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La comitiva, encabezada por John Stewart y la familia de Severiano Ballesteros, se dirige al funeral, que se celebró en la Iglesia de San Pedro, en Pedreña. Celedonio
El día en el que el mundo perdió a un genio

El día en el que el mundo perdió a un genio

Aniversario. Este viernes, 7 de mayo, se cumplen diez años del fallecimiento de Severiano Ballesteros. Un icono del deporte cuya forma de entender el golf cautivó a todo el mundo

Viernes, 7 de mayo 2021, 07:09

Desde Sudáfrica hasta Japón. De esquina a esquina de los Estados Unidos. O desde Cádiz a Saint Andrews, en Escocia, el lugar considerado como la cuna del golf. El 7 de mayo de 2011, no hubo un solo jugador en el mundo que no saliera al tee del uno de su recorrido con la mirada triste. Daba igual el nivel. Desde el número uno mundial, hasta el más humilde de los aficionados a un deporte que reta a una persona consigo misma y con un campo. Antes del primer golpe, una mirada al cielo y un pensamiento. 'Gracias por los recuerdos. Hoy, mis golpes van dedicados a ti'.

Solo los deportistas que alcanzan una dimensión mundial, y que trascienden mucho más del ámbito de su especialidad, logran un reconocimiento como el que él tuvo. Aquel 7 de mayo de 2011, no sólo lloraba el golf a nivel planetario. También todo el deporte. Porque se había ido un icono, uno de esos genios que nacen una vez cada mucho. O de los que, como es más que probable, no vuelva a haber más. El mundo miraba con ojos de tristeza en esa mañana de sábado a Pedreña. Con sus respectivas diferencias horarias, los distintos países se enteraban de la noticia: Severiano Ballesteros había fallecido en su casa. El desenlace llegaba después de que, un día antes, se informara de que Seve había sufrido «un empeoramiento severo» en su estado neurológico.

El genio se fue tranquilo y con entereza, rodeado de los suyos, de los que se despidió uno a uno

El último desafío del campeón no fue uno de esos golpes que parecían imposibles para todos, menos para él. El 6 de octubre de 2008, cuando estaba a punto de embarcar en Barajas en un avión rumbo a Alemania, sufrió un desvanecimiento. Una vez repuesto, un nuevo episodio de espasmos obliga a llevarlo al Hospital de La Paz, en Madrid. Tras días de pruebas e incertidumbres, llega el mazazo el 12 de octubre. «Una vez que he podido informar a mis tres hijos personalmente (dos de ellos no se encontraban en España) y a su madre, ahora os puedo informar sobre la enfermedad que padezco. Os comunico que después de un chequeo exhaustivo que me ha sido realizado en el Hospital La Paz, se me ha detectado un tumor cerebral», informó el propio Ballesteros a través de un comunicado. Empezaba así la lucha titánica no sólo de un genio, sino también la de un trabajador incansable, para derrotar a la enfermedad. En apenas dos días, el 14 y el 16 de octubre, hubo sendas operaciones. El 24 de octubre, una tercera. Y a principios de diciembre, el día 2, una cuarta. La medicina y la fortaleza de Seve parecía que se abrían camino y un día después de esa última operación, ya pasa a planta. El 9 de diciembre de 2008, traspasar 72 días ingresado, Seve sale del hospital.

Arriba, cuatro aficionados recuerdan a Ballesteros en la Ryder Cup de 2014, en el campo escocés de Gleneagles. Abajo, Ballesteros, junto a Montgomerie en Saint Andrews; y el pedreñero dando indicaciones a Carlos Sainz.
Imagen principal - Arriba, cuatro aficionados recuerdan a Ballesteros en la Ryder Cup de 2014, en el campo escocés de Gleneagles. Abajo, Ballesteros, junto a Montgomerie en Saint Andrews; y el pedreñero dando indicaciones a Carlos Sainz.
Imagen secundaria 1 - Arriba, cuatro aficionados recuerdan a Ballesteros en la Ryder Cup de 2014, en el campo escocés de Gleneagles. Abajo, Ballesteros, junto a Montgomerie en Saint Andrews; y el pedreñero dando indicaciones a Carlos Sainz.
Imagen secundaria 2 - Arriba, cuatro aficionados recuerdan a Ballesteros en la Ryder Cup de 2014, en el campo escocés de Gleneagles. Abajo, Ballesteros, junto a Montgomerie en Saint Andrews; y el pedreñero dando indicaciones a Carlos Sainz.

Comenzaba así un periodo de trabajo en silencio en su casa de Pedreña. De noticias escasas y apariciones esporádicas. Una de ellas fue el 21 de septiembre de 2009, cuando con el entonces presidente del Racing, Francisco Pernía, presentaba un acuerdo de colaboración con el club por el cual los jugadores lucirían en la manga izquierda el anagrama de la Fundación Seve Ballesteros, creada ese año para apoyar la investigación sobre los tumores cerebrales. «Me encuentro muy bien, casi listo para jugar en el Racing y estoy orgulloso de que el conjunto cántabro porte en sus camisetas el logotipo de la Fundación Seve Ballesteros para la ayuda en la lucha contra los tumores cerebrales», señalaba el genio de Pedreña aquel día. «Soy autónomo, no tengo ningún impedimento y me encuentro bien y feliz».

Ese buen estado se confirmaba con el paso de los días. Seve hacía más cosas. Viajes a Madrid para recoger premios, como el 3 de mayo de 2010 en los Premios Nacionales del Deporte, cuando recibió el galardón 'Francisco Fernández Ochoa' que reconoce la trayectoria de toda una carrera y vida entregada al deporte. La ovación más cerrada en el Palacio Real fue para él. En el mes de julio, quería ir al Open Británico que se disputaba en Saint Andrews, para agradecer a todos los aficionados y amigos el apoyo que le habían dado. Pero el 23 de junio anunciaba que no iría a la cuna del golf, por consejo de sus médicos. A pesar de su buen estado, el doctor Belda, el oncólogo que le atendía, señalaba que no debía estar expuesto a momentos de estrés y emociones fuertes. Y tres semanas antes, Seve se había emocionado a más no poder cuando recibió el homenaje que le tributó, al bautizar su trainera como la 'Seve Ballesteros', la Sociedad Deportiva de Remo de Pedreña. El equipo de todos los pedreñeros. En Saint Andrews, esas emociones hubiesen sido iguales o mayores.

«Estoy muy bien. Poco a poco, semana a semana, noto una pequeña mejoría». Su fundación organizaba a finales de octubre de 2010 unas jornadas dentro del Simposio Nacional de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). El cántabro se había convertido en el mejor embajador en la lucha contra la enfermedad de la que parecía se recuperaba. Por eso, aquel comunicado, en el que el 6 de mayo de 2011 se informaba de un empeoramiento de su estado neurológico, fue un golpe muy duro. Demasiado.

Seve, con el futbolista Michael Owen.

«Os quiero». Ni la muerte pudo doblar la entereza del campeón de mil y un torneos, que se despidió de todos y cada uno de los suyos. En la madrugada de ese 7 de mayo de 2011, Seve se iba tranquilo. Esa mañana, se conocía la noticia de su fallecimiento. Y hasta las puertas de su casa en Pedreña empezó a llegar gente. Muchos, periodistas. Pero también muchas personas anónimas. Algunas flores, palos de golf... Hasta una bandera de Escocia y una bufanda con los colores de Saint Andrews. Quien lo dejó no quiso decir quién era. Solo que Seve le abrió 'muchas puertas'.

Por expreso deseo suyo, todo lo que ocurriese después de su muerte sería en la más estricta intimidad familiar, salvo un funeral en la Iglesia de San Pedro de Pedreña. El miércoles, día 11, el 'greenkeaper' escocés John Stewart encabezaba la comitiva de un millar de personas desde la casa de Seve hasta la iglesia, tocando con su gaita el himno a los caídos en batalla. Y junto a familia y amigos, los que con los años también lo fueron dentro y fuera de los campos de golf. Sam Torrance, Ian Woosnam, Nick Faldo, Miguel Ángel Jiménez, Colin Montgomerie o José María Olazábal rendían el último homenaje a la gran referencia del golf europeo.

Junto al torero Enrique Ponce, en Santa Marina.

Fallecía el hombre, pero se agigantaba -ya lo era en vida- el mito. Una década después, su recuerdo sigue de lo más presente. Hasta muchos golfistas que jamás le vieron jugar se encomiendan a él, pidiendo un poco de ayuda porque ese golpe que tienen que ejecutar parece imposible. Lo eran para casi todos, menos para él. El genio que trabajo sin descanso para jugar al golf de un modo que, a buen seguro, nunca se volverá a ver en la historia de este deporte.

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