Un punto que invita al optimismo

Un punto puede parecer poco premio, pero todo es según como se mire. Y teniendo en cuenta que en el último cuarto de hora del partido

Por el motivo que fuese –mala puntería, unas veces, paradas de Álex, otras– no lo consiguió, lo que deja a la Gimnástica, al final de la primera vuelta, en una situación incómoda –en posición de promocionar para evitar el descenso –, pero no desesperada.

En la primera media hora la igualdad fue la nota dominante. Los torrelaveguenses, que últimamente se sienten cómodos dejándole la posesión al rival, permitieron que el Calahorra llevase la iniciativa. No se trata de un gesto de debilidad. No es una renuncia al protagonismo derivado de falta de destreza o ambición, sino un modo de encarar los partidos que le proporciona confianza y que además tampoco supone una negación del juego de ataque. No es más que una de las muchas formas que hay de afrontar un encuentro, derivada del conocimiento de las propias capacidades, de las condiciones del oponente y las circunstancias del juego. Asentado con firmeza sobre esos cimientos, el equipo blanquiazul apenas dispuso de ocasiones en todo el primer tiempo, pero tampoco pasó apuros atrás. Parece que el técnico asturiano ha apostado por el desgaste como sistema para derribar defensas, una táctica tan vieja como el propio fútbol, quizás poco vistosa, pero efectiva en lineas generales. Una manera de jugar que no emociona a quienes aman la posesión, el toque, el virtuosismo y el juego preciosista, pero que resulta eficaz si lo que se busca en primer lugar es no encajar y construir a partir de ahí.

La Gimnástica plantea sus partidos a partir de esta premisa:

Hasta el descanso apenas hubo ocasiones de gol en ninguna de las porterías. La Gimnástica neutralizó a su oponente anulándose a si misma y salvo un remate de Rubén Palazuelos en el ecuador del primer acto apenas inquietó a la defensa rival. Llegó varias veces al área con peligro, pero

En un partido tan frío como la propia tarde, el conjunto de Torrelavega cumplió con su propio guión en la primera parte. Se retiró a vestuarios sin daños, sin fisuras en su juego quizás carente de encanto e imaginación, pero sobrio y eficaz. Ya tendría tiempo en la segunda parte de dar un paso adelante, marcar y llevarse el partido. Ese, al menos, parecía el plan.

En ocasiones las cosas suceden tal y como uno las desea. Ocurre pocas veces, ya que lo usual es que el azar o las circunstancias dicten y ejecuten sus propias normas, pero de cuando en cuando pasa. Así,

La Gimnástica ya tenía lo que buscaba. De ahora en adelante, pese a que todavía quedaba un mundo, restaba aguantar y controlar. Pero como en el fútbol juegan dos y los rojillos no estaban de acuerdo con ese planteamiento de vida, se fueron arriba y fruto de su voluntad llegó, menos de diez minutos más tarde, el tanto del empate. Lo logró Ubis, quien, tras recibir un buen pase al hueco, definió a la perfección. Poco le duró la alegría a los blanquiazules, que regresaban, en apenas un suspiro, a la casilla de inicio.

Y vuelta a empezar, pero esta vez con menos tiempo por delante. Apenas media hora para hacer otro gol, o al menos para no encajar un segundo, como mal menor. Lago movió banquillo y en menos de un cuarto de hora introdujo los tres cambios –Primo, Rozas y Salas–, en una apuesta más que evidente por el ataque. Sin descuidar la retaguardia, de lo que se trataba era de mostrarse ambiciosos y pelear por los tres puntos. Sin embargo el partido siguió por una senda diferente y a punto estuvo el Calahorra de marcar el segundo y dejar helados a los aficionados de El Malecón. Por fortuna, Auzmendi, desde la frontal del área, estrelló el balón en la base del poste. Hubiera sido un golpe demasiado duro, definitivo. Tal y como se estaba poniendo el partido, con un rival cada vez más crecido y seguro de sí,

Los jugadores gimnásticos llegaron el tramo final del encuentro en una situación de franca alerta, con más ganas de terminar que otra cosa. El tanto del empate les había hecho daño real, les había caído encima como una lápida, dejándolos sin ideas y sin energía. Lo mejor en esos casos, como así sucedió, era que llegase el final.

La Gimnástica quiere empezar el año como lo terminó, con una victoria. El mejor regalo de Reyes sería, sin duda, ganarle al Calahorra en El Malecón (17.00 horas) y así cerrar una primera vuelta que ha tenido más sombras que luces, con ese coqueteo ... constante con el descenso que tantos quebraderos de cabeza ha dado a los torrelaveguenses. La plantilla blanquiazul, que se fue de vacaciones con la moral alta tras ganarle al Sporting B en su campo de Mareo y fuera de los puestos de descenso directo (16º con 16 puntos), ha regresado al trabajo con energías renovadas, ganas de remontar posiciones en la clasificación y sumar bastantes más puntos en la segunda vuelta. Y como todo camino empieza con un paso, lo primero que debe hacer es derrotar a su rival de esta tarde, equipo al que ya conoce porque fue el que lo eliminó en la tanda de penaltis de la Copa del Rey en el encuentro disputado en La Planilla a principios de septiembre.

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• Real Sociedad Gimnástica de Torrelavega