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Más de 5.100 deportistas participaron en la prueba.
Atletismo

Los mil motivos de la San Silvestre

La última carrera del año en Santander batió su récord de participación, con más de 5.100 atletas

Marco García Vidart

Sábado, 31 de diciembre 2016, 18:27

No hay carrera más especial en el calendario. Lo primero, porque es la última. La que sirve para dar carpetazo a un año. Pero además, en una San Silvestre la competición se queda en un segundo plano. Ese reto que siempre plantea el reloj en una carrera se queda para otro día. Las ganas de pasarlo bien y de echarse unas risas es lo que predomina. En todos los lugares del mundo. Santander, como ha ocurrido en los últimos 36 años, despidió 2016 a la carrera. Y la San Silvestre de la capital está cogiendo un auge que va camino de ponerla en el mapa de media España. Ayer, de nuevo récord de participantes. 5.123 almas entre todas las categorías para decir adiós entre zancadas a 2016. Las victorias, que siempre tiene que haber en una carrera, fueron para el eritreo afincado en Cantabria Workhen Fikre (Torresport) y la cántabra Elena Moreno (Piélagos). Ellos daban tiempo a miles de atletas, cada uno de ellos con su motivo particular para calzarse unas zapatillas a pocas horas de tomarse las uvas.

A las cinco de la tarde, cuando los chavales de categorías menores retaban a sus distancias, el Parque de Mesones comenzaba a llenarse de colores. Junto al azul oscuro de la camiseta oficial de la prueba, verdes, amarillos, rosas, negros... Los disfraces avisaban de que no era una carrera más. Mariano Rodríguez iba más bien discreto, con un gorro de Papá Noel como único atavío navideño. Corre «un par de días o tres a la semana», reconocía, aunque en su currículum hay una Panes-Potes y dos medias maratones. Su motivo particular el sábado por la tarde en Santander no era otro «que pasarlo bien» haciendo el deporte que le gusta.

El mismo objetivo de echar un buen rato lo tenían dos parejas de amigos. Javier, Humildad, Ana Nieves y Gabi estaban ataviados todos con pelucas de lo más chillón. Y los cuatro debutaban en la San Silvestre santanderina. «Ha sido uno de esos típicos a que no hay a la hora del vermú. Y aquí estamos», apuntaba Javier. «Yo creo que llegue». Ellas, entre risas, no lo tenían tan claro.

Entre tanto disfraz de lo más variopinto, también había personas disfrazadas de atleta. Al santanderino Javier Castillo sus piernas, de lo más fino, delataban a un gran deportista. «Hago triatlones», reconocía. Él era de los que quería tener prisa por llegar a la meta. «A ver si hago el kilómetro a 3:30». Pero también tenía un motivo algo más prosaico, como el «gastar algo de energía de cara a la cena». Ese mismo objetivo de «hacer un poco de hambre» lo tenían Andrea e Ignacio, una pareja de santanderinos. Sin disfraces, también le dan habitualmente a esto del correr, «aunque menos de lo que nos gustaría», apuntaban entre risas. Pero los 5,5 kilómetros de la carrera estaban más que controlados.

Disfraces imposibles

Pero las estrellas de cualquier San Silvestre que se precie son los atletas disfrazados. Las hermanas Daniela y Gimena González-Madroño son ya famosas en la San Silvestre santanderina. En sus dos participaciones anteriores, se han llevado uno de los premios por su atuendo. Esta vez, arrancaban las fotos de muchos aficionados por su traje de niñas de San Ildefonso, con bombo y bolas incluido y además, una cartulina a modo de décimo. El número, el Gordo de Navidad de 2016, el 66.513. Ayudándolas estaba su amiga Montserrat Homs, una mexicana que participaba por primera vez en un sarao sansilvestrero. Montserrat alucinaba «porque donde yo vivo en México, en la ciudad de Guadalajara, esto no lo hay». Es Daniela la que a primeros de diciembre piensa de qué se van a disfrazar en la carrera y confeccionarlo les lleva «unas dos semanas». Sólo faltaba resolver cómo correrían las tres llevando el bombo con las bolas. «Esa es una buena pregunta», respondían las tres entre más risas.

Conforme se acercaban las seis de la tarde, las carreras para calentar se intensificaban para combatir la rasca más que considerable que traía el atardecer. La campeona del mundo de 49er FX y cuarta clasificada en Río, la santanderina Berta Betanzos, daba el tiro de salida en su calidad de madrina de la prueba. Poco después, Workhen Fikre daba paso a una ristra de objetivos cumplidos. El de los atletas que querían despedir el año con una buena marca, el de los que quieren consolidar una afición al atletismo o el de los que querían reírse de sí mismos a más no poder. El santanderino Javier Álvarez cruzaba resoplando la meta disfrazado de pájaro loco, un traje que le daba «mucho calor». Pablo Ibarguren y José Ángel Negral eran respectivamente, un lagarto y una tortuga. Pablo, desde 2005, se ha disfrazado y ha ganado incluso algún premio. «Sólo un año hemos ido de atletas», reconocían. Ellos resumían a la perfección el único motivo común a los 5.123 corredores del último día de 2016 en Santander. «Pasarlo bien» en una carrera ya apuntada en sus calendarios por miles de personas y que no para de crecer en importancia. Ya queda menos de un año para la siguiente.

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