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El equipo español de kumite celebra su triunfo RFEK
Una cántabra Campeona del Mundo
Kárate

Una cántabra Campeona del Mundo

La karateca Carlota Fernández gana la final por equipos con la selección española en modalidad kumite en el Mundial de Budapest y se trae el oro a Cantabria

Leila Bensghaiyar

Santander

Domingo, 29 de octubre 2023, 20:19

Que a la tercera va la vencida es algo de lo que Carlota Fernández (Noja, 1995) estaba convencida antes de que arrancase el Campeonato del Mundo de Kárate que concluyo ayer en Budapest (Hungría). La cántabra afrontaba su tercer Mundial convencida de que podía hacerse con una medalla. Y no cualquiera, la de oro. La que dicta que ella, y sus tres compañeras, son las mejores del globo. Que han logrado poner los pies donde un día pusieron la mirada: en la cima del mundo. El equipo de kumite formado por Isabel Nieto Mejías, María Torres García, Carlota Fernández-Ossorio y Adriana Gil Álvarez lo consiguió tras vencer a Japón, uno de los equipos más potentes de este Mundial por 2-1 en la final y además con Carlota disputando el combate decisivo.

«¿Qué qué siento al ser Campeona del mundo? Yo creo que todavía no he reaccionado. Ha pasado apenas una hora y poco, pero estoy muy contenta. Todo ha salido bien, todo ha merecido la pena. Todavía no lo he asimilado, pero no le puedo pedir más a la vida en este momento», decía la cántabra poco después de bajar del podio con la medalla colgada del cuello.

Y es que para la karateca esta presea tiene un significado especial. Llega después de mucho trabajo, un cambio de categoría y algún que otro altibajo, por eso tiene un sabor más dulce si cabe. «Esta medalla para mí supone todo. Al final han sido muchas decepciones, muchos años muy malos. Tenía mucho kárate por demostrar y parece que me lo estaba guardando todo para soltarlo en esta final y realmente verme cómo me quería ver, y así ha sido», afirmaba Carlota. Hablaba a borbotones, con la misma fuerza y euforia con las que saltó al tatami para vencer a la nipona Ayaka Saito y decantar la balanza del lado español.

«La sensaciones han sido muy buenas. Es que no había mejor forma de ser Campeona del mundo que saliendo en el combate a decidir», confesaba la karateca. La verdad es que el guion del campeonato podría haber sido el de una película estadounidense donde la protagonista llega a la final sorteando muchas trabas y gana el último combate de forma épica. Solo que en esta ocasión, en lugar de ser una cinta americana se trata de una producción española.

Algo así como: 'Interior. Día. La acción transcurre encima de un tatami. El equipo español ha ganado un combate y perdido otro. Todo depende de que lo haga Carlota en el tercero. Y no contra una rival cualquiera. Su oponente es Ayaka Saito, que el sábado se había proclamado Campeona del mundo en modalidad kumite en peso alto, +68 kilos'. El caso es que a la cántabra la salió todo. El motor de Ferrari que lleva dentro fue de 0 a 100 en menos de tres segundos. Empezó perdiendo y tuvo que remontar.

«Quien ganase se llevaba el Mundial y ella era toda una Campeona del mundo. Encima empecé perdiendo 2-0. Marqué una pierna para remontar y a partir de ahí seguí puntuando», cuenta Carlota. «Hubo puntos para los dos lados y acabamos 9-6. En una final del Mundo en un combate decisivo es muy raro que se den estos resultados, pero así ha sido. Un poco una locura. La sensación del trabajo bien hecho es indescriptible ahora mismo», señala con un tempo reposado.

Profecía autocumplida

«El objetivo es no irme para casa sin sacarlo todo. Y si lo consigo, las cosas van a ir muy bien. Así que confianza plena», decía la karateca a El Diario antes de partir a Budapest. Una profecía autocumplida. Pero para llegar a este punto las españolas tuvieron que dejar atrás a una buena ristra de rivales y cuajar un Mundial inmejorable. En las eliminatorias previas tocó deshacerse de los equipos de Australia (2-0), de las Campeonas del mundo hasta ayer, Egipto (2-0), a quienes las españolas ya han arrebatado el trono, al equipo de Hungría (2-1) y en semifinales al de Croacia (2-0).

Y aunque es una medalla muy soñada, Carlota apenas había pensado dónde va a ubicarla. La idea cruzó la mente como un relámpago poco después de ganarla. «Tengo todas en mi habitación, en casa de mis padres, pero igual esta, que es más especial, le hacemos un hueco en nuestro gimnasio, donde entreno todos los días», dice. Es el Kime Trainig Center. Allí la nojeña abre la persiana diariamente a las 7.00 horas para enfundarse el kimono y ejercitarse. Humildad y trabajo que ha dado sus frutos. Ahora toca saborear ese merecido oro, aunque sea a sorbitos, porque hoy mismo la cántabra se sube a un avión de vuelta a casa. Un recorrido largo. Escala en Madrid, llegada a Bilbao y rumbo a Noja. «Mañana día de viaje. Esta tarde-noche a celebrarlo con el equipo y el martes a trabajar».

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