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Los bolos tienen fama de ser un deporte para viejos. O, mejor dicho, para veteranos. La edad media en las gradas es alta, algo que ... va acorde con la edad media de los jugadores de División de Honor. Los bolistas de la máxima categoría tienen de promedio 36,35 años, una cifra a la que, en la mayoría de los deportes, estarían pensando en la retirada. La plantilla más añeja es la de Camargo, que acumula 42 primaveras en la espalda, mientras que la de la Bolística, con 25, es la partida que menos años suma.
Con el año natural como referencia, las peñas que integran la División de Honor 2022 son más veteranas que el año pasado, lo que indica que pocos jóvenes dan el relevo. Un mal endémico del mundo bolístico que pone de manifiesto que, salvo excepciones, el escalafón no cambia. Como muestra, los cuartos de final del Campeonato de España, en los que la media superaba las cuatro décadas. En la competición liguera no llega a tanto el promedio. De momento, aunque todo se andará.
La peña más veterana es Camargo. La llegada de Salmón, que en diciembre pasado cumplió 47 años, la vuelta de Jaime García y las salidas de Carlos Gandarillas y Manuel Domínguez han envejecido un plantel que, pese a ello, opta a pelear el título. Dos veteranos ilustres como Pedro Gutiérrez y Rubén Rodríguez escoltan al más joven, Gabi Cagigas, que todavía no ha alcanzado la treintena. También ha sumado años a su equipo Andros, principal favorito para ganar el torneo, que ha perdido a Mario Pinta y ha sumado a Gonzalo Egusquiza.
En el lado opuesto está Peñacastillo, que a nivel de media de edad ha salido ganando con el cambio de Pinta por Salmón. En el caso de los de Cañas la veteranía la aportan Senén Castillo, nacido en 1974, y Rubén Haya, un año más tarde. Pese a ello, los 37 años que acumulan entre los seis bolistas superan en doce años a la cuadrilla más novel de la categoría, la de la Bolística. Con Víctor de la Torre como veterano, los hermanos Ángel y Mario Pellón y Marcos Sobejano, el bolista más joven de la Liga Rucecan con 17 años, reducen la edad de un equipo que el pasado año se llevó la Copa Presidente.
Aunque pueda parecer lo contrario, jugar a los bolos en la élite exige unas mínimas condiciones físicas. Lanzar una bola de dos kilos desde dieciocho o veinte metros requiere unas facultades que tienen, por ejemplo, Ángel Lavín o Raúl de Juana, que en 2022 cumplirán 54 y 53 años respectivamente y que se mantienen en peñas de la talla de J. Cuesta o Borbolla. Junto al santanderino han llegado a Cerrazo sus dos hijos, Ángel y Marcos, que han contribuido a bajar la edad media de una entidad que figuraba entre las veteranas. Otro histórico como José Díaz ha llevado el efecto contrario a Ribamontán, que ha pasado de 26,5 a 36 de promedio.
El avance en los entrenamientos y en la preparación física ha prolongado la vida de los bolistas... Hasta un límite. Llegar a los 45 en la élite es cosa de elegidos, por lo que urge rejuvenecer un escalafón demasiado veterano.
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