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eva garcía
Sábado, 7 de agosto 2021, 10:12
Diego Botín no es el único cántabro que ha viajado a Tokio con la excusa de la vela. En un equipo olímpico con varios cántabros en el llamado equipo pluridisciplinar -fisios, técnicos...-, Santi López-Vázquez, director de preparación olímpica, es el encargado de coordinar un ... colectivo que viajó a Japón con muchas expectativas. Aunque no todas se han satisfecho, el cántabro ve marcharse a los suyos con dos medallas y dos diplomas. El exregatista también santanderino compitió en la clase 49er, la misma de Diego, en los Juegos de Sidney del año 2000. Ese mismo año, él y su compañero Javier de la Plaza se proclamaron campeones mundiales, pero en Sidney fueron cuartos, como el pasado martes su paisano.
Licenciado en Ingeniería de Telecomunicaciones y en Ingeniería Técnica de Equipos Electrónicos por la Universidad de Cantabria, ejerció como docente en la misma facultad entre 1996 y 2005, año coincidente con su participación en el desafío español para la Copa América. Desde entonces se ha dedicado a la vela.
«Estos son mis segundos Juegos en este puesto. En Londres éramos también un equipo grande; teníamos representación en nueve de las diez clases. Aquí tenemos diez de diez; el equipo es un poco más grande y somos un total de 38 personas, pero también tengo más experiencia para estar preparado y saber lo que podría ocurrir. Ahora las cosas que pueden ocurrir ya las has vivido y puedes gestionarlas mejor», explica López-Vázquez.
«Mi papel es coordinar al equipo, no solo durante los Juegos, sino también todo el periodo previo. Aquí hay una reunión diaria a las nueve de la mañana en la que comentamos diversos aspectos técnicos de la jornada. Son cosas que después tenemos que trasladar a los entrenadores y parte del equipo pluridisciplinar y seguir coordinando todo lo que viene después: desplazamientos de vuelta, carga de contenedores... Un poco todo el equipo pluridisciplinar», añade.
Santi no se enamoró a primera vista de la vela. Fue tras ver a su hermano Javier triunfar cuando sintió una «envidia sana», que le llevaría a los podios años después. Empezó con un Optimist en el Real Club Marítimo de Santander y comenzó a cosechar éxitos con un cadete. Con cada clase aumentaba su palmarés, pero fue con el 49er con el que culminó su carrera consiguiendo el oro en México, en el año 2000.
En Tokio, como coordinador, hizo seguimiento de las regatas durante el día por si hubiera alguna incidencia, trabajando con el experto en reglamento y aportando su experiencia en ese área, porque eran varias regatas a la vez. «Como tenemos diez clases, si hace falta algo y me preguntan puedo ayudar, pero sí que es verdad que al ser tantos no puedo realizar una función de ayuda en el agua, que me hubiese gustado. Se puede previo al evento, pero una vez comenzado es imposible, porque pierdes toda comunicación con tierra y no podrías contactar. O tienes que estar de guardia, pendiente de lo que le pueda ocurrir a cualquier otro miembro del equipo», explica.
López-Vázquez sucedió como técnico a su mentor, Jan Abascal, oro olímpico en 1980 en Flying Dutchman. Le entrenó desde que se inició en el 49er hasta el fin de su etapa de competición. Fue su preparador en campeonatos como su título mundial en México y esos Juegos de Sidney. Abascal propuso a López Vázquez para ocupar el puesto de director técnico cuando él lo dejó. Está orgullosos de su discípulo: «Está haciendo un gran trabajo. Gran parte del éxito es gracias a él. De alguna manera ha hecho que el equipo vaya con mucha motivación y se lo ha puesto muy fácil a los preparadores y a los deportistas. Ha creado un ambiente muy bueno, diferente al de Río, que fue muy triste».
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