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Laura Marta
Sábado, 13 de agosto 2016, 08:03
Eran dos muñecas lesionadas, dos «herramientas de trabajo» con heridas de guerra, dos manos en proceso de recuperación que buscaban un alivio en una final olímpica. Una recompensa inmensa al dolor. Durante la semana habían visto recuperadas sus armas de ataque lo suficiente como para ... llegar a esta ronda, y en la lucha por el último día de torneo, tan cerca ya, se olvidaron los días de fisioterapeuta y de descanso obligado. Solo hubo pelea. Ni siquiera hubo espacio para esa amistad que se inició en la adolescencia, pues ya en la madurez los dos se buscaron las cicatrices: una derecha menos firme que de costumbre de Nadal, un revés inofensivo de Del Potro. En la dura batalla, dos contendientes magníficos, pero que solo uno luchará por el oro. Después de tres horas y ocho minutos de fantástico tenis, Juan Martín del Potro levantó los brazos al cielo. Del infierno de sus años en barbecho, al cielo de luchar por un oro. Nadal, que se dejó todo, volverá a la pista cargado de ilusión para ganar el bronce hoy, ante Kei Nishikori.
Fue la muñeca del español la que tembló más al inicio del partido. Se le escurrió el primer juego con su saque. Poca consistencia y mucha velocidad en los drives de su rival. El argentino ha sufrido un calvario de operaciones, un año sin jugar y el desprecio del tiempo inactivo que lo hunde en la posición 141 del ranking. Pero los males parecen haber quedado atrás. Ha recuperado todo su potencial y su imagen y su tenis vuelven a parecerse a los del campeón que fue. Pero también Nadal, que se crece en estos Juegos. Buscó el revés del argentino y hasta aprendió a leer rápido los saques del de Tandil. Si el segundo juego lo perdió en blanco, empezó a hacerle sufrir en el cuarto, donde recuperó la desventaja.
El juez de silla pidió calma y respeto a la grada, que rozó la mala educación con gritos a destiempo. Los «Del Po, Del Po» quedaban acallados por los «Nadal, Nadal» no siempre cuando tocaba. En la pista la batalla mantuvo la tensión, acuciada cuando se llegaba al final del primer set. Las líneas se volvieron más difíciles de atacar y los temblores atraparon al argentino. La muñeca está lista, pero también necesita que la cabeza se acostumbre a estar en un punto límite. Con 5-6 y saque, Del Potro no aguantó la presión. El español le devolvía más de lo que estaba dispuesto a asumir y cedió con una derecha muy fuerte que los nervios hicieron chocar en la red.
Otro maratón
Llevaban tres años sin verse sobre una pista. Desde las semifinales del Masters 1.000 de Shanghái de 2013, que se llevó Del Potro. Pero la intensidad de sus duelos se mantiene intacta. Y el argentino recordó algunos detalles que lo hicieron vencedor aquella vez. A la mínima oportunidad que tuvo, se propulsó sobre sus talones para impregnar más velocidad a sus derechas, con las que volvió a levantar a la grada, y a incomodar a Nadal incluso desde el resto. En el tercer juego se apuntó el servicio del español, al que ya no dio ninguna opción de recuperarse. Otra vez una paliza de tres sets, con solo diecisiete horas para descansar del atracón de tenis en el que logró su primer oro en Río 2016 con Marc López.
El cansancio llegó. Con 2-2, Nadal levantó dos opciones de peligro para volver a sufrir. Del Potro rompió el servicio del balear para ponerse 5-4 y saque. En el siguiente juego, un error del argentino, una gran derecha del español y un tremendo passing espolearon a la grada. Y para añadir épica, el orgullo del balear levantó un 0-40 en el undécimo juego para llevar el drama al tia break. Al límite de fuerzas, Nadal cedió, no sin luchar y superar una bola de partido. Pero a la siguiente, su derecha, una cicatriz, le falló. Nadal cae con honores en la lucha por el oro, y buscará consuelo en el bronce.
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