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Fernando Miñana
Viernes, 12 de agosto 2016, 10:48
Hay dos atletas en Río, el ugandés Jacob Kiplimo y el armenio Gayane Chiloyan, que el año que nacieron, en 2000, Chuso García Bragado iba ya por sus terceros Juegos. El español se subía a un avión este jueves para viajar hacia su séptima ... experiencia olímpica. El marchador madrileño, de 46 años, tendrá que tomar la salida en la prueba de 50 kilómetros para convertirse en el atleta mundial y el deportista español con más sombras proyectadas bajo el pebetero. Atrás quedarán ya el waterpolista Manel Estiarte y el jinete Luis Álvarez Cervera, ambos con seis participaciones.
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De nuevo se ha saltado el desfile. Solo estuvo en una inauguración, la de Atlanta 96, y solo allí abandonó... El hombre de mármol, como le apodaron los italianos tras ganar el Mundial de Stuttgart, hace ya 23 años, después de dormirse y salir en ayunas, no necesita tanto jolgorio. Ha vivido de todo entre sus doce Mundiales y sus seis Juegos. Él prefiere descansar. Tiene 46 años (cumplirá los 47 en dos meses), dos caderas operadas y una vida con mucho trajín. Es concejal de Sant Adrià de Besós y a veces los plenos son tan largos que desearía estar en el Parque Fluvial machacándose, evadiéndose, dejando su mente en levitación, lo que más le gusta y lo que le ha hecho, bajando las cargas de entrenamiento y, lógicamente, las expectativas, llegar a sus séptimos Juegos.
Bragado será el atleta más longevo de Río. Nació en 1969, tres años antes que la mujer de mayor edad, la maratoniana y pediatra del Valle de Aosta Catherine Bertone. Son dos veteranos de guerra con muchos años de servicio. Como el velocista Kim Collins, un cuarentón que debutó en Atlanta 96 en una carrera que ganó Ato Boldon. O el jamaicano Asafa Powell, con 13 temporadas a sus espaldas con marcas por debajo de los diez segundos. En triple salto aparece Fabrizio Donato, el referente del español Pablo Torrijos, que el domingo cumplirá los 40 y que en Londres subió al podio.
Entre las mujeres también hay una española veterana y universal. Es Ruth Beitia, en territorio carioca con la idea fija de completar su obra, de coronar una carrera majestuosa con el único trofeo que envidia, una medalla olímpica. La cántabra ya tiene 37 años y solo entrena tres horas al día. Ya no necesita doblar como en sus años de juventud. La experiencia y su carácter competitivo de última generación hacen el resto.
Beitia lleva años y más años acudiendo a diferentes campeonatos al lado de Concha Montaner, otra saltadora, ésta de 35 años, que esta temporada encontró un salto notable entre las nubes de Navacerrada.
Son la vieja guardia, como la velocista jamaicana Veronica Campbell (34) o la checa Barbora Spotakova, la plusmarquista mundial de lanzamiento de jabalina que, a los 35 años, es la favorita. Esta antigua heptatleta, que se centró en el lanzamiento motivada por la leyenda de su país Jan Zelezny, aspira a su tercer título olímpico consecutivo.
Atletas históricos que ni se acercan al tremendo recorrido de García Bragado, el marchador que observa el progreso sin sacarse las zapatillas. Ya no encuentra mucho en común con los jovencitos de tatuajes y mil cachivaches en la maleta. Igual que se frota los ojos con las soluciones que ahora arroja la medicina, como el pegamento de células madres hecho con su plasma que curó en dos semanas una lesión que en sus inicios hubiera necesitado meses de reposo.
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