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S. D.
Lunes, 8 de agosto 2016, 21:37
Hay veces que los deportistas venden la piel del oso antes de cazarlo y, el resultado, puede ser cuanto menos embarazoso. Este ha sido el caso del boxeador de la selección de China, Lü Bin, que tras finalizar el combate contra su rival, que representaba a Kenia, estaba eufórico aguardando la decisión final de los jueces.
Tal es así que cuando el árbitro de la contienda levantó el brazo del ganador (su rival) él celebró la victoria, aunque la pelea se le llevó su contrincante. La cara del púgil asiático es un poema. Los Juegos Olímpicos no dejarán nunca de sorprendernos con imágenes como esta.
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