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Quién lo diría. Santanderinos y torrelaveguenses, o torrelaveguenses y santanderinos, cumplirán el domingo, casi con exactitud, 96 años de enfrentamientos oficiales en ese ... deporte que tanto une o que tanto separa, en función del estado de ánimo de cada uno. En total son medio centenar de encuentros donde nunca se dejó de derrochar entusiasmo y pasión en busca de la victoria. De ellos, 24 se disputaron en El Malecón y aunque en algunas ocasiones se dieron muestras de conflictos que obligarían a la intervención de las fuerzas del orden público, en el primero, disputado el 15 de abril de 1923, hubo una conducta ejemplar del público, aunque dentro del campo los jugadores se emplearon con bastante dureza. El Racing se impondría finalmente (1-3) a una Gimnástica que jugó con uno y luego con dos hombres menos por culpa de sendas lesiones. El domingo el Racing volverá a El Malecón, aunque lo hará por primera vez, en partido de campeonato, tras la remodelación que lo ha convertido en uno de los campos más bellos de España, reconocido con el Premio Internacional de Arquitectura (2013).
En realidad, El Malecón ya nació con la fama de ser un campo deportivo excepcional. Fue la primera instalación que incluyó una pista de atletismo que se diseñó alrededor del terreno de juego. Contaba además con un gimnasio, dos pistas de tenis, dos boleras y una pista de patinaje. Su tribuna albergaba a 800 personas y contaba con dos gradas para 1.200 espectadores, sin contar el público que podía presenciar el encuentro alrededor del terreno de juego. Era el mejor recinto deportivo de Cantabria con diferencia y su inauguración, en 1922, supuso un acontecimiento de primer orden, sobre todo gracias a la presencia de la reina Victoria, el príncipe de Asturias y los infantes.
Los primeros partidos oficiales que se disputaron en este campo fueron los correspondientes a la serie provincial del Campeonato de la Federación Regional Norte de la temporada 1921-22, contra la Unión Montañesa, el Comercial, el Siempre Adelante y el Eclipse. Pero en la temporada siguiente, el fútbol cántabro logró obtener su propia federación y organizó su primer campeonato, lo que permitió disputar su primer derbi oficial con los racinguistas.
El primer derbi de carácter oficial entre gimnásticos y racinguistas se disputó en el nuevo estadio de El Malecón. La afluencia de visitantes a Torrelavega como consecuencia del acontecimiento deportivo fue muy comentado. En el campo, incluso se registró una entrada mayor que la de la inauguración, con la circunstancia de que los santanderinos fueron mayoría, según indica en su crónica Fermín Sánchez, desde 'El Pueblo Cántabro' que destacaba cómo un simple encuentro de fútbol, había movido a miles de almas y «una cuantiosa fuente de ingresos a distintas industrias».
A pesar de la rivalidad, no hubo incidentes entre la afición que llevó su comportamiento, según Sánchez, «a un extremo de sensatez y cordura como corresponde a la hidalguía y hospitalidad montañesa respetuosa».
Tras el saludo de los capitanes, el Racing buscó la ventaja del viento a favor, que por cierto soplaba con bastante fuerza, lo que contribuyó a las primeras oleadas ofensivas de los racinguistas que sin embargo se tropezaban con una defensa local contundente, aunque incapaz de recuperar y controlar el balón. Sin embargo, en el minuto 13, la Gimnástica consiguió un córner a favor que Mendaro se encargó de sacar. El lanzamiento lo tocó Lacube de cabeza para desviar la trayectoria, despistar al guardameta Landa y provocar el fallo de Naveda para marcar el gol en propia puerta. Así se anotaría el histórico primer gol de los enfrentamientos oficiales entre racinguistas y gimnásticos. Pero como si los de Torrelavega quisieran corregir la incorrección del gol con una especie de deuda que había que saldar, cuatro minutos después, se produjo una jugada similar, pero en la otra portería. El racinguista Díez lanzó un centro que pedía un remate ante la puerta torrelaveguense pero fue el defensa Díaz el que despejó a su portería, arruinando los reflejos de su portero Saiz que no pudo evitar el empate. A partir de ese momento el juego perdió vigor y la lentitud se apoderó de los movimientos de los futbolistas de ambos equipos. Surgió algún destello de emoción con centros repetidos de los racinguistas que Campuzano se encargó de alejar de su área, con alguna jugada de mérito que protagonizaron Otero (Racing) y Prieto (Gimnástica) arrastrando cierto peligro, pero con empate a uno terminó la primera parte.
En la segunda mitad el defensa gimnástico Díaz no salió al campo aquejado de una lesión, con lo que los torrelaveguenses tuvieron que jugar con uno menos (hay que recordar que aún no se contemplaban los cambios). Además, la lluvia comenzó a caer con cierta intensidad. A pesar de que el viento empujaba a favor de los gimnásticos, fue el Racing el que acorraló a su adversario. Un pase de Díez permitió a Zubizarreta disparar un potente remate que el viento fue debilitando, aunque el balón entró por uno de los ángulos de la portería. El gol despertó la excitación de los jugadores y el fútbol practicado elevó su dureza, llegando el árbitro a reunir a los capitanes para advertir que si continuaban las fuertes entradas expulsaría a los infractores.
El Racing dominaba pero sin rematar. A veces abusaba de la individualidad de sus futbolistas, sobre todo Óscar, mientras que la Gimnástica sufrió la baja de Orúe que también tuvo que salir del campo dejando a su equipo con nueve hombres. El tercer gol no tardaría en llegar. Gacituaga, en posición de extremo, lanzó un centro que Óscar remató de forma potentísima e inesperada. Gol imparable que dejó el partido en un tres a uno a favor de los de Santander, un resultado que abriría un apetito de rivalidad que aún se mantiene intacto después de tantos años.
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