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Pedro Ginés sonríe cuando le preguntan si hay que ser muy listo para jugar tan bien al ajedrez. «Bueno...», contesta el chaval de ... Zaragoza que acaba de regresar de Halkidiki (Grecia) con un título de campeón del mundo sub-14 bajo el brazo, invitando a que cada cuál piense lo que quiera. Cuenta que él empezó a jugar con seis años (ahora tiene catorce) cuando decidió apuntarse a ajedrez en las extraescolares del colegio porque siempre le había parecido divertido, pero que también le gusta el fútbol. Volver el lunes al instituto como campeón del mundo, asegura, «va a ser muy chulo».
Quienes lo han entrenado hasta ahora no dudan de que están ante uno de esos niños prodigio que tanto abundan en el particular mundo del ajedrez. Porque, además de tener una cabecita privilegiada, el chico posee una fortaleza psicológica que algunos ya han comparado con la de Nadal. El cóctel perfecto, valoran, para alumbrar un gran campeón.
Pedro se convirtió en el mejor jugador del mundo sub-14 venciendo en una partida de cinco horas y media al alemán Alexánder Krástev a pesar de que la noche anterior había perdido contra un indio cuando todo pintaba muy bien, y él mismo reconoció que la derrota había sido «un mazazo». Sin embargo, decidió olvidarlo e irse a la cama sin preparar la última partida, que se jugaba al día siguiente por la mañana. «Había que ganarla, y cualquier otro pensamiento estaba de más. Está claro que acerté con esa decisión», dice demostrando que no va a ser fácil que alguien le vea perdiendo los nervios o dándose por vencido.
Según su entrenador, Manuel Pérez Candelario, jugador extremeño y miembro de la Selección Española de Ajedrez, ahí radica la excepcionalidad de su pupilo. «Es evidente su talento, pero si hay algo que sorprenda de él, especialmente por su edad, es la forma en la que aguanta la presión; cómo juega en los momentos críticos, cómo no pierde jamás los nervios... Lograr la gesta del campeonato; ganar la última partida después de haber perdido la noche anterior y lo que eso supuso, no está al alcance de cualquiera», ilustra el hombre que desde el pasado mes de febrero le lleva de la mano por un mundo, el de los alfiles y los caballos, tan atractivo como exigente.
De momento, Pedro no parece sentir ninguna presión ni que el éxito se le haya subido a la cabeza. Si tiene que elegir a un gran ajedrecista elegiría a Magnus Carlsen, el noruego campeón del mundo que se convirtió en Gran Maestro con 13 años, 4 meses y 27 días. «Es el mejor de la historia», afirma sin dudarlo un solo instante. La misma rapidez con la que confiesa que, como buen mañico, es seguidor del Real Zaragoza, y que Messi, «porque es el mejor, con muchísima diferencia», es su futbolista favorito.
- Es muy raro, pero poco a poco me voy acostumbrando... estoy aprendiendo.
- Es muy divertido. Además, como cuando comencé a participar en torneos ganaba, eso ayudó a que me apeteciera seguir intentándolo.
- Concentración y, sobre todo, calcular bien. Pensar en lo que vas a hacer, en lo que hará luego tu contrincante, y en lo que harás tú después. Eso es cálculo. Lo tienes que tener todo en la cabeza. Creo que ese es mi punto fuerte... calculo bien.
- Ja, ja, ja. Sí, ahora le gano, pero al principio siempre lo hacía él.
Cuando uno le pregunta a Pedro a quién le gustaría ganar esperando que la respuesta sea Carlsen, Caruana, o alguien de ese tipo, el chico contesta que le encantaría poder vencer a Daniel Forcén, un paisano de 24 años, miembro de su mismo club, que siempre se le resiste. También confiesa que no tiene ningún problema en jugar con blancas o negras; que, en todo caso, depende del rival y de si es bueno en aperturas, pero que en general no le importa mucho. Tampoco tiene una pieza favorita, aunque, con el mismo valor, entre el caballo y el alfil se queda con este último, y afirma que sería genial poder dedicarse a jugar al ajedrez de forma profesional, pero sabe que eso es muy complicado. «Muy poca gente lo consigue».
- En realidad pasa lo mismo con muchos deportes... es normal.
- Vería las dos cosas al tiempo. Al fin y cabo, una partida de ajedrez dura muchísimo tiempo.
- Sí. Ahora mi madre y mi hermana de 16 años están aprendiendo a jugar para poder seguir las partidas cuando voy a un campeonato. En el Mundial solo mi padre podía hacerlo y ellas no se enteraban, así que han decidido intentarlo.
- ¿La próxima cita?
- Ahora tengo que volver a clase porque estos días no he ido y tengo exámenes, pero jugaré algún torneo en Navidades. Son muy divertidos, sobre todo los europeos y los mundiales porque vamos todos los españoles juntos.
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Ana del Castillo
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