y Miguel se encargan del avituallamiento; que no falten vino ni orujo. Hemos traído cuatro cubas de vino y dos cajas de orujo de Potes, y yo me encargo de la comunicación, fotos y vídeos», explica Nano. Y es que en su labor de portavoz es también el encargado de la relación con los medios. Trabajo en equipo.
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