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El fallecimiento de José Manuel Riancho no fue el único varapalo que sufrió el mundo de los bolos en la jornada de ayer. Y es ... que a primera hora de la mañana se conocía también la muerte de Ramón Pelayo (Helguera de Reocín, 1955), el único cántabro, precisamente junto a Riancho, en alcanzar la vicepresidencia de la Federación Española de bolos y uno de los hombres fuertes de la histórica peña Construcciones Rotella.
Aficionado y jugador, su primera experiencia como directivo fue en su pueblo, en la peña de Santa María del Sel, junto a su hermano Jacinto y junto a su cuñado Manuel Rotella. Tras los éxitos logrados por la entidad, en 1980 fundan Construcciones Rotella, la que sería una de las peñas más laureadas de la historia de los bolos y que, tras fichar Tete, Fuentevilla y Florentino, se hizo con la primera Liga de la máxima categoría que disputó en 1982. A partir de ahí comenzaron años de éxitos en los que los de Torrelavega fueron un equipo de referencia en el que Ramón y Jacinto se encargaron de la dirección.
Nueve ligas, cinco Copas de Cantabria y siete Copas FEB avalan el trabajo del trío formado por los hermanos Pelayo y Rotella, siempre bien secundado por el resto de la familia Pelayo, que siempre se volcó con el equipo. Durante años sus duelos con Puertas Roper dejaron algunos de los partidos más épicos de la historia de los bolos, de esos a los que había que acudir con una hora de antelación a la bolera para coger sitio en la grada.
Además de su faceta directiva en la peña, Pelayo trabajo por los bolos en el aspecto organizativo de manera incansable, con concursos de invitación sobre todo por la zona de Liébana y además como vicepresidente de la Federación Española de bolos, a la que accedió tras la llegada a la presidencia de José Luis Voto. Hombre fuerte del bolo palma en el ente federativo, durante años trabajó para que Cantabria tuviera peso en Madrid. Incluso tras la separación de federaciones, Pelayo se mantuvo en un cargo que abandonó antes de que Voto dejara la presidencia del ente.
Hombre jovial, habitual de las boleras, gustaba de amenizar el rato de después de las competiciones con tonadas y canciones populares, de las que era un experto. Querido y respetado, había sido capaz de superar varios problemas de salud, que le hicieron temer incluso por su vida, y desde hace varios años era un fijo en los partidos y concursos de su hijo Ramón, que en la última temporada ha militado en la peña San Jorge Ganados Tierra Cántabra.
Quienes le conocen destacan sobre todo su faceta organizativa, no solo en la peña sino también en alguna Semana Bolística y en los innumerables torneos que llevó a cabo, Ramón Pelayo fue un habitual también en los viajes de la Selección Española por México, Chile o Argentina, donde su faceta artística era muy apreciada. Y es que como destaca Paulino Pinta, directivo de la Federación Cántabra que le conoció muy bien puesto que compartió varios años junto a él en Rotella, «le gustaba mucho el cante, después de las competiciones se queda siempre cantando, como era antiguamente. Hizo mucho por los bolos».
Pelayo también hizo sus pinitos como jugador, aunque no fue la faceta que mejor se le daba y jugó en Segunda Categoría.
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