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JOSÉ CARLOS ROJO
Miércoles, 12 de noviembre 2014, 10:46
Con 17 años, en la cima de su carrera deportiva, la entonces campeona del mundo de gimnasia rítmica María Pardo dejó el equipo nacional dos meses antes de su gran cita, los Juegos Olímpicos de Atlanta. De aquella historia y todo el revuelo mediático que despertó para denunciar las prácticas espartanas de entrenamiento impuestas por la directiva de la Federación han pasado muchos años.
«Ahora las cosas han cambiado, las niñas están mucho mejor y tienen una vida normal, pese a las exigencias de la alta competición», remarca la cántabra, que suma ahora 35 años. Su historia parece un cuento de ficción. «Cuando se pusieron en marcha las Escuelas Municipales en Torrelavega, en los primeros años de la década de los ochenta, hubo un aluvión de niñas que se apuntaron a gimnasia rítmica. No entré en la selección, pero mi hermana sí, y de tanto ir a buscarla a los entrenamientos, un día me dieron una oportunidad». Sus condiciones pronto afloraron y la atleta no tardó en destacar en la selección nacional.
Los títulos que llegaron entonces comenzaron a engrosar el currículo de María Pardo: bronce en el Campeonato del Mundo de Praga, en 1995; plata en el Mundial de París (1994) y oro en el Campeonato del Mundo de Viena (1995).
Ahora instruye a pequeñas promesas en el colegio José Luis Hidalgo de Torrelavega, en el José María de Pereda de Los Corrales y en las Escuelas Municipales de Santoña y Torrelavega como entrenadora nacional.
«Al terminar aquello te quedas sin nada. No somos Cristiano Ronaldo y no se puede vivir de esa carrera fugaz. Yo conozco a muchas chicas que ahora están paradas, sin saber qué hacer. Yo lo dejé a tiempo de no hartarme de la gimnasia y ahora puedo dedicarme a ello porque me gusta. Lo importante en esto es disfrutar lo que haces, y es justo lo que les aconsejo a las niñas».
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