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La ilusión desborda el Besaya

La ilusión desborda el Besaya

Especial: Arranca la temporada ·

La Gimnástica afronta el regreso a Segunda B con una plantilla construida para la permanencia. Varios cántabros en la diáspora han reforzado este verano las filas blanquiazules, como ya sucedió el año pasado

Adela Sanz

Torrelavega

Jueves, 23 de agosto 2018

La Gimnástica está de vuelta. Al fin. Cinco años de exilio en Tercera División, un purgatorio que se tornó infierno por las deudas acumuladas y que ha terminado con una sensación liberadora con el regreso a Segunda División B. Los irreductibles fieles (alrededor de un millar) la acompañaron siempre, pero esta nueva Gimnástica se ha reconciliado con todos los torrelaveguenses, como se demuestra con el crecimiento de socios, que incluso podría duplicarse si se cumplen las previsiones más optimistas.

Ahora el regreso se dibuja esperanzador e ilusionante, aunque sin obviar las dificultades que tendrá que superar un equipo construido para la permanencia, máxime cuando parte de su presupuesto sigue comprometido, también en Segunda B, para pagar la deuda heredada.

Una política de fichajes austera y basada en el reclamo, que para algunos futbolistas suponía regresar a Cantabria, ha permitido armar un equipo muy sólido que además mantiene a los principales bastiones del año pasado; aquellos veteranos y jóvenes promesas que destacaron durante la competición regular y la eliminatoria de ascenso y que tienen mucho que aportar, sobre todo una vieja guardia que ya sabe lo que es jugar no solo en Segunda B, sino en algunos casos incluso en categorías superiores.

Diez altas y siete bajas dan forma a la nueva Gimnástica, que ya el verano pasado comenzó su metamorfosis prescindiendo de veteranos como Mario y Siro y este año ha terminado de reconfigurarse con un cambio tranquilo, sin renunciar a ese bloque que tanto le costó armar y que la ha devuelto al lugar que por justicia le pertenecía.

Planificación

Para ello ha sido vital la aportación de un director deportivo como Carlos Chalana, muy comprometido con el que es el club de toda su vida y con experiencia en Segunda B. Conoce la categoría y, sobre todo, conoce la Gimnástica y Torrelavega. Es uno de los pilares en los que se apoya PabloLago. Su antecesor, Chiri, ya había comenzado a remozar un equipo, desgastado de la temporada anterior y lastrado por unos resultados que no acompañaron y decisiones que se han demostrado positivas, pero muy difíciles de entender en su momento y que precipitaron su dimisión en la primera parte de la temporada. Su buen trabajo lo recogió y mejoró Pablo Lago, que ha demostrado en ElMalecón una gran solvencia. De hecho, su llegada propició en su momento un repunte del equipo y de su mano llegó un ascenso esperado durante demasiado tiempo.

Rubén Palazuelos, Nacho Rodríguez y Borja Camus, entre los que siguen, serán algunos de los puntales sobre los que se construirá un equipo en el que se espera mucho de la aportación de los retornados Cusidor y Primo, además de Daniel Salas o Rozas.También ha sido una gran noticia la renovación de Álex Ruiz, un guardameta que ya demostró su solvencia el año pasado a pesar de llegar con la temporada comenzada. Su entrada en la portería coincidió con la mejora blanquiazul.

El deporte no es la vida, carece de su solemnidad y de su tono trágico, pero le sirve de espejo. En él tienen cabida la alegría y la tristeza, la ilusión y la desesperanza, el abandono y la superación. Podría decirse que es una existencia en miniatura en la que tiene cabida la analogía. La Gimnástica, que ha vuelto a Segunda B, ha experimentado todas esas emociones durante las cinco temporadas que ha permanecido en Tercera División después de su descenso administrativo al final de la campaña 2012-2013.

La ilusión contra la angustia

Ha vivido momentos de ilusión y de esperanza, pero también de sufrimiento y angustia. Pero incluso en los peores, cuando más oscuro estaba todo y el futuro era más incierto, nunca perdió la fe. Su determinación de recuperar el lugar perdido en el fútbol es lo que le dio fuerzas para seguir adelante, un año tras otro, hasta cumplir con su destino.

Con estos mimbres y el aliciente de recuperar el derbi cántabro, ilusión es la palabra que se repite una y otra vez a orillas del Besaya. Porque Torrelavega masticaba desde hace demasiado tiempo, un lustro para más señas, una sensación rara. Una deuda pendiente con el fútbol que tardaba en cobrarse. Cuando los blanquiazules perdieron la categoría no lo hicieron por deméritos deportivos. No fue la falta de competitividad lo que les envió a Tercera, sino sus problemas económicos. Tras cuatro temporadas en Segunda B, la Comisión Mixta de la Federación Española de Fútbol puso el punto final a su permanencia a la categoría.

Un viaje repleto de contratiempos

  • Descenso administrativo. 2013 ncapaz de pagar una deuda de 273.000 euros a la plantilla, desciende a Tercera División.

  • Primer intento para ascender. Temporada 2013/2014 Villanovense y Arenas de Getxo dejan en la cuneta a una Gimnástica campeona de Tercera.

  • Inestabilidad institucional. Temporada 2014/2015 Los blanquiazules superan al Águilas, pero el Izarra entierra sus aspiraciones.

  • Comienza la frustración. Temporada 2015/2016 Pierden el campeonato en Selaya y la Mutilvera les apea en la primera parada por el ascenso.

  • Progresión positiva. Temporada 2016/2017 Campeón y con una imagen solvente, pero Atletico B y Alcobendas evitan el regreso.

  • Objetivo conseguido. Temporada 2017/2018 Tras una segunda vuelta perfecta, el ascenso se certificó en Son Bibiloni ante el Mallorca B.

La Gimnástica, incapaz de hacer frente a las deudas, recibió notificado su descenso. La culpa la tuvieron 273.000 euros. Tras mucho esperar, 21 futbolistas denunciaron ante la AFE, una deuda de diez mensualidades. Club y entorno sabían que podía ocurrir, pero basado en la casuística el fútbol se había acostumbrado a confiar en que al final no ocurriría nada; a despejar con un balonazo arriba. No vieron venir que los tiempos han cambiado y ahora los presupuestos inflados tienen sus consecuencias.

Y así terminó un ciclo en El Malecón para abrir una etapa de transición que ahora se cerrará si el equipo se mantiene, como confía hacer con solvencia, y puede así seguir enjugando su deuda hasta sanear su economía. Un paso necesario para evitar experiencias como la de 2013.

Intentos frustrados

Entonces José Gómez, al frente de la plantilla durante cinco temporadas, la del recordado ascenso en Azpeitia de 2009 y las cuatro en Segunda B, dejó el club. Sería Ezequiel Loza, ex futbolista blanquiazul, quien se haría cargo del banquillo. Debutante en la categoría, no le fue nada mal en el campeonato de Liga, que los de El Malecón ganaron sumando 89 puntos, doce más que el Laredo, con 27 victorias y tres derrotas, 82 goles a favor y sólo 18 en contra. Números que llamaban al optimismo.

El retorno a Segunda B podía ser posible una temporada después de consumado el descenso, pero primero el Villanovense en la primera ronda (1-1 en Torrelavega y 3-0 a domicilio) y después el Arenas de Getxo en la segunda (0-0 y 2-4) se ocuparon de echar por tierra las ilusiones de los blanquiazules. Parte de la afición, frustrada, arremetió contra la directiva presidida por Emilio Varela, que terminó dimitiendo.

Fer, durante una de las sesiones de entrenamiento junto al resto de sus compañeros. Luis Palomeque

Una Junta Gestora se hizo cargo del club la temporada siguiente y puso el destino deportivo del equipo en manos de Raúl Pérez, entrenador hasta entonces del Racing en División de Honor Juvenil. El técnico catalán, al frente de una plantilla diseñada para el ascenso, terminó la Liga en segundo lugar con 85 puntos, por detrás del Laredo, campeón con 89. En la fase de ascenso superó en la primera ronda al Águilas, al cual ganó en la tanda de penaltis tras haber perdido en la ida 1-0 y vencido en la vuelta por idéntico resultado. Sin embargo, en la segunda el Izarra enterró las aspiraciones blanquiazules al ganar 1-0 en el primer choque y caer en El Malecón por 2-1.

Dos temporadas seguidas en Tercera comenzaban a frustrar a los gimnásticos, que fallaban a la hora de la verdad. A pesar de ello, estaban convencidos de que tenían que volver, costase lo que costase, a Segunda B. La noche era negra como el abismo, pero el alma gimnástica era, y lo sigue siendo, inmune al desaliento.

La era Bustamante

Con Tomás Bustamante al frente del club y de nuevo con Raúl Pérez en el banquillo, la Gimnástica volvió a intentarlo en la 2015/2016. Volvió a estrellarse en el campeonato autonómico, que perdió en la última jornada en Selaya con un empate que le dio el título al Laredo. Ese resultado influyó en cierto modo en el ánimo de un equipo que esperaba ser campeón y en la primera ronda de la fase de ascenso la Mutilvera, con un 2-0 en casa y un 1-0 en Torrelavega, frustró de nuevo cualquier anhelo de regresar a Segunda B.

Raúl Pérez dejó el equipo tras dos cursos de intentos fallidos y el club eligió a Chiri, que dejó el Laredo campeón y se embarcó en el proyecto blanquiazul. Con el entrenador de Marrón, la Gimnástica volvió a conquistar el título de liga en la campaña 2016/2017, y lo hizo con autoridad, sumando 90 puntos –ocho más que el Laredo– y ofreciendo una imagen sólida. En la fase de ascenso, sin embargo, volvió a sucumbir. Superado en la primera ronda por el Atlético de Madrid B, que ganó los dos partidos (0-1 y 2-0), en la segunda no pudo con el Alcobendas que, tras ganar en la localidad madrileña (1-0), se impuso también en El Malecón (1-2). Tras cuatro temporadas, el periplo en Tercera parecía no acabar nunca. Año tras año, los proyectos se iban al traste. Los golpes del destino, no obstante, no le hicieron bajar la cabeza a los blanquiazules, que volverían a intentarlo de nuevo, hasta lograr su objetivo.

Fue a la quinta cuando la Gimnástica cumplió su sueño. De nuevo con Chiri al frente de una plantilla competitiva, el club puso su mirada en el ascenso. Pero las cosas no fueron bien desde el principio y tras una cadena de malos resultados y el enrarecimiento del ambiente en el vestuario, Chiri dimitió en octubre. Y con el equipo fuera de las plazas de ascenso y lejos del liderato, el club apostó por el asturiano Pablo Lago, decisión que iba a cambiar el destino de un conjunto que desde entonces no hizo sino crecer hasta convertirse en casi imbatible.

Y así, tras ganar la Liga por delante del Escobedo, le llegó su turno a la fase de ascenso. Una vez más la Gimnástica estaba ante su oportunidad. Pero en esta ocasión algo era distinto, ya no había ese sentimiento trágico, al contrario, algo en el corazón le decía a los torrelaveguenses que esta vez sí. Entonces llegó el Mallorca B, al que se goleó en El Malecón (4-1) en un partido memorable, y con el que se empató en Son Bibiloni (2-2).

Objetivo cumplido

Hicieron falta cinco largas temporadas que a veces se hicieron eternas, pero al final Tomás Bustamante y compañía consiguieron el objetivo que se habían marcado al hacerse cargo del equipo. Todo el esfuerzo y la ilusión dieron su fruto, a pesar del desaliento y de la espera. Pero la Gimnástica nunca, ni en sus momentos más bajos, perdió la fe, haciendo suyos los últimos versos del poema de Henley, ese que tanto ayudó a Nelson Mandela durante su cautiverio en el infierno de Robben Island: «Ya no importa cuan estrecho haya sido el camino ni cuantos castigos lleve a mi espalda: soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma».

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