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Virginia Díaz y su compañera, Aina Cid, han concluido su presencia en Tokio con un sexto puesto que significa un diploma olímpico y las consolida de nuevo –ya lo estaban- en la élite mundial del dos sin timonel. El barco español concluyó sexto (colista) con ... un tiempo de 7.00.05, a diez segundos de las campeona olímpica, Nueva Zelanda, en el Canal Sea Forest. La pareja entrenada por Marcos Morales cumple así una excelente clasificación que no ha podido redondear dando la sorpresa para llevarse una medalla.
De nuevo con su característica visera blanca en popa, la cántabra de Raspas del Embarcadero mostraba la concentración en contrapunto con su compañera; más expresiva. El año de retraso en la celebración de los Juegos les ha venido bien para seguir compenetrándose y vaya si han hecho uso de ese tiempo extra, tras cosechar grandes resultados tanto en los campeonatos de Europa, con tres medallas consecutivas, como en la Copa del Mundo. Pero no lo suficiente para asaltar el podio.
Abonadas al tercer puesto, cántabra y catalana platearon la regata como es habitual en ellas; en una constante progresión y con la estrategia volcada en un buen último 500; el mismo que les había dado el pase en las rondas anteriores. El gran objetivo, que no era otro que la final olímpica y con ella el diploma, ya estaba cumplido, con lo que todo lo que ocurriera posteriormente era ya un premio añadido. Tanto para Aina Cid, que ya remó en una final en Río de Janeiro, como para la cántabra, una astillerense formada en el batel que ha vivido en Japón su primera experiencia olímpica.
Partían desde la calle 6, la misma que sirvió el miércoles a Grecia para batir el récord mundial, aunque acto seguido Nueva Zelanda volvió a superarlo, en un campo de regatas propicio para grandes marcas y para una navegación muy rápida.
La progresión fue la misma que se había vivido tanto en la serie clasificatoria como en la semifinal, con el barco español rindiendo de menos a más. Pero esta vez no fue suficiente. En la manga clasificatoria España había sido tercera tras una buena remontada; lo suficiente para clasificarse, y tercera fue también en la semifinal, siempre a la sombra de unas kiwis a las que se preveía campeonas, como de hecho ocurrió.
Arrancó la tercera y última regata con la vista puesta en la calle 4, la de Nueva Zelanda, y un ritmo de 42 paladas. Claro que lo importante era más la potencia que el ritmo en unos primeros metros en los que Rusia, Nueva Zelanda y Canadá se pusieron como cabeza de regata, con Grecia sorprendentemente atrás. Las griegas son como las españolas, una tripulación diésel que va de menos a más, pero también como las españolas no tuvieron reprise suficiente.
Pasaron la de Amposta y la astillerense el primer 500 en la sexta plaza a 5.34, pero ya se esperaba ese resultado. Su modus operandi es bogar en cola de regata hasta los mil metros. Después pasaron el ecuador de competición a 7.75 para entrar así en el momento crítico; el de la remontada o asumir la marcha de las medallas, pero esta vez la remontada no llegó. En el 1.500 se vio que la gesta estaba complicada, con Díaz y Cid a 8.78 y el bronce ya como última esperanza. Al final, Nueva Zelanda, Rusia y Canadá se repartían por ese orden las medallas, con España sexta pero aun así con un gran balance: sextas en unos Juegos. Con ese diploma regresará Virginia Díaz a España.
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