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Severiano Ballesteros, en su primera victoria en Augusta, en 1980. AP
El legado de Seve, Olazabal y Sergio García en Augusta
Masters

El legado de Seve, Olazabal y Sergio García en Augusta

Entre los tres golfistas ganaron cinco chaquetas verdes; Rahm quiere seguir su estela

Ivan Orio

Miércoles, 5 de abril 2023, 07:26

Han pasado más de cuatro décadas desde que Severiano Ballesteros, un veinteañero que había colocado a España en el mapa golfístico mundial, se enfundó la chaqueta verde con una actuación memorable en el Masters. Mencionar su nombre en la casa club de Augusta todavía cambia el rictus e incluso el carácter de sus socios, representantes en su mayoría de una aristocracia sureña poco dada a las alabanzas en público.

El cántabro, venerado como pocos en la mística del templo de Georgia, se convirtió en el primer europeo en domar sus calles y sus greenes y también en el jugador más joven en conseguirlo con apenas 23 años –solo Tiger Woods logró superar su precocidad–. Fue un 13 de abril de 1980 y el país amaneció con una noticia que empezó a cimentar la postrera revolución de un deporte poco seguido hasta entonces a pesar de que sólo un año antes el de Pedreña había ganado nada menos que el Open Británico.

Ballesteros no tuvo rival en aquella edición de Augusta. Fue líder desde la primera jornada y Tom Watson y Jack Nicklaus, los gigantes de la época llamados a disputarle el sabor de la gloria, se cayeron pronto de la batalla por la victoria. Sólo aguantaron el tirón Gibby Gilbert y Jack Newton, pero el menos trece final del español fue inapelable. Fuzzy Zoeller le puso la chaqueta verde en una fotografía histórica en blanco y negro que acompaña este reportaje y que inició la construcción de un legado que tuvo su continuidad en 1983 con su segunda conquista del Masters.

Olazabal, con su segunda chaqueta verde, en 1999. AP

El guion de este nuevo éxito fue muy distinto al de tres años antes. Siempre estuvo en la zona noble de la clasificación pero llegó a la última jornada con un golpe de desventaja respecto a los líderes. Su sombra, sin embargo, era muy alargada y sus principales adversarios, Raymond Floyd y Craig Stadler, sabían que se enfrentaban literalmente a un genio. Entre los rugidos de un público rendido a sus pies, Ballesteros sentenció el torneo con tres birdies y un eagle en los nueve primeros hoyos que dejaron a sus contrincantes sin reacción posible. Los dos bogeys posteriores en las banderas 10 y 12 fueron testimoniales para la resolución del Major. Otro puño en alto del cántabro y un paso más en la expansión de un deporte entonces aún minoritario en España.

Golpe a golpe

Transcurrió casi una década hasta que José María Olazabal recogió el testigo de su compatriota. Lo hizo en 1994 con 28 años gracias a una remontada gradual a partir del segundo día después de una aciaga vuelta inicial. Lejos de venirse abajo, el de Hondarribia dejó de mirar a sus rivales y jugó contra sí mismo para crecer hoyo a hoyo, golpe a golpe. Tuvo que recuperar la desventaja con Tom Lehman y soportar la presión de Larry Mize y Tom Kite, que no querían dar su brazo a torcer.

El golfista guipuzcoano entró en el olimpo y repitió triunfo en el Masters un lustro después con una exhibición en los segundos nueve hoyos que le catapultaron al éxito. Cuando en 2022 llegó al tee del 1 los aficionados congregados detrás de las cuerdas le aclamaron como un héroe. Y Olazabal respondió con un birdie producto de un putt estratosférico. El que tuvo retuvo.

Sergio García, exultante con su triunfo en 2017. AFP

Sergio García fue el mejor amateur en 1999, cuando el de Hondarribia ganó su segunda chaqueta verde. Dieciocho años después el castellonense se encumbró en Augusta en un desempate de alto voltaje con Justin Rose después de superar momentos críticos en la vuelta decisiva. En 2017, por cierto, se dejó ver en los tees del santuario de Georgia un jugador alto y fuerte nacido en Barrika que había deslumbrado en su etapa universitaria en Arizona y después en el campo aficionado antes de dar el salto al profesionalismo. Era Jon Rahm y había venido para quedarse.

Después de Estados Unidos, España es junto a Sudáfrica con cinco victorias el segundo país que más ha brillado en el Masters. El vizcaíno quiere seguir la estela de Ballesteros, Olazabal y Sergio García y vestirse de verde en Augusta. Sería su segundo Major tras el US Open.

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