Marian Herrería
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Marian Herrería
Marian -así sin tilde- Herrería (Santander, 23 de junio de 1993) rompe techos de cristal. Tras convertirse en la primera boxeadora profesional cántabra de la historia, por un momento se imaginó campeona de Europa del peso superpluma. Tenía trabajado, y mucho, su combate ante Almudena ... Álvarez, pero la mala fortuna en forma de golpe fortuito; de terrible choque de cabezas en el segundo asalto, la sacó de la pelea y la obligó a abandonar en el séptimo con visibles y espectaculares consecuencias. No tuvo consecuencias para su salud, pero sigue convalenciente y ha marcado un breve paréntesis en una carrera que quiere retomar más temprano que tarde; en solo unos meses. La Vikinga ya busca una nueva oportunidad, porque tiene ese cinturón entre ceja y ceja.
-En primer lugar, ¿cómo se encuentra?
-Bien; yo estoy bien. Es un proceso un poco agobiante porque durante más de una semana mi cara ha ido cambiando cada dos horas, pero nada más. Estoy dolorida pero bien, sobre todo dentro de lo que podía haber ocurrido.
-Al margen de la enorme inflamación y el hematoma que le obligaron a pasar la noche en el hospital por precaución, lo que tuvo fue muy mala fortuna. Sobre todo visto que, pese lo aparatoso, el percance no tendrá consecuencias, le dejó sin opciones de luchar por el cinturón...
-Fue muy mala suerte, sí. En el primer asalto salgo tranquila, para entrar en el tanteo. Me veo bien y en el segundo estaba encontrando mi lugar. Me pongo en marcha y ¡pum!: Choque de cabezas. En ese momento la pelea cambia; lo veo todo de otra manera. Me salgo del combate. Desde ese momento yo soy consciente de todo; no pierdo la calma ni el conocimiento, pero sí que empiezo a ver a la gente preocupada y por otra parte no puedo hacer mi estrategia, porque solo siento dolor y no puedo coger bien la distancia. Quiero sacar el combate adelante, pero siguen el dolor y la lesión y no sé muy bien qué está pasando, porque me doy cuenta de las caras, pero yo no me veo. No sabía que tenía esa inflamación.
-¿Le dijo algo a Dani Rasilla en la esquina?
-Le pregunté qué estaba pasando, qué tenía, porque lo que sí notaba era el peso en mi ceja. Él estaba preocupado porque no podía hacer nada. Me ponía hielo, pero me dolía y le decía que me lo quitara. Me intentaba meter en la pelea, pero yo ya estaba en otro lado. Dani en mi esquina lo es todo y le tengo que agradecer que se quedara en Madrid conmigo, dejando a cargo de la competición a los compañeros . Rara vez un entrenador hace eso, pero él siempre está ahí
-En un lance fortuito, sin mala intención por ninguna de las dos partes, la mala fortuna fue llevarse la peor parte, porque lo mismo le podía haber tocado a la madrileña...
-Ha sido un accidente. Yo iba con todo, ella se fue hacia mí, chocamos y, efectivamente, yo me llevé la peor parte. Ha tenido que ser así... Yo la mala suerte la veo en que tuviera que ser precisamente ese día y con ese título en juego. Duele estar seis meses preparando algo y que a los cuatro minutos se vaya todo a pique de esa forma.
-¿Cómo se plantea ahora el regreso a los cuadriláteros?
-Lo que queda de año lo voy a dedicar a descansar y recuperar. Ahora todavía no puedo entrenar, así que me quedan un par de semanas de tranquilidad y luego vamos a ver qué tal con sparrings. Mi intención es volver con todo; esto no me ha desmotivado nada. Ha sido un accidente que podía haber pasado en cualquier momento. Sí es verdad que la familia ha estado algo preocupada y no quieren que vuelva, porque ha sido difícil para ella verme en el hospital y con un ojo cerrado; ha sido duro para todos, pero eso no me hace ni mejor ni peor boxeadora. O quizá al contrario; me da coraje para tirar adelante. Esto no me va a frenar. Quizá sí unos meses, pero nada más.
-¿Cómo fue el momento en el que le dicen en la esquina: 'Hasta aquí'?
-Yo lo estaba intentando en todo momento; nunca le comenté que no pudiera seguir, pero en un momento determinado él me dice: 'Marian, te voy a parar la pelea. Sal y dalo todo'. Lo que pasa es que en cuanto sentí el guante en la zona de la inflamación fue brutal; me dolía muchísimo. Cuando llamaron al médico yo ya sabía que no iba a seguir, porque la cara preocupación era increíble. Pero es que yo no veía lo que tenía.
-¿Llegó a pensar, 'pero qué esta pasando aquí'?
-Claro. Yo me empiezo a dar cuenta al final del combate, cuando veo mi sobra en el ring y le digo a Dani: '¡Sácame de aquí; soy Jimmy Neutrón. ¿Qué le pasa a mi cabeza?'. Estábamos esperando la decisión árbitro, con el combate ya acabado y en ese momento nos empezamos a reír. Me alucinaba cómo me miraba la gente. Me decían: '¿Pero estás bien?'. Y sí que lo estaba. Notaba la presión, la tensión, el dolor, pero no me mareaba ni nada por el estilo.
-Lo de abrocharse el cinturón continental no se le ha quitado de la cabeza.
-No, y ojalá pueda optar. Yo voy a seguir luchando por una nueva oportunidad y por seguir creciendo en mi peso.
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