

Secciones
Servicios
Destacamos
Por las calles de Cabezón de la Sal y de La Revilla (San Vicente de la Barquera) pasea un Campeón del Mundo y una doble medallista ... de bronce mundial desde hace un par de días. Se mezclan entre sus vecinos como hasta ahora y apenas se dan importancia. Sin embargo sus vidas han cambiado. Juan de Quintana Machín 'El dalle' (Cabezón de la Sal, 2000) es el mejor luchador de Kickboxing del mundo WAKO, algo que en la historia solo lo ha conseguido otro español. «Es el título que todo deportista sueña con tener», admite este gigantón de 1,93 metros y que se deshizo del turco Birol Onet en la final disputada en Portugal este fin de semana sobre menos de 89 kilos.
Se fue para allá con la vitola de invicto después de ganar el Open de México, Open de Italia, Open de Hungría, Open de España... Y claro, no falló en el premio gordo. «Al final ha sido un año duro, pero ha valido la pena».
Allí, en la ciudad lusa de Albufeira, también hizo historia Luna del Alba Vigo Vélez 'La fieruca' (2001, Santander), quien acudió al Campeonato Mundial sin apenas poder competir, compaginándolo su frenética vida laboral y estudiantil y se quedó a un paso de la gloria. «Sí, la verdad es que llegué como una más. Nadie contaba conmigo porque no estaba ranqueada al no poder competir... Y me quede a un punto de la final», admite la convencida luchadora.
WAKO es la única asociación reconocida por el Comité Olímpico Internacional y, por tanto, la 'NBA' del kickboxing. Allí solo están los mejores. No hay más debate. Juan ganó combate a combate sus duelos y cumplió «con el objetivo del año». Si él superó con creces el quinto puesto de su debut mundialista en 2021, Luna se salió de la lista. «No me clasifiqué allí y perdí en la primera ronda», recuerda.
Este año, la santanderina se plantó en las dos semifinales a las que optaba en la categoría de menos de 55 kilos: en Light Contact y en Kick Light. «La primera, no es mi fuerte, pero en la segunda sí que estuve a la altura y creo que los árbitros no fueron muy justos», añade con la boca pequeña. Luna recibió dos penalizaciones por los jueces ante su rival, búlgara, y entiende que «el peso de Bulgaria en el Kickboxing influyó». Aún así se quedó a un punto después de haber dejado en la cuneta a las dos cabezas de serie. «Estoy muy contenta. Con ese sabor de haberme quedado cerca, pero muy, muy contenta». Juan y Luna se pusieron un quimono por primera vez a los doce años. A ella le llamó la atención «y hasta hoy». Ni por asomo se podía imaginar lo que ha ocurrido este fin de semana. «No. Imposible. Me lo pasaba bien y me hacia superarme, pero hasta ahí».
Lo de Juan es diferente. Pasó de ser suplente en el equipo de fútbol del pueblo a ser campeón de España sub-14 y quinto del Mundial en apenas un año. «Fui a Arbayián y me cambió la vida».
Pero lo de Juan tiene una intrahistoria detrás. Su padre, Esteban de Quintana, es profesor de Taekwondo desde 1986 y de kickboxing desde 1993, por eso el campeón del mundo afirma que su infancia y adolescencia tiene detalles que explican lo sucedido. «Yo con mi padre desde pequeño jugaba a peleas». Esteban es ahora el entrenador de ambos, su pequeño ángel de la guarda, su Pepito Grillo o como dice su hijo: «Mi padre es garantía de éxito». Buena parte de esta historia de superación descansa en los sabios consejos del tutor de estos dos campeones que no renuncian a nada.
Las artes marciales son una filosofía de vida. En el caso del kickboxing es una disciplina que puede parecerse al taekwondo, aunque un tanto occidentalizado. Así como en este último se utilizan más las piernas, en el kickboxing cobran un importante protagonismo los brazos. Hace algunas semanas el Comité Olímpico Internacional denegó su inclusión en el movimiento, pero se espera que llegué para los Juegos de 2032 o posteriores. Tanto Juan como Luz están a tiempo de poder vivir esa experiencia, por edad y por talento. Y por lo que es más importante... Por convencimiento y motivación.
Los dos estudian Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y ambos siguen una hoja de ruta muy similar cada vez que se levantan. «A las 7.30 horas hago el primer entrenamiento; a las 12.00 horas, el segundo, y a las 19.00 horas, el tercero», asegura Juan, para quien el kickboxing es una forma de vida y su hilo musical. «En casa casi siempre se habla de lo mismo», admite, y para colmo, su hermano, es su compañero de entrenamientos. «Tengo el lote completo en casa, porque mi hermano es mi confidente y compañero de fatigas y mi padre tiene la triple faceta de padre, entrenador y, además, es psicólogo. Todo en uno». A veces es muy interesante conocer lo que se esconde detrás de un campeón en los detalles más sencillos. Por contra, su madre es profesora de música en un instituto y «en casa ninguno de nosotros sabe tocar la flauta». A ella le tocó apoyar y «es fundamental en todo».
Luna estudia por las mañanas en la Universidad, trabaja por la tarde dando clases de crossfit y entre medias mete los entrenamientos: «Uno por la mañana y otro al salir de trabajar». Pero lo tiene claro: «Me gustaría progresar y seguir creciendo. Me gustaría ganarme la vida con el kickboxing y ser profesional». Tiene muy claras las cosas. Y sabe lo que quiere.
Los dos están en la élite de un deporte que crece como ellos. Juan, que ya saborea el éxito tiene claro lo que es clave: «Yo soy un luchador táctica y técnicamente muy normal, pero mentalmente soy el mejor». Es contundente cuando habla. «Aquí el éxito está en aguantar; el que disfruta del camino gana más y mejor que el que solo disfruta si llega»
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.