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Marco G. Vidart
Santander
Domingo, 24 de noviembre 2024, 12:42
«Fastidiada», «dolorida», «contenta»... Con la habitual seguridad que siempre transmite, Carlota Fernández (Noja, 1995) intenta resumir todos sus estados de ánimo. Porque Carlota ha sumado una medalla más a su palmarés. Bronce con España en el Mundial por equipos de Pamplona. No se pudo revalidar el oro de hace un año en Budapest, «pero estamos contentas por lo que hemos hecho. Repetir podio es muy complicado». Ese hecho explica la cara de esta historia, la felicidad. La cruz vino en forma de ruido en el tercer combate de la fase de grupos ante China. «Era casi al final. Iba ganando. Y controlaba el combate. Al hacer una técnica, noté un 'clac' en la rodilla izquierda», relata la nojeña. Algo había pasado. Al saludar de nuevo a su oponente para reanudar la pelea, la rodilla no aguantó. «Caí al suelo, grité de dolor... Sabía que me había roto». Aún así, Carlota siguió en la pelea. «Quedaban cuatro segundos y así daba el punto al equipo». Ya se había ganado, pero era necesario el tercer combate por si había que tirar de desempates. La karateca china, ante una bronca monumental del Navarra Arena, fue a hacerle una técnica de barrido. «Más daño».
Eso fue en la mañana del sábado. Por la tarde, y ya sin el concurso de la cántabra con el equipo nacional, llegaron los cuartos de final. Ante Egipto. Y ahí, el lío mayúsculo. Hasta la web de la Federación Internacional daba el pase a semifinales a las africanas. Incluso las españolas se fueron al vestuario a rumiar su derrota. «Estábamos de bajón», reconoce Fernández. Pero una reclamación del equipo español dio con el equipo de kumite pasando de ronda.
El rival en la lucha por la final era el que nadie quería. «Japón. Han estado intocables». Pero la decepción no fue tanta al perder con las niponas en semifinales. «Como ya habíamos pasado esa etapa de bajón, todo lo que nos vino después fue un regalo. Por eso, perder en semifinales no fue algo tan triste». Isabel Nieto e Indira Zúñiga, esta última con una patada memorable con la que remontó su combate a 15 segundos del final, sellaban en la mañana de este domingo el bronce ante Italia por 2-0. Junto a Sonia Pereira y María Torres se abrazaron en el tatami, pero al punto las cuatro fueron a abrazar a Carlota, que estaba en una silla acompañada de unas muletas. «Tenía un poco de miedo cuando me levantaron», señala entre risas la cántabra. «Pero han estado muy pendientes de mí, poniéndome en el centro todo el rato y animándome».
Carlota confía en que este lunes pueda tener un diagnóstico. «Lo mejor, rotura del ligamento lateral interno. Y lo peor, cruzado...». Su presencia en la primera prueba del Circuito Internacional, en enero, está en riesgo. Y eso clasifica para el Mundial individual. Aunque el primer paso es saber qué hay en esa rodilla y recuperarse, después de una gran alegría en un fin de semana de lo más agridulce para la karateca cántabra.
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