Secciones
Servicios
Destacamos
J. Gómez Peña
Martes, 16 de agosto 2016, 08:27
Las cámaras que vieron ganar a Usain Bolt la medalla de oro en los 100 metros recogieron las imágenes de un estadio olímpico abarrotado. Era la afición de Bolt; no la del atletismo. Un espejismo brasileño. En la jornada siguiente, la de Rudisha y Lavillenie, ... las gradas estaban medio vacías. Y en ese escenario semidesértico salieron Bolt, Gatlin y De Grasse, los tres medallista de los 100, a subir al podio, recoger sus preseas y escuchar el himno de Jamaica.
Bolt no tuvo esta vez su habitual baño de masas. Ni siquiera se deshizo en guiños. No tenía a quién dirigirlos. Brasil no es el país del atletismo. Daba pena ver un espectáculo así sin la pasión que siempre encienden los Juegos. Sólo hubo un beneficiado: Gatlin, el de los dos casos de dopaje que busca la redención con 34 años. Esta vez le silbaron menos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.