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Marco García Vidart
Lunes, 21 de marzo 2016, 17:15
La rusa Marina Kuptsova cumplirá 35 años el próximo 22 de diciembre. Como saltadora de altura no lo hizo mal. Fue campeona de Europa en pista cubierta en 2002 con un brinco de 2,03 metros. Y en 1998 se proclamaba en Annecy (Francia) campeona ... del mundo júnior. Aquel entorchado mundial lo ganaba un 1 de agosto aún con 16 primaveras. Oro con 1,88. Aquel día, una santanderina de 19 años saltaba 1,80 y terminaba octava en ese Mundial de Annecy para juveniles. Su primera gran competición internacional. De la Kuptsova nada se sabe desde hace más de una década, tras una carrera a la que pusieron fin las lesiones. Pero aquella santanderina que en Annecy ya apuntaba maneras, hoy en día sigue siendo una de las mejores del planeta. Tanto que este domingo se proclamó subcampeona del mundo de pista cubierta en salto de altura. La longevidad de Ruth Beitia (Santander, 1 de abril de 1979) en el deporte de élite casi no encuentra parangón a nivel mundial. El 1 de abril le caen 37 años y hay que buscarla en el segundo lugar en cuanto a las mejores marcas del año. Hasta hace una semana, sus 1,98 eran el mejor registro.
En la tabla de mejores marcas del año de la federación internacional de atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés), no hay nada parecido. La que más se acerca a Ruth es la estadounidense Jennifer Suhr, que cumplidos los 34 lidera a nivel mundial la pértiga con 5,03 y que ayer el viernes pasado el oro en este Mundial de Portland. En un somero repaso a varias de las disciplinas más populares del mundo, la regla general es que los que cortan el bacalao son personas bastante más jóvenes que Beitia. En el golf manda el norteamericano Jordan Spieth, aún con 22 años. Stephen Curry imparte palizas a diestro y siniestro con sus Warriors en la NBA con 28 años, lo mismo que hace Leo Messi en el Barça con esa misma edad. Con 28 tacos también está el indiscutible rey del tenis mundial, el serbio Novak Djokovic. Aunque su homóloga en el circuito femenino, Serena Williams, con sus 34 años se acerca más a Ruth Beitia. Esa misma edad, 34, tiene el mejor jugador del mundo de rugby en 2015, el neozelandés Dan Carter. En el ciclismo, el abanico se extiende desde los 30 años del vigente rey del Tour de Francia, Chris Froome, a los 31 del líder actual de la clasificación mundial, el australiano Richie Porte, pasando por los 33 años de Alberto Contador, los 35 de Valverde o los 36 de Purito Rodríguez. En esquí, los líderes de la Copa del Mundo son la suiza Lara Gut (24) y el austríaco Marcel Hirscher (27). La gran estrella del deporte blanco, la norteamericana Lindsay Vonn, tiene 31 primaveras.
"Ilusión"
La mejor atleta española de todos los tiempos no duda en señalar la clave para aguantar tantos años en lo más alto de su especialidad. «Es la ilusión. El atletismo se ha convertido en la pasión de mi vida». Aunque en 2011 la espalda le dio algo de guerra, Beitia reconoce que es una suerte no haber padecido nunca una lesión grave «de esas que te dejan varios meses sin competir». Las técnicas de hipolates para la reeducación postural, el apoyo de su psicóloga, fisioterapeuta... La santanderina se ha rodeado de un equipo que la mima hasta el extremo. Porque aunque el resto del planeta piense que Beitia es eterna, su cuerpo ya no es el mismo que el de aquel verano del 98 en Annecy. «Cada vez me cuesta más», señala.
Quien mejor conoce esa máquina cuasi perfecta de saltar es el otro 50% de Beitia, como así le llama ella. Ramón Torralbo entrena a Ruth desde hace más de un cuarto de siglo. Incluso él está sorprendido de que su pupila siga en lo más alto del mundo. «Sí me sorprende su longevidad. No he tenido ningún caso similar y tampoco he visto atletas que estén a ese nivel mundial con la edad de Ruth y que no sean fondistas. En el salto de altura, desde muy joven puedes conseguir ya grandes resultados. Pero lo difícil es mantenerlos a lo largo de los años». Torralbo coincide con Beitia que una de las claves hay que buscarla en la ausencia de lesiones graves. «La han respetado mucho», reconoce el técnico. Pero también recalca la extrema profesionalidad de la santanderina, en el sentido «de que se cuida mucho».
La edad ha hecho que los entrenamientos hayan cambiado. Ahora, la palabra clave en las sesiones de Torralbo y Beitia es recuperación. «Entrenamos mucho más la calidad que la cantidad. Antes, Ruth podía dar 40 saltos en una sesión de entrenamiento. Ahora, no son tantos», añade el técnico con una sonrisa. «Pero con menos, los entrenamientos son igual de eficaces».
Valores de hace cinco años
La pregunta del millón es qué debería haber perdido Ruth Beitia con la edad y no ha perdido. «Siempre se pierde un poco de velocidad en la batida», reconoce Ramón Torralbo. Pero de nuevo, la edad biológica de la santanderina es menor de la que dice su carné de identidad. «Ha habido momentos en los que sí ha mermado esa velocidad, pero hoy en día está en parámetros de hace cuatro o cinco años. Y en cuanto a fuerza explosiva, sigue siendo la misma de siempre o superior». Pero eso, con ser importante, no es lo que más cuenta en el deporte. «Ruth sigue con la ilusión, la capacidad y las mismas ganas de siempre. Mientras mantenga eso...».
Desde aquel verano del 98 en Annecy han transcurrido miles de saltos. Y no solo Marina Kuptsova está retirada. También la sueca Kajsa Bergqvist, la sudafricana Hestrie Cloethe, la rusa Yelena Slesarenko... Coetáneas de Ruth Beitia e incluso saltadoras más jóvenes que ella y que dejaron escritas páginas brillantes en la altura femenina. Tras casi 18 años entre la élite internacional, Ruth Beitia ha jubilado a toda una generación de atletas. Pero la santanderina no se ha limitado a entonar su canto del cisne y a ser una más. A punto de cumplir los 37 años, ha logrado una medalla de plata en un Mundial bajo techo y seguir acumulando éxitos a su ya extensísimo palmarés.
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