![Si Revilla está en el palco botará cuando se lo pidan](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201708/04/media/cortadas/EF0K8HV1-klf-U404955954787OH-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
![Si Revilla está en el palco botará cuando se lo pidan](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201708/04/media/cortadas/EF0K8HV1-klf-U404955954787OH-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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Miguel Rojo
Gijón
Viernes, 4 de agosto 2017, 18:41
Puede parecer fácil apuntarse a una fiesta y pasárselo bien, pero lo cierto es que el dominio de algunas claves básicas permite disfrutar al máximo de una experiencia como el Sella. Porque la fiesta de 'les piragües' es mucho más que una fiesta. Para algunos es una forma de vida, y además está ligada a la más íntima tradición asturiana. Cualquiera puede pasárselo bien en ella, pero este manual de instrucciones pretende ser una guía para vivirla al máximo. Sea como sea, disfrútelo, porque este finde llega el desparrame.
Empecemos por lo básico. A la fiesta se la llama directamante ‘les piragües’. Así, uno dice que va a ‘les piragües’ y no necesita más explicación. Quiere decir que desaparecerá hoy (viernes) de casa y no sabe cuándo volverá. También se aceptan los términos ‘Fiesta de las piraguas’, en castellano, o el Sella. El Descenso del Sella es la prueba deportiva en torno a la cual gira la fiesta, así que en el descenso participan los más de mil piragüistas, a bordo de unas 800 embarcaciones, distribuidas entre kayaks (K2 si van dos o K1 si va uno, con palas dobles) y canoas (C2 si van dos, C1 si va uno, con pala simple) y la categoría RR (kayak sin timón). Salen el sábado a mediodía desde el puente de Arriondas y llegan a Ribadesella. Lo digo porque, haga lo que haga usted a partir de ahora, no estaría mal ver, al menos una vez en la vida, la salida desde Arriondas y la llegada de Ribadesella.
Desde el miércoles empiezan a llegar al Oriente asturiano los grandes vividores del Sella, los que se pasan cinco o seis días de fiesta y dicen que será la última vez, pero nunca lo cumplen. Una fiesta de 'les Piragües' estándar podría ser como sigue: este viernes mismo ir hacia Arriondas y acampar en alguna de las zonas habilitadas con un grupo de amigotes. La multitud anima a la convivencia festiva. Súrtase de comida y bebida para ir tirando, y no se olvide el agua. Si piensa dormir, aunque sea una horas, lleve algo que le sirva como almohada y son recomendables tapones para los oídos. Disfrute de las barras en la calle, de los bares, de la sidra, de todo lo que quiera y, si lo estima necesario, duerma un poco, porque a las 10.30 horas estaría bien estar viendo el desfile por las calles de Arriondas. Para esa hora llegan los trenes selleros a Arriondas, desde Oviedo y desde Ribadesella. Si el presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla está en el palco de autoridades durante el desfile, que seguro estará, botará cuando se lo pidan. Hágalo. Y es una oportunidad única para ver a nuestros políticos con montera picona, chaleco y collar de flores, el uniforme oficial del Sella. Los sombreros de marcas comerciales, aunque quiten el sol, dicen los expertos que deberían abolirse. Llévelo si quiere, pero los clásicos le mirarán mal. Porque el Sella es más que una tradición, para los selleros auténticos es una religión instaurada por Dionisio de la Huerta y un grupo de amigos en 1929 y, si quiere vivir la fiesta y formar parte de ella, es mejor integrarse que conseguir que le miren como a un bicho raro. Después del desfile, a las 12, y este es el momento más espectacular de la jornada, se lee la salida en verso –la misma que leía el propio Dionisio con su voz quebrada– y el himno de Asturias, el ‘Asturias patria querida’, además del cañonazo de rigor –recuperado varios años después de que un ‘pequeño’ accidente volase parte de una casa en 1974 durante las fiestas del Carmen en Arriondas– darán la salida en el río a los palistas. Si a estas alturas no se le han puesto los pelos como escarpias es que aún no ha logrado vivir la fiesta. Pero puede seguir intentándolo en años venideros.
Ya hemos hablado de Dionisio, pero bueno es recordarlo de nuevo. Cerca del puente de Arriondas, en la plaza del Cañón, hay un busto en su honor. Su idea ha permitido a asturianos y veraneantes disfrutar del Sella durante 81 años, así que bien está reconocerle el mérito. Los Tritones lo hacen poniendo en su cuello collares de flores. Y cualquiera que escuche la salida en verso, debería tenerle en su memoria. Y esos que llamamos los Tritones son también idea suya. Un grupo folclórico que, desde Infiesto, aún no se ha perdido ni una sola edición. Pero hay que tener clara una cosa. Llevar un tridente y ponerse una camiseta no te convierte en tritón. Los Tritones tienen sus códigos de vestimenta y de comportamiento, sus reglas, sus canciones... Respetarles supone respetar la fiesta. Son los encargados de animar el desfile, se zambullen al agua antes de la salida y colaboran con la organización para que esta se produzca sin incidentes. Esto es, animan a los bañistas a despejar el río antes de las doce. Hágales caso cuando le pidan que salga del río, porque si no puede pasarle una piragua por encima. A su lado van en el desfile los Reyes de la Monarquía Asturiana. En concreto, Aurelio, Pelayo, Ordoño y Mauregato. Los Botijos, de Cangas de Onís, son otros de los clásicos en la fiesta. Su carroza suele ser de las más trangresoras, écheles un ojo, que lo mismo puede ver a veteranos disfrazados de vigilante de la playa que a señoritas con bigote. Después hay decenas de grupos de riosellanos y parragueses que disfrutan la fiesta a su manera. Los de Entaína (Ribadesella) y los Selleros (Arriondas) tampoco se pierden ni una edición. En el Sella se permite casi cualquier cosa, siempre que no se falte el respeto a nadie.
Bien. Las piraguas ya están en el agua, empieza la competición, dominada en los últimos años por el gallego Fiuza y el asturianp Bouzán, que aspiran a repetir triunfo por octava vez. No hay quien los gane, pero algún día llegará alguien que los destrone. Como le pasó al cántabro Julio Martínez, que ganó once ‘sellas’ con diferentes compañeros hasta que llegaron estos dos. Tardarán poco más de una hora en llegar a la meta riosellana, bajo el puente. El récord está en una hora, un minuto y catorce segundos. Muy difícil de batir a no ser que las aguas bajen tormentosas. Y un detalle, el río va hacia al mar, así que si está en Cangas de Onís, la carrera no pasa por allí. Sí, ya sé que es el Sella, pero es que todo lo que les estamos contando sucede río abajo. Si aclaramos esto es porque hay gente que ha preguntado. Las piraguas no pasan por debajo del puente romano.
Una vez salen las piraguas, si ha comprado billete, puede verlas bajar por el río desde el Tren Fluvial. Sale poco después de las piraguas (12.15 horas), así que hay que correr a la estación; el tren las alcanza y va parando en lugares estratégicos. Después llega a Ribadesella a tiempo para ver la llegada. También hay quien las sigue por la carretera, en moto, en bici o en coche, aunque esto último no asegura que se llegue a tiempo. Las medidas de seguridad actuales y los cortes de carretera no permiten hacer las locuras de hace décadas, cuando cualquier cacharro con ruedas servía para lanzarse hacia Ribadesella. Seguridad, ante todo. Otra opción, muy utilizada por los turistas, es bajar en piragua el río detrás de los que compiten. Hay decenas de empresas que ofrecen esta opción y, aunque quizás sea el día menos indicado para hacerlo por el montón de gente que se encontrará, si no tiene otro día, también se lo pasará bien. Cierre bien la cápsula que le dan para guardar la documentación, los euros y el móvil. Si no lo hace, se acordará para siempre del agua del Sella.
Pregunte a quien sea, o siga en directo la carrera. Pero entérese de quién gano. Si es joven, su madre o su padre se lo preguntarán cuando llegue a casa, pensando que solo ha ido a una carrera de piraguas. Si ya tiene una edad, entenderá que, además de la fiesta, es de ley reconocerles el mérito a los deportistas que logran los honores. Apláudales en la meta, abráceles si les ve por la calle. Después, la fiesta sigue en Ribadesella y Arriondas, todo el día. Toda la noche. En los campos de Oba, junto al río, hay comida de confraternización y bailes regionales. Las playas de Colunga, Caravia, Ribadesella, Llanes o Ribadedeva, no deje de visitarlas. Acabe la fiesta el domingo tomándose un vermú por la zona, visitando los Lagos de Covadonga o comiendo una fabada. No hay prisa por volver a casa, el caso es hacerlo de una pieza. «Y si luego, andando el tiempo, vamos al cura y nos casa, con los neños que tengamos vendremos a las Piraguas con los collares de flores y las monteras terciadas, que no hay fiesta más alegre ni más movida y galana ni con más bello paisaje ni esencia más asturiana» . Como se lo cuento.
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