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En casa de los Santiago Iglesias, stick de madera

En casa de los Santiago Iglesias, stick de madera

Pasión. Los hermanos Santiago Iglesias progresan en el hockey de forma paralela configurando una saga que promete dar muchas alegrías

Marcos Menocal

Santander

Domingo, 13 de junio 2021, 07:40

En casa de los Santiago Iglesias no se anda semiagachado por los pasillos, pero casi. Tampoco se va con un palo en la mano de la cocina al salón, pero casi. «Sí, la verdad es que nuestra vida gira en torno al hockey», asegura la pequeña de la saga, Eva Santiago Iglesias, que a sus catorce años ha sido nombrada la mejor jugadora del campeonato de España por clubes disputado en Benidorm. No hay día que no salga corriendo del instituto vestida con el traje del Sardinero a entrenar «siempre con prisa». Hay tardes que con las cadetes, otras con la juveniles, a veces con las mayores... No tiene límites. Pero es que en el campo de al lado un día sí y otro también están Javi y Mikel, de 19 y 23 años, con quien está atada por la misma pasión, además de por los mismos apellidos. «No podemos ocultarlo, nos gusta mucho este deporte y es de tradición», recuerda el mayor de los tres, que lleva más de dos décadas compaginando su vida con el stick. Los dos varones comparten vestuario en el Sardinero y ambos están de celebración porque hace unos meses lograron el ascenso a la División de Honor, a la élite del hockey español, con el equipo cántabro. «Es nuestra otra familia», relata el mediano, uno de los benjamines de la plantilla que se ha doctorado por todo lo alto este curso y que entrena en el CAR en busca, a buen seguro, de un pase a la selección sub 19 española.

Y en que en la familia Santiago Iglesias era casi imposible darle la espalda a este singular deporte. Su madre, María Luisa, Marisa, como repiten los tres, fue la que llevó el veneno a casa. «Siempre se ha hablado de hockey. A ella le gustaba y jugó de joven y nos lo inculcó desde pequeños la filosofía», recuerda con nostalgia Mikel. «Pero es que nuestros primos también le dan al palo» se apresura a comentar Javi. ¡Vaya con los Iglesias! Álvaro y Belén son miembros de la selección española absoluta, masculina y femenina respectivamente, su padre fue olímpico en dos ocasiones, y están a un paso de jugar en Tokio. «Son unos fenómenos», advierte Eva, a quien le cuesta morderse la lengua y expresa lo que siente. «A mi me gustaría jugar en la selección como mis primos. Quiero jugar hasta donde pueda». No mira para atrás. Con energía.

«Puede jugar donde quiera. Es una todoterreno». Así califica Mikel a su hermana. El mayor tiene una perspectiva amplia de todo y sabe lo que significa este deporte más allá de las fronteras de la tierruca. Lleva más de veinte años vistiendo la camiseta del Sardinero, pero en la temporada 15-16 cogió el petate y se marchó a Holanda, a Mot, a conocer el juego del stick en una de las potencias mundiales de la especialidad y de paso... «Vivir una experiencia vital muy grande e irrepetible». Jugó en el XX y le sirvió para dar un paso más en su carrera. «Es cierto que llegué en un año en el que se hizo una remodelación enorme en la plantilla y quedaron muy pocos jugadores en el Ben Bosch. El año fue muy bueno en todo, salvo en el resultado deportivo que nos nos fue del todo bien». Regresó y directamente pidió talla del chándal del Sardinero. «Ni me lo pensé, siempre he estado ahí y es para nosotros nuestra otra casa».

«Llevamos muchos años jugando a nivel nacional y ya sabemos cómo es. Viajes lejanos, jugar y otra vez de vuelta»

Eva estudia Segundo de Bachiller; Javi, un módulo de dirección y Gestión de Cocina y Mikel, después de acabar Magisterio, trabaja en la Nestlé. Los tres estudian, trabajan y le dan vueltas al reloj para encajar como un puzzle las horas de entrenamiento. El mediano es modesto y conformista. «A quién no le gustaría dedicarse al deporte que le gusta, pero no me veo ganándome la vida con el hockey. La vida da muchas vueltas y quién sabe. De momento disfruto y lo paso bien». Mikel, por su parte, con más años de stick y de espalda encorvada, tampoco se pone miras muy altas. «No conozco mucho los demás clubes, pero aquí estamos muy a gusto. Ya veremos cómo va todo...». La más ambiciosa es la pequeña. «Quiero seguir estudiando y en el hockey jugando y aprendiendo. Me gusta mucho y no me importa entrenar y jugar todos los días».

Los Santiago Iglesias no tienen que hacer muchos planes semanales, los tres tienen un guión muy similar. Si entre semana les faltan horas para salir de clase o del trabajo para llegar a los entrenamientos, los fines de semana son de autobús y campo. «Llevamos muchos años jugando a nivel nacional y ya sabemos cómo es. Viajes lejanos, jugar y otra vez de vuelta», confirman los tres a la vez. Hockey, hockey y más hockey.

Marisa fue la que encendió la mecha, con sus sobrinos por un lado y sus hijos por otro, así que a XX, el padre, no le quedó más que unirse al enemigo. «Al final le gusta tanto como a nosotros. Es normal, tantos partidos, entrenamientos, conversaciones en casa...», describe Eva. Como para no.

Y es que a los tres les resulta dar una razón para explicar esta pasión familiar. Quizás Mikel de la clave: «Siempre nos ha parecido un deporte exigente, pero elegante, caballeroso. Se transmiten unos valores muy concretos y, en parte, somos lo que somos gracias al hockey». Pues todo está dicho. No se hable más. A seguir con la tradición.

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