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Daniel Martínez
Viernes, 26 de agosto 2016, 23:18
Rubén Haya ya tiene su quinto título de Campeón de España. El camargués lo logró este viernes en el Palacio de los Deportes de Santander, donde se impuso en la final del Nacional a un Óscar González que llegaba como máximo favorito. De hecho, antes de comenzar la última fase del torneo, tenía 20 bolos con respecto a su rival. Ambos protagonizaron una apasionante final en la que el subcampeón falló en el momento clave.
Tras su discreta actuación del miércoles y jueves, Haya fue avisando poco a poco. En primer lugar, en la manga de cuartos de final con 141 bolos. Gracias a esa posición, volvió a meterse en la pelea. Y no sólo eso, cuando parecía que tenía muy difícil conseguir el pase a la final, totalizó 408 bolos, el que más entre los cuatro jugadores que pasaban a las semifinales. ¿Qué pasó para que el de Liérganes cediera el timón del Nacional? Dos bolas quedas en la primera tirada de cuartos donde hizo sólo 116 bolos, toda una sorpresa y otra más en la segunda. Pero el mayor de los hermanos Rodríguez no recuperó las buenas sensaciones del primer día y se despidió del Nacional.
Junto al revivido Haya y a Óscar (402), también pasaron de ronda Mario Pinta (406), el más joven de todos los que llegaron con opciones. Siguió jugando a un gran nivel, con toques de calidad y sin ceder a la presión de sus mayores. El cuarto en discordia fue Isaac López. Este último, con 392 palos, era el que más complicado lo tenía.
Duelo a cuatro
Como era de esperar, en el duelo a cuatro el jugador de J. Cuesta fue el primero en caer. A pesar de que realizó varias tiradas de gran nivel que reconoció el público, también dejó perder muchas bolas. Tantas que sólo pudo sumar en semifinales 103 bolos. Iba renqueante, pero en la séptima tirada se dio cuenta de que ya tenía todo perdido. A pesar de que no es su mejor resultado en un Nacional acabó tercero en Revilla hace dos años, puede irse a casa más que satisfecho. Hizo su concurso junto a Óscar, que realizó 146 palos y recuperó su nivel. Era de esperar, pero el primer susto ya lo había dado y podía llegar el segundo. Y si la séptima mano fue la perdición de Isaac, la del de Liérganes sirvió para todo lo contrario gracias a un emboque que terminó de convencer a los cerca de 1.500 espectadores una gran entrada, al revés que en las jornadas precedentes de que volvía a ser el favorito. «Otro emboque», le pedía un espontáneo desde el público. Ni que fuera tan fácil.
En la primera semifinal, había quedado claro que uno estaba dentro y otro fuera. Así que sólo quedaba un puesto disponible y sería para el mejor de la segunda. Fue el choque de la emoción. El de Rubén Haya y Mario Pinta. Un duelo a cara de perro en el que uno iba mirando al otro de reojo. Se estrenó el joven de Torrelavega. Y lo hizo por todo lo alto, con un tiro de tres, otro de cuatro y un intento de emboque que casi tiene premio. Atención, podía llegar la sorpresa. Pero apareció el mejor Haya para reivindicar su sitio. Empezó a remontar y a medio concurso ya se veía en la final. Hasta que, de nuevo en la séptima tirada, pilló un bache que le frenó su avance. Tenían seis bolas cada uno y el marcador marcaba 121-123 en favor del de Maliaño.
Era el turno de Pinta. Con la mejor de las intenciones, los aficionados levantaron una ovación espontánea. No había cogido todavía la primera bola, la que dejó en blanco. Presión para él. Ahora ya tenía que arriesgar. Y casi le sale, porque por menos de diez centímetros se quedó sin el emboque que le habría metido en la final. Ese puesto fue para Haya, que además entraba con la ventaja mínima, sólo un bolo por encima de Óscar González. Comenzaba lo bueno.
Y en los primero compases, Haya empezó más fuerte. Le ayudó una tirada de 12 de su rival. Pero cuando ambos cerraron la raya alta acordaron el empate. 67 para ti y 67 para mí. Se pasaba el temor de las bolas quedas y empezaba otro juego. Ahora, era Óscar el que parecía más atinado. Se salió en la quinta tirada. Mandó a su rival a igualar 22 y este se quedó a seis. Después le mandó a igualar a 24 y se quedó a... Sólo a uno después de un gran tiro en el que venció a la cabeza y de un birle más discreto.
Otra vez igualdad, 105 a 104 a falta de dos manos en la que ambos se volvieron más conservadores, pero nadie se arrepintió de haber pagado su entrada. Más tres para El Junco en el primero. Con más de 20 el título era suyo. Casi seguro que sí. Pero se quedó en sólo 15 (más tres que acumulaba de antes). Y Haya no perdonó. De esta forma, el de Roper logra convertirse por quinta vez en su carrera en Campeón de España, cuatro de ellas en esta misma bolera portátil instalada en distintas localidades. Después de una pequeña época de sequía en la gran cita del bolo palma cinco años sin llevarse el Nacional es poco para cualquiera pero se hace eterno para un jugador de su nivel, del mejor nivel, vuelve a mirar a todos por encima del hombro. Lo hizo con el brinco que pegó nada más caer su último bolo. Hasta dentro de un año, tiene motivos para ello.
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