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Diego Botín se queda sin medalla olímpica. El 49er español necesitaba quedar quinto o, en su defecto, por delante de Alemania y Dinamarca. Pero en una mala segunda ceñida, como malo fue para sus intereses el role de viento, que cayó en intensidad, le condenaron ... al cuarto puesto; el que más duele. El cántabro y su tripulante, el gallego Iago López-Marra, tenían la regata controlada hasta el poco antes del tercer viraje, estabilizados en una cuarta posición que aseguraba el bronce. Pero al final se descolgaron. Gran decepción en una mañana en la que la medalla parecía muy cercana. Reino Unido, Nueva Zelanda y Alemania ocuparon el podio.
Arrancó la regata con mucha tensión, con un fuera de línea ante el que dos tripulaciones optaron por regresar, y un mano a mano entre Nueva Zelanda y España; entre Peter Burling y Diego Botín; dos de los mejores navegantes del mundo, y más aún si se habla de vela ligera. Burling y Tuke eran los favoritos al oro, pero un ESP que partía como tercera aspiraba a todo en una jornada con algo más de viento que en la regata femenina en la que se mostraron muy ambiciosos desde el principio.
Tras la salida el santanderino optó por virar el rumbo y se descolgaba muy ligeramente, en medio de una flota muy compacta pero a pocos metros de los kiwis; a menos de dos barcos de distancia en una emocionantísima medal race. A la mitad del primer tramo, apenas 20 metros separaban en línea a siete de los diez barcos, los no implicados o potenciales perjudicados por el fuera de línea.
A Botín y López Marra les bastaba un quinto puesto para asegurar medalla y lo sabían. Pero querían el oro y sin perder de vista la vela neozelandesa seguían su propia táctica en busca de una victoria parcial que les permitiera asaltar el trono de Burling y Tuke.
En el primer viraje Diego y Iago viraban quintos de forma mejorable mientras Botín protestaba al comité por el toque de baliza de Dinamarca. El Reino Unido se colocaba como nuevo líder con Nueva Zelanda en el segundo puesto y España cuarta. Cántabro y gallego seguían en bronce y a la estela de las otras medallas. Lo importante, que los perseguidores en la general no tenían la suficiente ventaja para neutralizarles.
Un role de viento obligaba a cambiar el recorrido después del segundo viraje, en el que Alemania seguía líder por delante de Nueva Zelanda, Reino Unido y España. Con menos intensidad de viento el riesgo era mayor. No solo porque el cántabro prefiere navegar con más intensidad, sino porque esas circunstancias hacen más imprevisible una regata que parecía controlada. Se cumplieron los peores pronósticos y allí llegó el desastre.
En el último tramo oro y plata parecían perdidos ante dos barcos intratables. A cambio el bronce estaba garantizado, pero de pronto el barco español cayó a la séptima plaza, lo que ante la pujanza de Alemania les dejaba sin bronce, descolgados en la séptima plaza cuando afrontaban la última empopada. Necesitaban remontar dos puestos para asegurarse la medalla. Eran trece segundos perdidos y se volvieron demasiados. Una distancia enorme; como la decepción de la tripulación española en una jornada aciaga con dos cuartos puestos en 49er.
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