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Maravilloso, colosal, extraordinario. Los adjetivos grandilocuentes usados por los periodistas en tiempos pasados para magnificar un acontecimiento no son capaces de describir lo vivido ayer ... en la disputa del Campeonato de España femenino. Decía algún espectador que el viento se había colado por las puertas abiertas del recinto y había derribado los bolos, pero nada más lejos de la realidad. Por la Mateo Grijuela pasó un vendaval, sí, pero de juego, de concentración y de competencia. El título fue para Judit Bueno, pero hoy le toca compartir las odas y alabanzas con Marta Castillo. Ambas ofrecieron a los 200 aficionados presentes el mejor Nacional de la historia. El registro final de 763, con récord absoluto incluido, lo dice todo.
Ocho títulos nacionales, seis de los últimos diez y la sensación de que, con el paso de los años, su juego no tiene techo. Judit Bueno ha aprovechado la llegada de jugadoras más jóvenes para crecer y no solo plantar cara a las nuevas generaciones, sino completar un doblete que no lograba desde 2013. La de Cabezón, a sus 34 años, representa 'la vieja guardia', la de las jugadoras que surgieron a la sombra de las pioneras y que han redefinido la categoría. Sin duda, un espejo para las futuras bolistas.
Para llegar hasta el duelo final Bueno y Castillo se midieron durante toda la tarde. Una resolución a 24 manos en la que las dos sabían que cualquier fallo se podía pagar. Tuvo uno Judit en cuartos con trece palos. Tuvo otro Marta en semis con catorce, pero ambas supieron recuperarse para lograr los bolos que necesitaban y llegar a la gran final. Y es que, aunque los focos apuntan a la campeona y a la finalista, el torneo fue el más duro de la historia de los bolos.
Ya lo había sido el primer corte, el del sábado por la tarde, en el que Noemí Pelayo se quedó fuera con 268 bolos. Que son muchos. El segundo tampoco se quedó atrás. Los 412 palos de Rebeca Bustara, que hace no mucho le hubieran servido para liderar el torneo o para ganar un concurso a tres vueltas, le colocaron en quinta posición. Y, claro, con esa sensación de que habiendo jugado como los ángeles ni siquiera subes al cajón.
No lo hizo por tres bolos, los que le llevó de diferencia Miriam Velarde, que fue de menos a más y tras los 143 de los cuartos de final se destapó en la primera semifinal con otros 158. Con sus 579 bolos la asturiana se quedó a 24 de la tercera plaza, ocupada por Iris Cagigas. Con algún pequeño error en el birle la de Cubas derribó 141 en cuartos y, en la siguiente ronda, dio una lección de pundonor y juego para, al menos, complicar la vida de las dos líderes. Otros 163, con un último lanzamiento de dos, y la sensación de que cualquier otro año tocaría el éxito con las manos. Sin embargo, sus 603 ayer no valían. Por el camino se quedaron también Andrea Gómez y Naomi Solórzano, lastradas por una queda, y Laura Abascal, que no encontró al pulgar el juego que siempre muestra a la mano.
Tras todo eso, Marta Castillo necesitaba 140 para ser finalista. Judit, diez palos menos. Registros a los que están habituadas pero que no les permitían fallar. Bola a bola, tiro a tiro, birle a birle las dos bolistas construyeron otro concurso para colarse en la fase decisiva. A esas alturas parecía claro que los 755 bolos de Víctor González, el récord absoluto, iban a pasar a la historia. Apretó la corraliega en el tramo final del concurso para recortar un bolo su desventaja con Bueno, es decir, para llegar las ocho últimas manos nueve por debajo. Una diferencia considerable, sobre todo dado el nivel que tenía enfrente.
Se repetía la final del Regional de La Cavada con dos incógnitas, saber si llegaría la venganza de Marta y en qué mano Víctor perdería su récord absoluto, conseguido también en la Mateo Grijuela, dos años después de lograrlo. La corraliega tenía que arriesgar, y la mala suerte se cebó con ella en la segunda mano. Su último lanzamiento se encontró con mucha madera y el culo del tercer bolo hizo el resto. Bola queda. Por la misma situación pasó Bueno en la siguiente tirada. La de Cabezón estuvo incluso a un paso de dejar una segunda que pasó la raya todo lo justo y le permitió resistir su registro. Tras la mano, todo seguía igual.
La bola queda tocó la moral de Judit, que sabía que había arriesgado sin necesitarlo. Fue un susto, una tirada. En la siguiente se reenganchó al concurso para llegar a raya alta con 61 palos, seis menos que Marta. En el global, tres arriba para la de Peñacastillo. En casa, Víctor vislumbraba posibilidades de mantener su récord. En la bolera, Andrea Gómez ya sabía que sus 733 del año pasado estaban batidos.
Las dos tiradas a la mano de tiro largo fueron clave para la resolución final. Marta no remató la jugada, especialmente en la sexta, y Judit, ahí, no perdonó para colocarse con catorce de ventaja en el general. En la última mano la corraliega quemó sus bolas en busca de un emboque salvador que no llegó. Bueno era campeona, pero faltaba saber si con récord absoluto o no. Era el último paso, y lo batió de tiro. Al final, 763. Una bestialidad. Parte de culpa, sin duda, la tiene Marta Castillo. A la tercera no fue la vencida, pero el título llegará para ella.
Hasta que no firmó el acta oficial Judit Bueno no parecía ser consciente de lo que acababa de lograr. Octavo título nacional y récord absoluto en el campeonato más duro de la historia de los bolos. «Estoy que no me lo creo, he visto en el acta los 773 bolos y he alucinado. No sé ni qué media saldrá». Una cifra que deja un promedio de más de 154 palos, tres más que los que necesitó Víctor para batir su marca. «Es una pasada».
Para llevarse el título la de Cabezón tuvo que lidiar con una subcampeona que le llevó a un ritmo infernal durante las dos jornadas del torneo. «Le decía a Marta que lo sentía, que ojalá ella pudiera ganar también y compartir el premio, pero solo puede ganar una y me ha tocado a mí».
El triunfo de Bueno se suma al logrado hace apenas veinte días en el Regional disputado en La Cavada, lo que hace que vuelva a ganar un doblete ocho años después del último. «Este año estaba jugando muy bien, pero en el Regional ya vimos el nivel que había. En el de España con 150 te quedabas fuera, pero al final he sabido aguantar el ritmo de Marta y me ha salido todo».
El momento más critico del torneo llegó en la final, cuando tras una bola queda su siguiente lanzamiento se encontró un bolo en su camino. «Solo pensaba 'por favor, salta', donde fuera. Era clave, ella se hubiera puesto por delante. Solo quería que pasara».
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