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La gimnasia de Cantabria y la de Laredo en particular queda huérfana por el fallecimiento de Aldona Giriuniene (1951-2021, Vilnius. Lituania). El indiscutible legado que la entrenadora deja en el deporte de la región es la muestra inequívoca de que su aparición por estos ... lares en 1998 permitió transformar la práctica de la gimnasia y hacerla crecer hasta cotas insospechables por aquel entonces. Aldona Giriuniene falleció ayer a los 70 años en su ciudad natal de Vilnius, en Lituania, donde regresó hace poco más de tres años tras jubilarse como entrenadora de la escuela municipal de Laredo. Allí llegó hace 23 años, procedente del staff del equipo olímpico de la extinta Unión Soviética. Su pasión por la gimnasia, así como su talento para esta disciplina explotó definitivamente en su labor como técnica, una vez que se retiró como gimnasta. Criada y formada en la exigente escuela del Este trasladó buena parte de esa esencia y trabajo a lo que por aquel entonces eran tan solo los cimientos de un proyecto modesto y sencillo en el Ayuntamiento de Laredo. Años más tarde empujó a las gimnastas de la escuela a lograr tres medallas de plata y una de bronce en el campeonato de España de gimnasia de base. Se le resistió el puesto más alto del podio. Lugar que sí ocuparon sus 'niñas' en el Euskalgym, una cita de prestigio internacional, donde se colgaron un oro, tres platas y un bronce.
«Trajimos a Johan Cruyff a dirigir un equipo de playeros», recordaba con cariño y nostalgia ayer José Miguel Elu, el que fuera director de deportes del Ayuntamiento de Laredo a finales de los años noventa. Desde el consistorio pejino se llegó a hablar hasta con Arvydas Sabonis, mítico jugador de baloncesto de la URSS y que militó en el Real Madrid, para convencerla. Le gustó España, quería cambiar de aires y Laredo se cruzó por medio. Aceptó la propuesta.
Cogió la escuela en pañales y la transformó con su carácter y su incansable capacidad de trabajo. Pronto fue plasmando su impronta. Sus estudios de coreografía en Vilnius, su disciplina en el entrenamiento y esa inmejorable forma de tratar a las alumnas pronto se convirtió en un manual a seguir por el resto de entrenadoras e, incluso, por las rivales. Sus montajes especiales, esas músicas tan características y las elevaciones crearon un estilo tan propio que todo aquel que lo veía decía lo mismo. «Esto es de Aldona. Es muy de Aldona».
Su espíritu se podía sentir ayer en las voces entrecortadas de los que la conocieron y la recordaban tan presente. Su garra y coraje imponía respeto. Como el que infundió cuando apenas a los tres años de coger las riendas de la escuela de Laredo fue a competir a Vitoria y sus rivales no podían creer que Aldona Giriuniene fuera la entrenadora de contraria.
Vivió por y para la gimnasia y se instaló en Laredo como una pejina más, desde donde viajaba en verano a pasar las vacaciones a su Lituania. Pidió trabajar más con sus niñas de Laredo y se jubiló a los 67 años. Fue entonces cuando volvió a Vilnius para ayudar a su amiga y compañera Dalia en un objetivo común: hacer crecer una escuela de gimnasia, ¡como no! La fatalidad no le dio tregua y se la llevó antes de terminar un ejercicio más. Descanse en paz.
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