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4 de abril de 1988. Después de mil volteretas y empeñando su futuro, Daniel Rasilla abría las puertas de un pequeño gimnasio en la Avenida ... de Cantabria 24, en Maliaño. Su hijo tenía siete años y jugaba con las pesas y los guantes de boxeo sin saber que serían sus compañeros de viaje para siempre. Han pasado 37 años desde que aquella apertura de puertas se convirtiera en el punto de partida de una aventura de vida que el próximo sábado dará el golpe definitivo. «Siempre fue la intención y el sueño de mi padre; yo iba todas las semanas con él a ver locales e instalaciones para ampliar el gimnasio y seguir creciendo», recuerda, ahora con casi cuatro décadas de experiencias y de lona -permítase la expresión boxística-, aquel niño curioso que le pegaba al saco sin descanso. No puede evitar esbozar una ligera sonrisa cuando echa la vista atrás, ahora que está a punto de abrir las puertas, esta vez, de un gimnasio con más de 325 metros cuadrados, con dos plantas, una destina a trabajo de cardio y pesas, y otra más específica con dos cuadriláteros casi de dimensiones oficiales junto a una zona en la que podrán simultanear trabajo de golpeo hasta 25 deportistas a la vez. Está en el polígono industrial de Cros, en la calle Gutiérrez Solana 76, en el municipio de Camargo. «Desde que se abrió el portón vi que este era el lugar perfecto. Es lo que quería y es lo que estuvimos buscando tanto tiempo y al final lo encontré», explica Rasilla, al tiempo que se afana por preparar todo de cara a la inauguración del próximo sábado. «Al primer golpe de vista me di cuenta de que lo tenía todo; lo que estaba en mi cabeza lo vi de repente al entrar y dije: a por ello», rememora.
En lo alto de las paredes recibe al deportista un vinilo imponente. Al alzar la mirad se puede leer: 'Todo el mundo puede hacerlo, pero no todo el mundo tiene el valor de intentarlo'. «Es un lema de vida. Es lo que les digo a los chavales. Hay que luchar por los sueños y echarle valor para intentarlo siempre; en el deporte, en los estudios y en cualquier orden de la vida», señala el exboxeador y preparador para quien esa frase actúa como su motor. Las letras las juntó su padre, que se atrevió con un logotipo que se convertiría en el signo de identidad de la saga de los Rasilla. «Estoy seguro que si hubiéramos venido juntos a ver este lugar que ahora será el gimnasio, habríamos coincidido».
Desde hace cuatro años, Dani Rasilla estaba decidido de dotar al legado de su padre, que desde entonces le acompaña, de todas las ideas y sueños con los que ha trabajado cada día. «Se me quedó pequeño aquello y yo quería algo así; que no tuviera vecinos cerca, que no tuviéramos problemas de horario y no molestásemos a nadie con ruidos. Que la gente estuviera más cómoda», matiza.
El gimnasio estará en funcionamiento el próximo lunes, 3 de marzo, y ofrecerá a los amantes del deporte del boxeo unas instalaciones pioneras en Cantabria. Sus dimensiones, capacidad y herramientas permitirán la práctica de esta disciplina con una libertad inédita en la región.
El paso adelante de Rasilla llega en un momento en el que el deporte del boxeo se ha convertido en una alternativa para cualquier edad, además de que socialmente se ha reinventado y ha asistido a un proceso de limpieza de imagen como pocos deportes. Actualmente es la era del boxeo. Rasilla compagina la formación de jóvenes deportistas con practicantes que se adentran en esta disciplina «por probar» con el trabajo específico de alta competición. «Siempre tuve claro que yo lo que quería era esto; quería enseñar e inspirar a las jóvenes generaciones lo que yo había aprendido y enseñarles valores que luego se transmiten a todo».
Han pasado diez años desde que decidió dar un paso del centro del ring a la esquina. El patrón de este barco se retiró en 2015 como boxeador. Para entonces ya había ganado cuatro Campeonatos de España, dos Campeonatos latinos del Consejo Mundial de boxeo y una tentativa por el título Europeo, para el que le avisaron una semana antes. «Era una oportunidad, fue precipitado y con todo en contra, pero había que ir», recuerda, fiel a su filosofía de vida. Eso como boxeador, que fue por donde le llevó el destino. Porque realmente el punto de partida comenzó entre balones de fútbol y quimonos de karate. Con 16 años se 'aburrió' y quiso probar el full contact, una disciplina que había visto en el gimnasio cada tarde al salir del colegio. Debutó como profesional, casi al tiempo en el boxeo y en el full contact, pero en esta disciplina llegó a ganar cuatro títulos nacionales, dos europeos y cuatro cetros mundiales. Pero su verdadera vocación era la de enseñar. «Siempre lo tuve claro», admite. Entrenaba pero su deseo «era aprender y aprender, primero para mí mientras competía, pero sobre todo para luego poderlo inculcar a los jóvenes que venían por detrás».
Y así fue. Con su facilidad para disfrazarse de casi todo, Rasilla se pone el mono de entrenador a tiempo total para compaginarle con el de promotor y continuar dando al boxeo parte de lo que el boxeo le dio a él. Actualmente dirige la carrera de boxeadores prometedores en la región como Eduard Ionut Curmei, el chico de El Astillero, en el que están puestas fundadas esperanzas del boxeo de la región. Lo mismo que dos de las exponentes del boxeo femenino, Marian Herrería, quien peleó por el Campeonato de Europa (EBU) hace apenas tres meses; y Mari Luz Peral, que hará lo propio en los próximos meses haciendo historia, ya que tendrá la posibilidad de ganar el cinturón en su tierra, porque el combate continental se celebrará en Cantabria por primera vez. Rasilla será entrenador y promotor.
Otro reto para este emprendedor apasionado. «Cuando haces lo que te gusta y tienes claro lo que quieres y hacia donde vas, todo es más fácil», concluye. Lejos quedan aquellos días a turnos en la fábrica de piezas de coche, con la edad justa para conducir en los que tan pronto se apretaba los guantes o se enfundaba el buzo. «Un día perdí un combate y tuve malas sensaciones. Me iban a hacer fijo en la fábrica. Sentí que necesitaba dedicarme a lo que realmente me llenaba y eso fue lo que hice. Y hasta hoy», recuerda. Aún agradece a sus antiguos compañeros aquel ofrecimiento, pero su camino iba por otro lado. El sábado, una vez más: segundos fuera. Que comience otro asalto.
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Ana del Castillo
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