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EFE
Viernes, 12 de agosto 2016, 17:45
Sin rival. Ni hoy ni echando una mirada atrás en el tiempo. Almaz Ayana (24 años) ha destrozado en Río, en la primera final del atletismo en estos Juegos Olímpicos, el récord del mundo de los 10.000 metros. Con un crono de 29:17.45 ha reventado en 14 segundos la marca que la china Junxia Wang tenía desde 1993 y en 50 su marca personal.
Ha sido, sin duda, la mejor carrera de 10.000 metros de la historia. Y no solo por la plusmarca mundial, sino por la cantidad de récords nacionales que se han visto. Cheruyot (Kenia) ha batido el récord de su país (29:32.53 y se ha quedado a un segundo del anterior récord mundial) y Tirunesh Dibaba (29:42.56, bronce), también ha mejorado su marca. Las ocho primeras, de hecho, han mejorado su mejor crono en esta primera final atlética.
Así ha sido el récord
Ya desde los primeros metros, las atletas africanas han mostrado su poderío y han estirado el grupo. La keniana Nawowuna ha sido la encargada de reventar desde el comienzo la final, seguida muy de cerca por Ayana, consciente de que cualquier ritmo le valía para llevarse el oro. Pasado el primer kilómetro se han formado tres grupos. El primero, el de las favoritas (con ocho atletas), ha seguido comandado por Nawowuna. Gebre, por su parte, se ha situado en el tercer grupo (el más numeroso; casi un pleotón, teniendo en cuenta que eran 37 las atletas que competían en la primera final del atletismo en Río).
Poco a poco, aunque a un ritmo frenético, el grupo cabecero, en el que también estaba Tirunesh Dibaba, ha ido abriendo hueco. Cerca de 100 metros sacaban las ocho primeras al resto pasado el tercer kilómetro. La keniana ha continuado tirando y del primer grupo han empezado a caerse atletas una tras otra. El ritmo (por debajo de tres minutos el kilómetro) era insoportable para las mortales.
Ataque de Ayana
Pasado el quinto kilómetro, Ayana ha decidido que era su momento. La atleta etíope sabía que no tenía rival y ha atacado. Se ha ido en solitario en una carrera que ha parecido un sprint constante. Y tanto que era un sprint. Pulverizar un histórico récord del mundo no es moco de pavo.
Desde el momento en el que Ayana ha atacado (pasado el quinto kilómetro), se ha ido en solitario, doblando atletas una tras otra y acercándose poco a poco a la gran gesta que ha conseguido.
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