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La cántabra, que estudiaba ingeniería civil, era una gran promesa del golf EFE
Nacer, crecer, vivir y morir en un campo de golf

Nacer, crecer, vivir y morir en un campo de golf

El documental de Movistar + 'Todas las cartas a Celia' recoge la historia de la deportista cántabra trágicamente asesinada en Estados Unidos hace cinco años

Leila Bensghaiyar

Santander

Jueves, 1 de febrero 2024, 07:19

Una voz metálica comunica a través de una radio los datos de una llamada a emergencias. «Una mujer que estaba jugando al golf... Han encontrado palos y otras pertenencias, como su teléfono móvil y una gorra de golf en el hoyo 9», se escucha con el característico tono de las transmisiones policiales. Era el aviso que los agentes de policía de Ames, en Iowa, Estados Unidos recibieron el 17 de septiembre de 2018. Buscaban a la golfista cántabra Celia Barquín (Torrelavega, 1996), una joven estudiante que cursaba su cuarto año de ingeniería civil en la Iowa State University y era, además, una de las principales deportistas universitarias de este estado norteamericano.

No tardaron mucho en dar con ella. El cuerpo sin vida de la joven de 22 años apareció en una zona cercana a un lago en el campo de golf de la universidad. La habían asesinado. Celia, que era una de las grandes promesas del golf español, dejó una huella indeleble en quienes la conocieron y se ha convertido ya en un símbolo tanto en Cantabria como en Estados Unidos. «Parece que es la chica a la que le ocurrió algo horrible y no quiero que se la recuerde así, sino como la chica excepcional que nos hacía mejores», comenta su padre, Marcos Barquín, en el documental 'Todas las cartas a Celia' que Movistar + estrenó ayer (Dial 7) para contar su historia ahora que se cumplen cinco años de su fallecimiento.

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El reportaje describe a una Celia vitalista y con una eterna sonrisa. Derrochando pasión por la vida y por el golf

A lo largo de 52 minutos, su familia, sus compañeras en la universidad norteamericana, también los amigos en España, como el golfista cántabro Juan Postigo y su pandilla de la infancia, entrenadores, un periodista y los propios responsables policiales del caso, recuerdan la gran persona que fue y hablan por primera vez en público para las cámaras de Informe Plus+.

El documental describe a una Celia vitalista y con una eterna sonrisa dibujada en el rostro. Derrochando pasión por la vida y por el golf, que en su caso eran casi sinónimos. «Mi hija nació, creció, vivió y murió en un campo de golf», dice en el audiovisual Miriam Arozamena, la madre de Celia, con una serenidad que desarma. Y es que la joven con menos de cinco años ya tenía unos palos en las manos. Concretamente unos hierros de 'Snoppy' muy chiquitines con los que emulaba a los mayores, sus padres y sus tíos, que le pegaban a la bola. A través de imágenes caseras Informe Plus + desgrana la infancia de Celia. Cómo su pasión por este deporte fue alimentándose y creciendo con cada golpe. Con cada metro ganado en el green.

Tan solo dos semanas después de que Collin Daniel Richards, también de 22 años y con antecedentes por robo, agresión y otros hechos delictivos, le quitase la vida, Celia, que tenía una trayectoria impecable como golfista, iba a jugar la final de la fase de clasificación del PGA Tour. Lo tenía todo. A punto de terminar sus estudios, era feliz con su pareja, a la que conoció en Estados Unidos, y su sueño de probar como golfista profesional antes de dedicarse a la ingeniería civil estaba cada vez más cerca. Incluso iban a nombrarla estudiante deportiva del año. Pero todo se trunco el 17 de septiembre de 2018. Una especie de lotería macabra. Porque ella ni siquiera tenía que estar ese día en el campo. Momento incorrecto, lugar incorrecto.

El presentimiento que su madre había tenido esa mañana mientras jugaba una partida con unos amigos en el campo de golf de Reinosa se hizo realidad de la peor forma posible. El hilo que las conectaba las mantenía unidas sin importar tiempo, lugar o circunstancias. Se podía estirar, contraer y enredar, pero nunca romper. Y ese hilo que laza a madres e hijos dio la señal de alarma. Miriam intentó llamar a Celia en varias ocasiones, pero no obtuvo respuesta. Mientras tanto en Ames, los agentes de policía hacían su trabajo y poco después trascendió el fallecimiento de Celia. Entonces, al conocer la noticia, tuvo lugar, en palabras de Miriam, «el silencio más profundo y más difícil del mundo».

Un gran vacío

El reportaje recoge su vida en Cantabria, en Estados Unidos y su desgraciado fallecimiento. Pero sobre todo el vació que dejó, que es enorme. «Era una golfista fantástica, pero como persona superaba de lejos lo que era como golfista», señala Christie Martens, su entrenadora en la universidad, visiblemente emocionada en la cinta. Y también su amiga, la golfista Marta Martín, que cuenta como Celia revolucionó el golf en Iowa State. Cómo hizo que el equipo ganase torneos y su nombre estuviese de nuevo en lo más alto de todos los ránkings. Más de 60.000 personas acudieron a despedirla en una vigilia vestidas de color amarillo, el preferido de Celia. Para recordarla. Para quien no hay ni un instante de memoria es para su asesino. «El castigo más ético es que el mundo se olvide de él», comenta Carlos Negrín, el novio de Celia. Y es así, porque a Collin Daniel Richards, al que detuvieron poco después del asesinato y que tras confesar fue condenado a cadena perpetua sin posibilidad de revisión, ni siquiera se le ve en documental.

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