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Víctor Puente
Miércoles, 26 de abril 2017, 07:34
Leer que un equipo de niñas pasa por encima al resto de rivales de una liga masculina de fútbol base debe ser un auténtico subidón de adrenalina para los y las que luchan por la igualdad de sexos en el mundo del deporte. Sin embargo, ese éxtasis desbordante se les esfuma en cuestión de segundos, que es lo que tardan en pasar varias páginas de la sección de deportes de un periódico y observar la clásica imagen del podio de una prueba ciclista. El ganador posa con su trofeo y le acompañan dos bellas modelos que, en su oficio de azafatas, ofrecen la mejor de sus sonrisas y le besan como si de un pretendiente se tratara. ¿Sexismo o tradición? El debate se ha abierto con la celebración de la primera gran carrera ciclista del año. El Tour Down Under, en la localidad australiana de Adelaiada, se disputó por primera vez sin mujeres acompañantes en su podio. «El Gobierno está pagando por las niñas en estos eventos, al mismo tiempo que estamos invirtiendo dinero en las áreas de salud mental para ayudar a las mujeres jóvenes que tienen problemas de imagen corporal», justificaban desde el Gobierno australiano.
La unanimidad que muestran los deportistas cántabros de este reportaje chirría cuando se escucha a la directora general de la Mujer del Gobierno de Cantabria o a la portavoz de la comisión 8 de marzo, plataforma integrada por distintas organizaciones sociales, políticas y sindicales de la región. Alicia Renedo y Ana Bolado defienden a los que «por fin» han abierto un debate «tan necesario». «Las sociedades han evolucionado mucho y no podemos convivir con ciertos estereotipos sexistas o discriminatorios». La directora general de la Mujer se refiere con este entrecomillado a los trabajos, como el de azafata de eventos deportivos, en el que «la cualidad que se exige es el propio físico de la mujer». Bolado argumenta que estos canones perjudican a las mujeres porque «pueden verse envueltas en problemas de autoestima por no aceptar su cuerpo como tal». Ana Bolado tampoco se muerde la lengua cuando se le pregunta. «No sé quién defenderá que es algo de interés el que estas jóvenes hagan ese nada». La portavoz de la comisión 8 de marzo se refiere a las funciones de «ponerse para la foto con el ganador, darle un beso y entregarle un ramo de flores». «A no ser que tengan otras funciones que no vemos», deja en el aire con ironía. Lo que está claro es que a Bolado le parece «un trabajo absurdo que nadie plantea para que lo haga un chico porque no resultaría adecuado».
Aunque la decisión se ha tomado en la otra parte del planeta, su efecto no se ha hecho esperar en España, donde reconocidas rondas como la Vuelta a Cataluña o la del País Vasco se han sumado a la iniciativa. ¿Y en Cantabria? ¿Cómo ha sentado tal controversia? «No tengo ninguna opinión porque no acabo de ver donde está la polémica. Tampoco veo cuál es el problema». Así de sorprendido se muestra Juanjo Trueba, presidente de la Federación Cántabra de Ciclismo, cuando se le pregunta por la desaparición de las azafatas de la estampa final en algunas vueltas. Algo que probablemente no salpicará a las competiciones que se celebran en Cantabria. La razón es tan sencilla como recordar que en la región «no organizamos pruebas que requieran la organización de grandes protocolos con azafatas y todo eso». La única excepción se vivió el año pasado con la disputa de los campeonatos de España en Torrelavega. «Tuvimos azafatas en las pruebas masculinas y un azafato en féminas y no hubo ningún problema». Por más que lo piensa, Trueba no entiende el enfrentamiento. «Es un trabajo que siempre se ha hecho. No se las pone ahí para que se hagan una foto sino porque están haciendo su trabajo», defiende al tiempo que lanza un mensaje en voz alta. «Creo que se le ha sacado demasiada punta al lapicero cuando hay otras cosas más importantes para apoyar a las mujeres. Sin ir más lejos, ahí tenemos al ciclismo femenino que debería recibir mucho más apoyo».
Manolo Saiz, impulsor del mítico equipo ciclista ONCE y actual director del Aldro Team, no entiende la decisión de algunos de retirar a las acompañantes de los podios porque «siempre se les ha tratado con cariño, respeto y amabilidad. En ningún momento nadie del mundo del ciclismo hemos visto estas cosas como algo machista», aclara el cántabro, que no encuentra otra razón que la crispación que hay en la sociedad para sostener esta polémica. «Todo el mundo se cree con derecho a opinar y, por suerte o por desgracia, las redes sociales están haciendo que cosas que no tenían importancia puedan tener su minuto de gloria. Hay que vivir las cosas con más naturalidad de como se están viviendo ahora», lamenta el director cántabro.
Partidario de mantener a las azafatas en la entrega de premios, Saiz recuerda que el protocolo que se organiza en las metas de las etapas beneficia al organizador y los deportistas y los equipos «lo vemos como algo secundario que no tiene la más mínima trascendencia. Si el premio lo da una chica, estupendo. Si lo da un chico, estupendo. Y si lo da un niño, pues estupendo también».
Si hay un ciclista cántabro que sabe lo que es subir al podio y disfrutar de la gloria de la victoria rodeada de dos azafatas es Óscar Freire. El tricampeón del mundo en ruta nunca ha sentido que a esas mujeres se les trate de manera despectiva. Más bien todo lo contrario. «A mí me ha gustado siempre subir al cajón y que me den los premios las azafatas. Se intenta hacer de la manera más atractiva y se valora a la mujer porque el podio se hace más bonito». Así que su sorpresa fue mayúscula cuando escuchó que la primera gran vuelta por etapas de la temporada, la australiana, prescindía de las modelos. «Cuando lo leí por primera vez pensé: ¡pero si no están haciendo nada malo. Todo lo contrario! Me sorprende que se llegue a este punto. No lo veo tan grave como lo están pintando. Me parece una barbaridad».
Otros deportes con modelos
Y si el ciclismo cántabro no ve polémica, otros deportistas cántabros que se sirven de azafatas en sus pruebas tampoco. «Yo no lo veo nada fuera de lo normal. No hay que mirarle el doble sentido a algo que no lo tiene». Lo afirma Daniel Rasilla, ex campeón de España como boxeador y como luchador de full contact. En sus quince años como púgil «jamás» ha escuchado comentarios al respecto. «Nunca ha habido ningún tipo de polémica. Siempre han salido chicas en los descansos con el cartel anunciador de los rounds en los combates de chicos y nadie lo ha visto como algo sexista». ¿Entonces? «Quizá el asunto se ha llevado demasiado al extremo por algunos y eso no es bueno para nadie», opina.
Otros deportes que lucen azafatas son la Fórmula Uno o el motociclismo. El debate también sobrevuela sobre sus respectivos padocks, pero el piloto cántabro Román Ramos prefiere que no aterrice. «No creo que sea algo escandaloso porque no se las ve desnudas ni mucho menos». El piloto de Superbikes cree que este debate es perjudicial porque se trata de un trabajo de modelo por el que se les paga y «no es nada esclavizado». «Nadie les pone una pistola en la cabeza para que salgan. Lo hacen bajo su propia voluntad», recalca. Ramos recomienda que antes de generar debate se pregunte a los patrocinadores y a los organizadores. A su entender, también se juegan «bastante» cada vez que una chica luce con su paraguas en el padock. «Los pilotos y las azafatas vamos vestidos con publicidades y marcas de patrocinadores. Creo que la idea no les hará mucha gracia a los que pagan todo el espectáculo».
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Ana del Castillo
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