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¡¡¡Enhorabuena Campeón !!! Diego Botín. Cuarto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020'. Susana se había tomado su tiempo para diseñar, en una cartulina blanca, su mensaje de apoyo. Y junto al nombre de Diego Botín, el logotipo del Real Club Marítimo de Santander. ... El nexo de unión entre uno de los mejores regatistas del mundo y la pequeña. Porque Susana aprende los entresijos de la vela en la escuela del club. «No vi la regata, pero me dijeron que acabó cuarto». Su amiga Paula, que apenas lleva un año en la escuela, navega en Optimist, al igual que Susana. «Mi padre me ha dicho que Diego también empezó así». Las dos tienen muy claro lo que hay que hacer para que un día tengan un recibimiento así. «Trabajar mucho».
El Real Club Marítimo de Santander, el club al que pertenece Diego Botín, había organizado un pequeño recibimiento en el aeropuerto Seve Ballesteros. Querían que fuese una sorpresa, para dar ánimos a alguien que se trae de Tokio la medalla más amarga de todas. Esa que llaman de chocolate. La del cuarto puesto. Para más inri, tras un campeonato en el que Diego Botín y el gallego Iago López estuvieron en puestos de podio casi todo el campeonato y llegaban a la medal race, la regata por las medallas, con todas las opciones para traerse una de las tres preseas en la maleta.
La pequeña expedición del Marítimo llegaba en torno a la una menos diez de la tarde. Jorge Angulo Batista, el director de la escuela, señalaba que el club «lo tenía claro desde el principio, el hacer un pequeño recibimiento» a uno de los suyos. «Se lo merece. Es que aparte de lo trabajador que es, es un tío espléndido». Costaba encontrar entre los chavales a alguien que se hubiese pegado el madrugón el martes –seis y media de la mañana– para ver la medal race de los 'fortys'. Diego y Fernando la vieron en diferido. «Mala suerte», decía el primero. «Lástima que no haya ganado. Se lo merecía», añadía Fernando.
El medio centenar de personas, entre chavales de la escuela, gente del Marítimo, familiares y amigos, esperaba fuera del aeropuerto. Cortesía del covid, no se puede estar en el interior para hacer el recibimiento de turno al deportista. Así que cuando apareció alguien enfundado en la camiseta del equipo olímpico español, al principio costó reaccionar un poco. Pero al punto comenzó un sonoro aplauso.
Enseguida empezaron los móviles a hacer fotos sin descanso. Y Diego, a firmar en las banderas de España que muchos de los chavales, compañeros de club, llevaban en forma de capa. «Es un orgullo para el Marítimo y para toda la vela cántabra. Hay que estar con él, ayudarle a tope. Para que dentro de tres años nos dé una alegría en París», señalaba Fernando Pereda, presidente del Marítimo. Severine, la madre de Diego, inmortalizaba teléfono en mano todos los momentos antes de fundirse en un abrazo con su hijo. Por ahí estaba también Nicole, la pareja de Diego. Y Manoli, la 'tata', también abrazaba emocionada a su niño, con algún gesto que indicaba lo flaco que se había quedado Diego en los Juegos y que no le vendrá nada mal comer bien y recuperarse de tanto ajetreo en estos últimos años.
El patrón del 'ESP 97' no se esperaba, aunque fuese de lo más sencillo, un recibimiento. Ni tampoco el aluvión de mensajes de ánimo recibidos esta semana. «Es increíble. Todo el apoyo que hemos recibido desde que han acabado los Juegos y todo el seguimiento que ha habido... En ningún momento me esperaba que hubiese sido tan grande», reconocía Diego Botín. «El resultado no ha sido lo esperado, pero estamos muy contentos con el rendimiento. Para nosotros significa mucho todo el apoyo que estamos teniendo».
El santanderino intenta pasar página de esa medal race del pasado martes. «Los cuatro primeros llegamos muy justos a esa final. Hicimos un planteamiento que no fue el más acertado de todos». Una regata que se empezó a complicar tras pasar la primera boya. «Pasamos la primera boya y pasamos unos cuantos barcos en la siguiente popa. Estaba todo bien. Luego estábamos en una posición en la que decidimos controlar un poco, y yo creo que fue un poco el error, el exceso de control. Y al final por nada, no conseguimos una medalla». Todo en una semana en la que no pudo haber más igualdad. «Hacía tiempo que no se disputaba tanto una medalla en esta clase. Para nosotros ha sido increíble poder estar peleando ahí. Ha sido una experiencia como ninguna otra, porque nunca hemos navegado con tanta presión encima durante tanto tiempo. Estamos muy contentos por cómo hemos ido».
Manoli tampoco se tiene que preocupar en exceso. Porque esa aparente delgadez de un deportista de élite tiene fácil solución. «He perdido un par de kilos a pesar de intentar no perderlos. El peso es una cosa que intentamos mantener siempre», señalaba entre risas Diego ante esa pregunta sobre lo 'fino' que está. La mejor receta para eso será lo que viene a continuación. «Ahora, a descansar. Que el cuerpo recupere todo lo que ha perdido. Ahora a descansar y a replantearse todo». A pesar del cansancio, el gen competitivo de uno de los mejores regatistas del mundo sale a relucir al instante. «Pero esto enciende el fuego para los siguientes Juegos. Pondremos las miras dentro de poco. París está al lado».
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