Un regalo de Navidad

La vida suele componerse en su mayor parte de situaciones intrascendentes. Minutos, horas, días de monotonía que se suceden en procesión sin que ocurra algo fuera de la común. Pero a veces, muy pocas, aparece lo extraordinario y entonces todo adquiere un tinte más luminoso, como si el mundo fuera una explosión de fuegos artificiales. La Gimnástica, que partía vestida de víctima, jugó un buen partido, le aguantó el pulso al filial del Sporting, fue de menos a más, buscó asegurarse al menos un punto y al final, en el día de la Lotería, se llevó el premio gordo cuando solo quedaba una bola por salir. Mejor forma de espantar fantasmas y terminar el año, imposible.

Salvo por la ausencia de Palazuelos, que continúa recuperándose de su lesión en el bíceps femoral de su pierna derecha, Pablo Lago situó sobre el césped un once sin sorpresas. A partir de su esquema táctico con tres centrales, dos laterales, cuatro centrocampistas y un solo punta, solo la presencia en la alineación de Alberto en el doble pivote en lugar de Rubén y la baja de Camus por sanción supusieron una cambio respecto al que puede considerarse a día de hoy el equipo titular de la Gimnástica. A pesar de que en casa el asturiano suele jugar de vez en cuando con cuatro atrás, lejos de El Malecón prefiere fortalecer el sistema defensivo con un hombre más. Por este motivo era de esperar que se presentase en Mareo con un planteamiento con el que buscaba, antes que nada, mantener su portería a cero, algo que, no obstante, no ha logrado en las últimas jornadas, en las que han encajado con relativa facilidad.

Cuatro derrotas seguidas y un solo punto en cinco jornadas son un pobre bagaje que ha arrastrado a la Gimnástica hacia la cola de la clasificación. Y eso es algo que escuece en Torrelavega y que a un tiempo pica su orgullo. Así que lo importante era tomarse este partido como un nuevo comienzo, jugando sin el peso del pasado a cuestas, sin pensar en los partidos perdidos y olvidándose de la clasificación. Centrarse en el presente, jugar y buscar la victoria. A eso se reducía todo.

Desde el inicio, los blanquiazules trataron de seguir al dictado ese planteamiento. De ahí la buena imagen que ofrecieron durante una primera media hora en la que apostaron por tomar la iniciativa en el juego, hacerse con la posesión y jugar la mayor parte del tiempo posible en la parcela del campo de su rival. Bien conducidos desde el centro del campo por Alberto, Cusi y Víctor, no les resultó complicado acercarse al área local, pese a que apenas dispusieron de oportunidades de gol. Apenas un centro de Fer desde la derecha que interceptó Christian Joel y las incursiones de Hugo Vitienes por esa misma banda fueron todo lo que aportó la Gimnástica en ataque en un primer tiempo en el que tampoco el Sporting B estuvo atinado en sus acciones ofensivas, más allá de un par de jugadas de Neftalí y el libre directo de Zelaya al filo del descanso que golpeó en el lateral de la meta rival.

El partido arrancó frío la segunda parte, al menos en apariencia. En los primeros cinco minutos no sucedió gran cosa y parecía que el reloj iba a correr sin que ninguno de los dos equipos hiciera algo para romper esa nada. Sin embargo, en apenas dos minutos, a un lanzamiento de Pedro Díaz que se fue muy alto, respondió la Gimnástica con un par de acciones. Lo mejor de su repertorio hasta ese momento.

Primero, un remate de Cusi que desvió un defensor por detrás de la línea de fondo. Después, otro de Nacho Rodríguez, que recibió una asistencia de Vitienes y falló una ocasión que parecía gol cantado. Se le escapó el remate que habría pintado el cielo asturiano de un blanquiazul brillante, pero por desgracia no anda fino el de Laredo, que fue sustituido poco más tarde por el blanquiazul Diego Rozas. Quemado el primer cartucho, había que probar con un segundo.

Álex Ruiz también tuvo su momento salvador, como en cada partido. Esta vez se interpuso entre el balón y la red tras un remate de cabeza de Gorka, prolongando el empate inicial y aguándole la fiesta a un Sporting que de haber marcado muy probablemente -la experiencia reciente manda- se hubiera llevado los tres puntos. Después le llegó su turno a Rozas, que en dos acciones casi seguidas aceleró el pulso a los aficionados gijoneses con una buena jugada que terminó con un remate suave y después dejando atrás a los centrales, pero tirándole al portero.

Lago, que intuía que pese a los fallos el gol estaba aguardando a la vuelta de la esquina, sacó otro delantero. Entró Primo por Fermín y a punto estuvo de marcar en su primera ocasión, un mano a mano con el portero que éste le ganó. Los blanquiazules, envalentonados, se fueron arriba con todo. Buscaban eso que tanto se les resiste este curso, el gol. Probaron Luis Alberto y Víctor, sin resultado.

Con el tiempo cumplido, los blanquiazules se agarraban al empate. Menos daba una piedra, que reza el proverbio. Entonces apareció Primo, casi cuando el árbitro se llevaba el silbato a la boca, y logró uno de esos imposibles que de vez en cuando brinda este equipo, el gol salvador que vale tres puntos y algo más. La Gimnástica despide así el 2018 con una victoria ya que hasta el fin de semana de la festividadde Reyes, los torrelaveguenses no recibirán al Calahorra en El Malecón. De momento, los blanquiazules han dejado el farolillo rojo de la clasificación y ascendió de golpe hasta la plaza de promoción.

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