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Unas exclamaciones de lo más sinceras dan idea de que la sorpresa que les tenían reservada les ha hecho mucha ilusión. En una pared del Vicente Trueba hay una foto enorme de ellas. En la imagen posan con el primer oro que consiguieron. 'Tricampeonas de España' se puede leer en esa imagen que ya formará parte para siempre del pabellón. Ese de nombre Vicente Trueba, el primer gran escalador del Tour de Francia. Y en cuya pared también hay otra pancarta de Quino Salvo, aquel entrenador de carácter que dejó una huella imborrable en Torrelavega. Desde el pasado martes, también están ellas. Ángela Sanz, Nadia Villalba, Paula García, Celia Fernández y María Torices.
«La cuarta medalla juntas...». María Torices relata la pequeña historia de cinco almas que ya son una desde 2017. «Nadia, Paula y yo llevamos juntas desde los ocho años. Dos años más tarde llegó Ángela, y dos años después, Celia». Cinco diamantes que sus entrenadoras -Beatriz Ruiz, María Pardo y María José Prado- han pulido hasta la excelencia. Campeonas en la categoría cadete en la Copa de España de 2018, ese mismo año ganaron la plata en el Campeonato de España. Desde 2019, ya en categoría juvenil, ven a los demás equipos desde lo más alto del podio. Oro nacional el pasado año y de nuevo, campeonas en este 2020, en el campeonato que se ha celebrado en Valencia.
La medalla de oro recién conseguida tiene igual valor que las otras. Pero también un poso extraño. Como casi todo lo que se rememore de este 2020, cuando el maldito coronavirus no sea más que un horrible recuerdo en la memoria. Primero, porque condicionó los entrenamientos. «Antes del confinamiento entrenábamos más», apunta Ángela Sanz. «Cuatro días a la semana, tres horas cada uno. Ahora también cuatro días, pero solo dos horas». En una temporada normal, había mil y una competiciones en las que intentar 'clavar' esos ejercicios que al común de los mortales le parecen imposibles. «Esta vez, directas al Campeonato de España desde el último entrenamiento», reconoce Celia Fernández.
Ya en Valencia, otra ración de situaciones extrañas. Porque en el Centro Nacional Colonial Sport no había público. Silencio. «Es distinto», afirman Nadia Villalba y Ángela Sanz. «No tenías la sensación de que era un Campeonato de España», recalca Paula García. La escenografía también era distinta, «porque lo que veíamos era a los jueces -menos de los habituales- y una pared», comenta Celia Fernández. Pero a la sensación lógica de echar en falta a familia y amigos en una competición así, se une otra cosa que para una gimnasta es importante. Por los gritos del público, se sabe cuándo un lanzamiento de uno de los distintos aparatos que manejan ha sido bueno o no. «Por los aplausos sabes si has hecho bien o no un lanzamiento, ya que a veces no ves dónde cae», añade Paula. Todas coinciden en que la presencia de público es lo que prefieren. «Porque se vuelca con nosotras y hace que te vengas arriba».
En medio de ese silencio, las cinco cintas de las juveniles de la EDM Torrelavega silbaron en el recinto del pabellón valenciano. «Odiamos las cintas», dicen todas a coro entre risas. «Se enredan, se anudan, se rompen...». El único aparato «que necesitas plancharlo», afirma Paula García. Cinco metros de tela cada una, «con lo que hay 25 metros en el ejercicio sobre el tapiz. Es difícil», recalca María Torices. Una de las cintas desobedeció un poco a su dueña al inicio del ejercicio, para caerse al suelo. Pero el resto de la actuación fue la que más gustó a los jueces. Su nota, 13,600, por delante de los 11,100 del Rítmica Vallecas -plata- y los 11,000 del Batistana de Tenerife.
Con edades que oscilan entre los 16 y los 17 años, las cinco amigas saben que su final como equipo está muy cerca. «Ya teníamos pensado dejarlo el pasado mes de abril», dice Paula. «Pero nos da una pena...», reconoce con pesar Nadia Villalba. Paula habla por todas al decir la única razón que a esas edades ya termina con un equipo de gimnasia. «Los estudios», reconoce. Y es que según se acerca la época en la que prepararse para una futura vida laboral, juntar a alguien de Torrelavega (Paula y Nadia), Beranga (Celia), Suances (María) y Boo de Piélagos (Ángela) es cada vez más difícil. «Y también nos duele todo», añade entre las risas de todas Ángela Sanz. «Tenemos condiciones, pero... También más dolores que cuando éramos pequeñas». María señala que «lo que antes hacíamos más fácil, siendo más flexibles, ahora...». Pero la edad también tiene sus ventajas. «Tenemos muchas más tablas», dice con rotundidad Nadia Villalba. «Sí, competimos mejor», recalca Paula García. La gimnasia engancha de tal manera que ninguna se ve, ya como exgimnasta, practicando otro deporte. «La mayoría de niñas que empiezan con tres años sigue hasta los 17», apunta Paula. «Nos gustaría seguir relacionadas con la gimnasia», admiten todas a la vez.
Las cinco no se atreven a ponerse fecha de caducidad. «¿Meses?», dicen todas entre risas. En enero, hay otro Campeonato de España. «Siempre decimos que el próximo es el último», destaca Paula García. Lo que todas tienen claro es que les gustaría «despedirse por todo lo alto. En un Campeonato de España. Y si puede ser con público, mejor». Aunque también surgen dudas. «Igual lo hacemos mal y no nos gustaría sentirnos así», comenta Nadia Villalba. Paula tiene su propia versión de ese momento. «Las medallas son algo secundario. Yo lo que quiero es retirarme satisfecha con lo que hemos hecho». Ocurra lo que ocurra con esa despedida, las cinco ya forman parte de la historia de la gimnasia cántabra. Su foto, con esas caras sonrientes iluminadas por su primer gran título, inspirará a cualquier pequeña que quiera dedicarse a este deporte. De ese tapiz en el Vicente Trueba ha salido un quinteto de leyenda.
Ante ese adiós más pronto que tarde del conjunto juvenil, la EDM Torrelavega ya cuenta con un conjunto que apunta maneras. Estibaliz Saiz, Julia Menéndez, Naiara González, Vania Suárez, Sofía González y Naiara Gómez se trajeron de Valencia un bronce en la categoría infantil. Su primera medalla como equipo. Las mayores son el ejemplo a seguir. «Coincidimos la mayoría de los días con ellas en los entrenamientos», reconocen. «Nos llevamos muy bien». Con edades comprendidas entre los 12 y los 13 años, para ellas también el Nacional de Valencia fue extraño. «Fue como un entrenamiento», afirman. «Es un silencio que relaja, pero que motiva un poco menos». Con público, los nervios «aumentan», pero también «motiva más». Hasta el próximo mes de enero son de categoría infantil, pero en abril ya se estrenarán como cadetes. «A intentar repetir este éxito el año que viene», añaden, en un deporte que requiere de «mucho trabajo».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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