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Más de dieciocho años, en concreto 18,42 años, es la media de permanencia en el cargo de los presidentes de División de Honor. Supera la mayoría de edad y ofrece una clara muestra de que es la parcela bolística donde menos relevo ... generacional existe. Y es que la renovación del escalafón de jugadores o aficionados, aunque lentamente, va siguiendo su curso. Sin embargo, dentro de los dirigentes, el problema se agrava.
«Existe una crisis de directivos», asegura José Antonio Abascal, presidente de Riotuerto Hotel Villa Pasiega, que acaba de acceder a un nuevo mandato en la peña tras no presentarse ninguna candidatura más a la reelección presidencial. Abascal es uno de esos ejemplos de mandatario que llevan toda una vida al frente de la peña. Tras muchos años de directivo, fue presidente del 1985 a 1988, posteriormente fue máximo dirigente de La Helguera y desde el año 2000 está al frente de Riotuerto. Pese a sus muchos años como presidente, no es de los más veteranos.
Ese honor recae en José Borbolla, que se mantiene como máximo dirigente de la peña desde 1972, aunque haya delegado ahora parte de sus funciones en su hijo Pepe. Algo similar ocurre en Comillas, donde José Manuel Fernández, 'el Niño', lleva 40 años ejercicio oficialmente como presidente, aunque como ocurre en Noja ahora sea su hijo Marcos el que lleve las riendas de la entidad. Manolo Oliva, de Casa Sampedro, completa la terna de presidentes más antiguos de toda la División de Honor. Otro de los veteranos es Lel Díaz, al frente de Los Remedios Vitálitas desde 1987, que tiene una opinión similar a la de Abascal: «Aquí no se está por placer, se está porque no hay relevo. Hay crisis de directivos y es que te llevas más sinsabores que alegrías».
«No hay mucha gente con ganas de trabajar para los bolos a cambio de nada, que es lo que hacemos todos los presidentes», remata Gerardo Castanedo, presidente de Roper Bahía Real. Frente al pesimismo de algunos de los veteranos, hay una nueva generación de presidentes que después de unos años en el cargo sí cree que su puesto tenga el relevo asegurado. Uno de ellos es Luis Ángel Mosquera, jugador, director de la Escuela de Bolos de Torrelavega y además presidente de Torrelavega Siec desde hace siete años. «En Torrelavega hay muchos aficionados y gente dispuesta a incorporar sabía nueva y nuevas ideas», afirma, aunque también aclara que el cargo supone un desgaste importante. «Yo cuando yo lo cogí empecé con muchas ganas, ideas e ilusión, pero las ideas se van acabando y hay días que los resultados deportivos te hacen pensar. Te llevas muchas desilusiones».
Claro que la entidad torrelaveguense se trata de una peña con un fuerte respaldo a nivel social e institucional, pero... ¿Qué pasaría con otras en caso de que sus dirigentes tomaran la decisión de dejar el cargo? José Manuel Díaz lo tiene claro: «Si algún presidente o junta directiva lo deja, la peña desaparece». Como ejemplo, Abascal pone a la Peña Velo: «Yo siempre me acuerdo de mi amigo Nito -Eugenio Gómez, presidente de la extinta peña-, que luchó hasta que no pudo más».
La solución no es fácil. Una de ellas pasaría por implicar a los bolistas en tareas directivas, aunque el presidente de Los Remedios no cree que eso sea posible ahora mismo. «En el ADN de los jugadores no está. La inmensa mayoría o se va a jugar a veteranos o desaparece del mundo de los bolos». Coincide Abascal, que además añade que «a la gente joven más o menos le gusta jugar, pero no involucrarse en tareas directivas. Hoy no se concibe el romanticismo de trabajar gratis por una afición». Una tarea que, además de armar un equipo, implica conseguir la supervivencia económica de la peña, quizá lo más complicado.
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