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J. Gómez Peña
Miércoles, 10 de agosto 2016, 19:05
De espaldas a la playa de Pontal, vacía en un desapacible y ventoso día de lluvia, el vizcaíno Jonathan Castroviejo trata de ver la botella medio llena. Ha perdido el bronce por cuatro segundos.
No ha subido al podio de Cancellara, Dumoulin y Froome, pero vuelve a estar entre los mejores del mundo medio año después de sufrir una caída que pudo haberle costado toda la temporada. O quizá más. Por eso, a la decepción le echaba optimismo bajo la fina lluvia brasileña que mojaba Pontal.
Al llegar ha marcado el mejor tiempo. Tenía que esperar a que llegaran los favoritos. ¿Cómo han sido esos veinte de incertidumbre?
-Bueno, en los Juegos de Londres ya estuve en una situación similar. Estoy contento y a la vez siento rabia. En el Mundial del año pasado me sucedió lo mismo. Es la segunda vez que me quedo a un paso de la medalla por tres o cuatro segundos. Y todo después del año que llevo. He pasado la temporada casi en blanco tras la caída de febrero en Portugal (se rompió el codo y se dañó dos vértebras). Llegué a pensar que no iba a correr en todo el año. Y mira, unos meses después he sido cuarto en unos Juegos, a cuatro segundos de una medalla olímpica. Por eso estoy contento.
¿Venir a los Juegos ha sido la motivación para acelerar su recuperación?
-Bueno, era un ilusión. Tenía que ponerme una meta. Si no, no avanzas. Me entrené para llegar a tiempo al Tour, pero al final no fui. Quizá ha sido lo mejor, visto ahora. Y reconozco que me ha faltado algo de motivación para preparar los Juegos porque no sabía si me iban a convocar para Río. En la Vuelta a Polonia ya me encontré bien y fue cuando me llamaron para venir aquí. No he llegado al cien por cien, pero he logrado un buen resultado.
El accidente de febrero en Portugal fue una vez acabada la etapa. Cuando bajaba en bici hacia el autobús chocó contra un espectador. ¿Qué pensó al verse de repente roto en un hospital?
-Ya llevaba una mala racha. El 30 de diciembre me atropelló un coche. Y luego vino lo del codo y las cervicales. Para recuperarme pensé en el Tour. Si no me hubiera puesto ese objetivo, no habría estado ahora aquí.
¿Cómo ha sido la contrarreloj?
-Me he encontrado bien. No he sufrido tanto como otras veces. La primera vuelta la he dado a un ritmo constante. Tranquilo. Y en la segunda sí lo he pasado peor. Me ha faltado algo de ritmo en algunos tramos. Es normal en una contrarreloj de una hora y cuarto. Además, ha llovido y sólo había rodado estos días sobre seco. No sabía cómo eran en mojado las curvas ni el asfalto. Quizá he pecado de conservador. Todavía tengo el miedo de la caída de Portugal.
¿Piensa en dónde podría haber sacado esos cuatro segundos?
-Siempre le das vueltas a eso. Me supo peor quedar cuarto en el Mundial de Richmond. Ahora, con todo lo que he pasado, sólo puedo estar contento y pensar en lo que viene, en la Vuelta a España. Y en la contrarreloj del próximo mundial, donde espero resarcirme.
¿Qué ha sentido cuando justo al final Froome ha batido su tiempo y le ha quitado del bronce?
-Ufff... Rabia, mucha rabia en ese momento. Es una medalla olímpica. Igual dentro de unos años ya no se le da tanta importancia, pero ahora sí. Bueno, ya está. No me voy a venir abajo.
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