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Manuel Sánchez
Miércoles, 10 de agosto 2016, 18:21
Cuando un gran campeón nace, los focos no tardan en convertirse en algo habitual en su vida. La fama, las entrevistas y los millonarios contratos publicitarios son la recompensa por años de esfuerzo y sacrificio. Es lo que tiene el deporte a nivel profesional, el ... éxito te aúpa a lo más alto, pero la derrota hace que nadie se acuerde de ti. Todos estos premios también vienen con su contrapartida. La fama tiene su cruz llamada presión. Acudir a cada evento como el gran favorito es una ventaja para unos y una carga extra para otros. Conseguir la victoria es visto como algo normal, pero caer te pone en el disparadero de la prensa, compañeros etc. Esta presión puede transformarse en éxitos como el caso de Rafa Nadal, quien con 19 años ganó la Copa Davis ante la abarrotada Cartuja y con 20 arrasó Roland Garros. Pero la presión también puede oprimir y arrasar una carrera prometedora. Esto último es lo que intenta evitar Garbiñe Muguruza.
La caraqueña venció el pasado mes de junio en la arcilla de la Philippe Chatrier. Su primera victoria en Roland Garros y la primera vez que alzó un Grand Slam. La posibilidad de que España volviese a tener una gran campeona estaba ahí. Pronto comenzaron las comparaciones con Conchita Martínez y Arantxa Sánchez Vicario. Una nueva estrella había nacido, ahora solo faltaba que su luz no se extinguiese. Pero los resultados no acompañaron al éxito francés. Garbiñe caía en primera ronda en el WTA de Mallorca, en segunda en Wimbledon y se bajó a última hora del torneo de Montreal. Las alarmas comenzaron a sonar. ¿Sería Muguruza un nuevo caso Bouchard, Ivanovic o Wozniacki?
Precendentes
No hay que irse muy atrás para encontrar casos de tenistas que alcanzaron la cima y no consiguieron mantenerse. Ana Ivanovic tuvo su punto culmen en 2008, llegó a la final en el Abierto de Australia y se coronó en Roland Garros. Estos dos éxitos le permitieron subir al escalón uno de la WTA. Ana contaba con 20 años y todo parecía prever una carrera llena de éxitos. Desde aquella victoria en París, la serbia solo ha pasado de cuarta ronda en Grand Slam en tres ocasiones. Llegó a Cuartos en el Us Open de 2012 y en el Abierto de Australia 2014 y a las semifinales de Roland Garros en 2015. En la actualidad, Ana Ivanovic ocupa el puesto 26 del ranking WTA.
Caroline Wozniacki irrumpió en el circuito con tan solo 19 años. En 2008 ya ganaba títulos y en 2009 llegó hasta la final del Us Open. Un año después ya reinaba en lo más alto del ranking. Una carrera meteórica y prometedora que se quedó ahí. Pese a ganar diez títulos a partir de 2010 y volver a la final del Us Open en 2014, la danesa a día de hoy es recordada como la tenista que alcanzó el número uno sin haber ganado un Grand Slam. Wozniacki se ubica a día de hoy en el puesto 53 de la WTA.
Eugenie Bouchard es el ejemplo más reciente. La canadiense tuvo un 2014 de ensueño. Llegó a semifinales en el Abierto de Australia y Roland Garros y a la final de Wimbledon, donde cayó ante Petra Kvitova. Todo ello con 20 años. Por lo tanto 2015 debía ser el año para su consagración. Nada más lejos de la realidad. Genie encadenó rachas de resultados horribles que llevaron al traste su progresión. Por poner un ejemplo, entre mediados de marzo y de agosto la joven jugadora tan solo ganó dos partidos. Su ranking actual es el 40. Garbiñe tiene muchos ejemplos en los que fijarse para no repetir los mismos errores. La temprana derrota en los Juegos Olímpicos demuestra que existe un problema mental que va más allá del juego de la tenista caraqueña. El tenis de Muguruza está ahí, solo hace falta que su cabeza deje que aflore.
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