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LEILA BENSGHAIYAR
Lunes, 9 de agosto 2021, 07:13
El trazado cuidadoso y construido con esmero de la Villa Olímpica ha servido de hogar, dentro del urbanismo de juguete de Tokio, a los ocho cántabros que han viajado hasta la ciudad nipona para participar en unos Juegos que, desde que arrancaron el pasado 23 de julio, han conseguido seducir a más y más gente. Hubo momentos para todo. Incertidumbre, esperanza, nervios y un cargamento de interrogantes que se fueron despejando a medida que pasaban los días. Cantabria ha tenido representación en cinco disciplinas, dos deportistas han tocado medalla con el equipo de balonmano y cuatro regresan con diplomas olímpicos.
«Medalla de bronce, generación de oro», decía Álex Dujshebaev después de ganar a Egipto y colgarse del cuello el preciado metal, al igual que su compañero Ángel Fernández. Y lo cierto es que el resto de cántabros en Tokio, robinsones de moral inquebrantable, han desempeñado un digno papel en los Juegos aunque no se hayan hecho con una presea. Brillan por sí solos.
Álex Alonso y Mario Garín, con la selección masculina de hockey, y Bea Pérez con el combinado femenino; Diego Botín en vela, Jimena Pérez en natación, Virginia Díaz en remo; y Álex Dujshebaev y Ángel Fernández con la selección masculina de balonmano, conforman la representación cántabra que ha cruzado las aguas del Pacífico para, con sus pequeños resbalones y aciertos, más tibios o menos, hacer que el deporte le robase el protagonismo al covid, o al menos lo intentase. Y aunque la lista la forman ocho deportistas cántabros, en la práctica son siete. La explicación hay que buscarla en las normas vigentes en el hockey.
Con la selección acudió Álex Alonso, que se despidió en cuartos de final ante Bélgica con el orgullo de no haber regateado ni la última gota de sudor, y se lleva diploma olímpico. Y también viajó Mario Garín, pero no ha podido estrenarse en Tokio. Y es que Garín es el portero suplente de la selección, por lo que ha viajado hasta la ciudad nipona, pero el reglamento, que es muy particular, solo permite que acudan 16 jugadores y que se inscriba el mismo número, 16, además de un solo portero. Sí se admite la presencia en la Villa Olímpica de un segundo meta que no se inscribe, pero es un recambio permitido. Es decir, en caso de lesión del portero titular sí le dejarían hacerlo. Algo que no ha sucedido durante la competición.
La santanderina Bea Pérez, que ya tiene experiencia en esto después de disputar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 con España, es otra de las deportistas que se trae diploma olímpico. Las Redsticks cayeron ante Gran Bretaña y se quedaron sin semifinales tras empatar en el tiempo reglamentario, pero no pudieron con Hinch, la meta inglesa, en los shoot out. A Bea Pérez, que ha marcado dos tantos en los Juegos (ante Australia y Japón), a buen seguro le centrifugó la sangre cuando no pudo batir a la inglesa. Y más después de echarse a la espalda la responsabilidad de hacerlo cuando España ya había fallado tres penaltis.
Álex Dujshebaev y Ángel Fernández, los dos representantes cántabros en los Hispanos -Dani Dujshebaev no fue a causa de una lesión de rodilla-, se han acoplado al equipo como una sábana a un colchón. El primero es uno de los puntales de la selección y para el de Astillero estar en los Juegos Olímpicos era «cumplir un sueño». Y más a sus 32 años, que le convertían en el más veterano de los cántabros en Tokio. El sueño se ha cumplido. Y para ambos, que llegarán a Santander convertidos en dos Hispanos de bronce después de vencer el sábado a Egipto.
La nadadora Jimena Pérez, que competía en 800 y 1.500, dos de las disciplinas en las que nada Mireia Belmonte, terminó en la quinta plaza de su serie, la segunda, en la clasificatoria de los 800 metros libres (8.33.98), con lo que no llegó la final. Y tampoco pudo hacerlo en una más que exigente manga clasificatoria de los 1.500 metros. Octava, con un tiempo de 16.15.99 en la cuarta serie, se despidió de Tokio sin diploma, pero con el orgullo de haber llegado hasta los Juegos.
En vela 49er Diego Botín regresa con diploma, pero sin medalla. Y eso que la posibilidad de que el cántabro regresase con un metal colgado del cuello era más que razonable. A Botín, timonel, y a su compañero Iago López-Marra, tripulante, todo les acompañaba como la huella dactilar propia, pero la expectativa se truncó. Dependían de sí mismos y con un quinto puesto en la medal race aseguraban la medalla de bronce en Tokio. Esta vez no pudo ser. Ahora deberán esperar a Paris 24.
Los favoritos eran los neozelandeses, actuales campeones del mundo, mientras que la pareja cántabra era candidata a una plata como mínimo, pero fueron precisamente los kiwis quienes se la colgaron cuando los ingleses, contra todo pronóstico, dejaron a al resto atrás y se hicieron con el metal dorado. El tándem Botín-López, que regresa a casa con diploma olímpico, quedó empatado a puntos con los alemanes, que se llevaron la presea de bronce.
No hubo medallas para la cántabra Virginia Díaz en el remo, pero sí diploma olímpico en la final del dos sin timonel para la pareja formada la de Astillero y Aina Cid. Fueron las primeras en avanzar de ronda en Tokio, al pasar el primer corte en la modalidad, y llegaron a la final para pelear por una medalla. El dúo salió en sexta posición de partida y depositó sus opciones de obtener una presea en manos de una remontada que pronto se vio que era un imposible.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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