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Con su forma de jugar, Seve cambió para siempre la historia del golf.
El golf no se olvida de Seve
GOLF

El golf no se olvida de Seve

Hace cinco años que falleció el genio de Pedreña, un mito al que todos los jugadores del planeta siguen recordando

Marco García Vidart

Sábado, 7 de mayo 2016, 09:32

Era un siete de mayo, igual que hoy. Y también era sábado. Aquel día del año 2011 el deporte mundial entornó los ojos por un mito. Y aunque se esperaba el fatal desenlace, no por ello dejó de doler. Mucho. Severiano Ballesteros, el hombre que cambió para siempre la historia de un deporte, fallecía ese 7 de mayo de 2011 en su casa de Pedreña a los 54 años tras perder el último partido de su vida contra un tumor cerebral. La noticia se convirtió en tema de portada en todos los medios de comunicación del mundo. Porque apenas había rincón del planeta en el que Seve no fuese conocido y querido. El deporte en general enmudeció de pena, pero el golf lloró a lágrima viva sin consuelo. Se había ido un genio irrepetible. De esos que nacen uno cada siglo, o quizás, solo una vez en la historia. Ese día, no hubo campo en el mundo en el que alguien, tras un buen golpe, no echase un ojo al cielo. Va por ti.

Han sido cinco años de recuerdos. De gestos y de pequeños homenajes al mito desaparecido. Una calle en Santander, la película sobre su vida, el nombre al aeropuerto de la capital cántabra... También la fundación que lleva su nombre ha organizado torneos a lo largo de estos años. Aunque todos los reconocimientos suenan a escasos en relación a la dimensión planetaria de la leyenda pedreñera. «A Severiano Ballesteros se le debe un gran homenaje», afirma Hilario Castanedo, presidente de la Federación Cántabra de Golf. «Pero es un problema de toda la vida en España, que no valoramos lo que tenemos». «En Inglaterra, Estados Unidos o Japón, países con mucha más cultura de golf que nosotros, Seve sigue siendo recordado y adorado. Es al golf lo que Elvis Presley fue a la música. Y eso no lo hemos potenciado en Cantabria. Santander tiene un proyecto de campo de golf, olvidado, en la zona de Rostrío. Y qué mejor reclamo que un campo con el nombre de Severiano Ballesteros».

Los que no han olvidado a Seve son sus compañeros. Los amigos que hizo en cientos de campos de todo el mundo. «Soy el sustituto del sustituto». Manuel Piñero será el capitán del equipo olímpico español de golf que participará en Río en una cita histórica para este deporte. Y Piñero, en la presentación de su capitanía el pasado mes de febrero, se emocionaba hasta las lágrimas. Manolo y Seve jugaron como pareja en la Copa del Mundo de 1976. «El capitán de este equipo tendría que haber sido Seve y, si no, Chema Olazábal, que por problemas físicos no puede estar». De ahí ser «el sustituto del sustituto». Aunque a su manera, Seve también será olímpico. Si el Comité Olímpico Internacional lo permite, los jugadores españoles portarán un distintivo de homenaje. «Algo pensaremos».

La leyenda de Seve sigue inmutable en el tiempo y lleva camino de convertirle en una suerte de santo al que encomendarse en un recorrido o en un golpe difícil. «Seve, ayúdame», musitaba la brasileña Victoria Lovelady el pasado 9 de abril por el campo de Pedreña para ganar la primera prueba del Santander Tour. Tras un eagle desde 50 metros en el hoyo 14, vista al cielo y un guiño con una sonrisa. «Gracias, Seve». Y eso que con apenas 30 años, apenas vio jugar al pedreñero. «Pedreña es especial: se respira golf del bueno. En este campo se forjó Severiano Ballesteros, el mejor jugador de Europa, y eso te inspira», relataba la madrileña Virginia Espejo, tercera clasificada. Parece que el recuerdo del genio en el lugar en el que se forjó convierte al Real Golf de Pedreña en una suerte de campo mágico en el que mejorar las tarjetas.

Desde aquel 7 de mayo de 2011, al deporte español le falta una de sus principales referencias. Uno de esos nombres imprescindibles. El hombre que puso a una pequeña localidad cántabra llamada Pedreña en el mapa golfístico mundial. Un lustro ya sin el jugador que ganó cinco grandes tres Abiertos Británicos y dos Masters de Augusta y que revolucionó la Ryder Cup. Pero sobre todo, sin el mago de los golpes imposibles. Esos que hacían gritar de incredulidad a los espectadores. Desde hace cinco años, el golf rememora cada día a uno de los más grandes. A un genio que nació y murió en Cantabria.

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