Secciones
Servicios
Destacamos
Más de siete años después de la desaparición del jugador, la figura de Modesto Cabello pervive en la memoria de las gentes de los bolos como una de las más oportunas referencias para establecer el mejor vínculo entre los bolos del siglo pasado con los ... de la época actual. El gran campeonísimo nos dejaba el 9 de noviembre de 2013 tras completar el periplo de 91 años de una vida entregada en cuerpo y alma a nuestro juego. Una vida que escribió una invicta pasión por los bolos, desde sus primeras experiencias en las viejas callejuelas de Maliaño que conocieron al crío inquieto y travieso que jugaba con piedras y botes, pasando luego por las vivencias que le permitieron conocer y reflejar sus ambiciones bolísticas en los ases del momento a quienes plantaba los bolos en la bolera cubierta de Charterina, para luego recrear sus hazañas durante las cuatro décadas en que vivió la competición desde lo más alto de la élite. Un compromiso que expresó inalterable hasta su último aliento, cuando en el hospital de Mompía sentía como las fuerzas le abandonaban, pero conservando la raza que le hacía interesarse por los detalles de la entrega del Premio Muslera. Y es que hasta su último respirar fue leal a la ilusión que significó toda su trayectoria vital.
La memoria de los bolos busca que perviva entre los aficionados la aportación de aquellos personajes cuya trascendencia les avala como excepcionales. La primera referencia de Modesto Cabello data de 1934, cuando, con sólo 12 años, se daba a conocer al ganar en Santander el concurso de la Feria de Muestras formando pareja con Adolfo Cavia. Entonces muchos ya supieron de aquel chavalín de Maliaño que apuntaba excelentes maneras en lo técnico, a la vez que ponía de manifiesto el precoz talento de una promesa que tenía madera de futuro campeón por la raza que para el juego denotaban las incipientes formas de su personalidad infantil. Pero entonces nadie podía sospechar que la estampa que les dejaba aquel primer triunfo apenas suponía el prólogo de la leyenda que se acabaría forjando en torno al jugador que iba a resultar muy excepcional. En lo deportivo su palmarés desborda lo espectacular. Su primer gran campeonato lo ganaba en 1942, cuando con sólo 20 años se imponía a las más grandes figuras del momento para alcanzar el que sería el primero de sus nueve Provinciales de Primera Categoría individual. Títulos a los que se sumarían cuatro Nacionales, un Provincial y Cinco nacionales de parejas jugando con Salas de compañero, además de nueve Ligas, tres Copas y cientos de triunfos en concursos por toda la geografía bolística, regional y nacional.
La memoria de los bolos hoy le sitúa en un lugar privilegiado cuando le presenta, junto con Joaquín Salas, Ramiro González y Manolo Escalante, formando la mejor cuadrilla de toda la historia bolística, la partidona de los cuatro colosos. Un jugador que se mantuvo con el mayor decoro en la alta competición hasta cumplidos los 64 años, pero que nunca dejó de tener el mejor protagonismo en el mundo de los bolos. Y es que, al margen del rastro de inmensidad que resulta de su trayectoria deportiva, su compromiso le llevó a legar a los bolos una impagable aportación literaria, publicando en 1993 el libro 'Mi paso por los bolos', obra a la que más tarde seguirían su 'Anecdotario bolístico', 'Los bolos, recuerdos y reflexiones' y la segunda parte de 'Mi paso por los bolos', además de incontables artículos y colaboraciones en los medios de comunicación. Presidente de la Casa de los Bolos en dos etapas diferentes, de 1979 a 1993 y entre 1997 y 2003, estuvo siempre presente en todos los foros de debate donde se discutía cualquier aspecto que tuviera relevancia o pudiera suponer una nueva oportunidad para poner en valor el juego de los bolos.
Una figura a veces controvertida en la bolera y con mucho carácter en los momentos de defender sus convicciones, como cuando estuvo siete años sin disputar la Liga para mostrar su rechazo a la sanción federativa que en la temporada de 1970 descendió de categoría a la peña de Las Higueras por no organizar una competición para juveniles. Ya han pasado más de siete años desde que se apagara la luz del último coloso, de aquel excepcional pulgarista y buen embocador que mostraba como principal valor de su juego un birle demoledor desde cualquier posición. Un campeón del que Fermín Sánchez, 'Pepe Montaña', escribió: «Todo él es vigor físico, vista, habilidad y gracia, que recuerda la estética de una escultura de la Grecia de las olimpiadas», cuando le vio en el tiro con aquel estilo tan particular y preciosista que muchos después quisieron imitar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.