Monólogo y rebeldía

Aunque el emparejamiento más deseado de la jornada comenzaba a las doce de la mañana, con el Belasteguín-Lima vs Sánchez-Díaz, los más madrugadores tuvieron su recompensa traducida en espectáculo. Lo mejor del día arrancó dos horas antes. A las diez se abría la jornada con la eliminatoria entre Marta Marrero y Alejandra Salazar y Ariana Sánchez y Marta Ortega. Las números uno contra las 12 y 16 del ránking. A priori, las apuestas caían del lado de la canaria y la madrileña pero estar en todo lo alto de la clasificación es algo que a veces da vértigo.

Precisamente eso es lo que les pudo ocurrir a las favoritas sobre la pista central de La Ballena. Estreban trono pero la primera batalla para defenderlo pintaba ardua desde el principio. El primer juego se decantó en favor de las favoritas. Solo fue un espejismo. Sus rivales en la pista, en vez de venirse abajo, dieron rienda suelta a su exhibición con la pala. Con un juego a base de puntos largos, golpes tirados para buscar el fallo del rival y una defensa intensa que no dejaba hueco alguno para las bolas, el tándem formado por la madrileña y la catalana dominaron en todo momento el marcador. Llegaron a ir 5-1 arriba. Marrero y Salazar intentaron remontar pero sus esfuerzos, a base de potentes golpes y voleas colocadas, se quedaron en eso. En intentos. 6-3 para las rebeldes.

El segundo set fue un calco del primero. Hasta en el resultado. Con los papeles cambiados, Sánchez-Ortega tenía al público metido en el bolsillo con sus golpeos más espectaculares. A las números uno no les valía con el buen estado de forma en el que llegaban. La vez que más cerca estuvieron de sus rivales en el segundo set fue con el 5-3, pero desde las gradas las diferencias entre unas y otras eran evidentes. El diálogo entre Sánchez y Ortega fluía solo. Se cantaban las jugadas, avisaban de los peligros del rival y en cada uno de sus puntos la sonrisa de sus caras denotaba que la victoria estaba cerca. La podían tocar.

Tras hora y media de partido y 18 juegos disputados, al final la tocaron. Llegó el definitivo 6-3 que dio el pase a la gran final a Sánchez y Ortega en toda una declaración de rebeldía. No siempre el pez grande se sabe comer al pequeño.

Donde no hubo sorpresas en la jornada de semifinales fue en el cuadro masculino. A las doce tenían que salir a pista Belasteguín-Lima y Sánchez-Díaz. Era el momento esperado. Pero muchos se lo perdieron al comenzar. A esa hora todo el Palacio de los Deportes se llenó de una sonora pitada porque, para sorpresa de unos y otros, el partido había comenzado quince minutos antes. El árbitro no dejaba de pedir al público que guardara silencio y los jugadores, ante la insistencia del público, decidieron parar hasta que los organizadores abrieron las puertas a los espectadores que faltaban.

Ya se habían disputado tres juegos. En lo deportivo todo fluía sobre lo esperado. Los favoritos, el argentino Belasteguín y el brasileño Lima, ganaban 2-0 a la dupla argentina, y en el tercer juego, cuando llegó el parón, iban 40 iguales. El descanso obligado no inquietó lo más mínimo al rodillo argentino-brasileño, que se fue en el marcador hasta el 4-0. Ahí fue cuando l a quinta mejor pareja del mundo dio las primeras muestras de su calidad. Pero el arreón no sirvió para cambiar el rumbo del primer juego. 6-1 para los reyes del pádel. Y eso que el público se decantaba por Sánchez y Díaz. Por eso de ver un partido más igualado.

Los dueños del trono de pádel no entienden de concesiones cuando tienen un rival enfrente, y el segundo y definitivo juego fue otro monólogo de la máquina Limasteguín, como así les coreaban desde las gradas de La Ballena. A base de mover al rival por la pista, bolas que salían de la jaula y golpes bajos y a los pies, Belasteguín y Lima se llevaron de calle el segundo juego: 6-3. Y eso que el doble argentino intentó inquietarles en el eterno quinceavo punto, para alegría de la parroquia. Otra final, ya ni la que se sabe, para los reyes del pádel. Bela y Lima se la juegan hoy a las 10.00 horas contra Francisco Navarro y Carlos Gutiérrez.