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Sábado, 13 de agosto 2016, 22:23
No hay otra rivalidad en sudamérica como la de Argentina y Brasil. Odio deportivo forjado durante años de penas y alegrías. De idas y venidas. Los albicelestes son el país más pitado en Río, donde sus jugadores de cualquier disciplina viven siempre en cancha ... ajena. En baloncesto esa rivalidad se recrudece. Argentina ha sido el verdugo de Brasil en los últimos tres grandes campeonatos que han disputado (Mundiales y Juegos Olímpicos) y esa herida aún sigue abierta en el corazón carioca. Quizá por eso, el duelo entre ambos comenzó a calentarse ya anoche y se alargó durante todo la mañana en el Parque Olímpico de Barra. Medidas de seguridad extremas, que obligaron incluso a que los dos capitanes -Huertas y Scola- pidieran calma al público antes de comenzar el encuentro.
El triunfo era vital para ambos, sobre todo para Brasil, cuya única victoria (la lograda ante España) le ponía muy cuesta arriba la clasificación. Salió mejor Argentina, con un Nocioni espectacular, que al final del primer tiempo sumaba ya 21 puntos. De su mano, la albiceleste carburaba y acumuló una ventaja superior a los diez puntos, en jugada por su rival en el segundo cuarto tras un parcial demoledor (16-0) que le dio la iniciativa antes del descanso (44-52). Nocioni y Campazzo eran el sostén argentino ante una Brasil coral, donde Nené dominaba los aros y el sorprendente Benite marcaba el ritmo. La tensión de la grada se trasladó a la pista, donde cada canasta se celebraba como un gol. La sequía de Ginóbili, apenas cuatro puntos en media hora, lastraba a los de Sergio Hernández, incapaces de sumar si no era a través del Chapu.
Se mantuvo igualado el choque, pero siempre con Brasil por delante. Se acercaba Argentina, pero nunca lo suficiente. Al último se llegó con seis puntos de ventaja locales, que Campazzo se encargó de minimizar con un triple, que por entonces sumaba a sus diez asistencias. Actuación magnífica del base, que aún tenía más. El enésimo error en el tiro de Nené -que fue poco a poco apagándose- le dio a Argentina una última oportunidad (82-85). Se la jugó Ginóbili, pero el balón salió repelido por el aro. Todos lo buscaron, pero el único que lo encontró fue el pequeño Campazzo (1,79 metros siendo generosos), que entregó la bola a Nocioni para que el madridista encargara la prórroga.
Partido nuevo, en el que Brasil comenzó mejor (88-94) pero en el que volvió a encogerse. Como si le diera miedo ganar a su verdugo. Como si fuera incapaz de consumar la venganza.
Otra vez Campazzo, que para entonces ya había igualado la importancia de Nocioni en el partido, se bastó para silenciar el Carioca Arena y llevar el choque a otra prórroga, de la que Brasil ya no se levantaría. Un encuentro épico. Magnífico. Con un Campazzo estelar (30 puntos y 11 asistencias) y un Nocioni rejuvenecido (37 puntos y 8 triples) que obliga a España a ganar a Lituania esta noche (00.00 horas) si no quiere quedarse virtualmente fuera de los Juegos. Una derrota significaría estar pendiente de un triunfo de Nigeria ante Brasil en la última jornada. «Cariocazo». Milagro que sería difícil de esperar.
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