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Una sala del hotel Estrella del Norte, en Isla, rebosa silencio. La concentración es máxima. En las mesas que los separan, varios contendientes están junto ... a tableros de ajedrez. Pero a poco que se observe, se aprecia que no es un campeonato sin más. En vez de un tablero son dos. Yen cuanto alguien mueve una ficha, dice el movimiento en voz alta para que su oponente lo sepa. A veces los dedos vuelan sobre el tablero. Como para refrendar una idea. El reloj, ese árbitro implacable en cualquier partida, sigue su curso para poner más presión a los oponentes, que en su mente, sin ver, imaginan cada próximo movimiento.
Isla acoge desde este pasado viernes y hasta el próximo jueves el Campeonato de España de ajedrez para personas invidentes o con deficiencias visuales, que ya cumple su edición número 32. «El ajedrez y el judo son los deportes que menos adaptaciones necesitan respecto a las personas que ven bien», señala Pablo Martínez, técnico de ajedrez de la Federación Española de Deportes para Ciegos (FEDC). «Las diferencias son el reloj y el tablero. El reloj es parlante. Se aprieta un botón y dice los tiempos que le quedan a cada ajedrecista. Yen el tablero, las casillas negras están un poco más elevadas. A la vez, las piezas negras tienen un pequeño clavo arriba para distinguirlas de las blancas. Todas las piezas tienen un vástago, una pequeña extensión en su base para encajarlas en los agujeros que hay en las casillas».
Uno de los 52 participantes en el Nacional de Isla es David Zanoletty, originario de Huelva pero afincado en Madrid. Todo un campeón de España, en 2012 en Valladolid. «En general, un jugador de ajedrez juega con el tablero en la cabeza. Pero las personas que ven tienen el refresco constante de las posiciones de las piezas», apunta. Ellos no. «Recordamos la posición en la que están todas las piezas, pero el cálculo de hacer líneas largas –el análisis de las posiciones–, cansa mucho. Se gasta mucha energía». En una partida del viernes, David se pasó cuatro horas frente al tablero, al que lleva siempre una tableta de chocolate para comer de cuando en vez una onza. «El cansancio mental hace que pierdas reflejos y ganas de pensar», incide. Además, está la dificultad de «consultar el material de estudio», aunque hay plataformas como Lichess que «es la que está más adaptada» y que facilitan el asunto.
Las pocas diferencias respecto a los ajedrecistas que ven normalmente se traducen en que hay torneos en los que conviven los jugadores. «Este año se ha hecho en España un torneo abierto, en el que los jugadores que ven que quieren participar deben hacerlo con antifaz. El torneo topo, se llama», reconoce divertido Martínez. En uno torneo oficial de carácter abierto, pueden coincidir jugadores que ven con los que tengan una deficiencia visual o que sean invidentes. «Y se tienen que adaptar. Más allá de que nos pongamos de acuerdo en hablar en el idioma oficial –el alemán– o en otro». Esas competiciones dan la opción de medirse a nombres ilustres del tablero, como el indio Lalit Babu, «con el que me enfrenté este año en Benasque», añade David. «Sabes que te va a ganar, pero te hace ilusión jugar contra él. Tiene un nivel altísimo».
El madrileño, cuya patología que sufre desde niño hace que vaya perdiendo cada vez más vista, viene de jugar con España el Mundial individual, el pasado octubre en Grecia. El nivel español «está bien», aunque los que mandan en esto son los países del este de Europa. Polonia, Serbia y Ucrania se repartieron los puestos del podio en el Mundial y en el pasado Europeo por equipos, con España cuarta en ambos casos. «En esos equipos hay jugadores incluso profesionales y hay grandes maestros, el mayor título, o maestros internacionales, el segundo más importante. En España no tenemos ese nivel».
Buen ambiente
El carácter amateur de este deporte en España hace que el buen ambiente prevalezca. Incluso jugadores que solo se ven una vez al año, en el Campeonato de España, hayan forjado una buena amistad. «Es un torneo que a todos nos gusta y en el que hay gente buena», admite Zanoletty, y en el que no hay más allá de alguna discusión por alguna posición de piezas. Eso sí, también hay medidas para evitar el 'dopaje', que en el ajedrez viene por la tecnología. «Como las partidas se retransmiten online, alguien de fuera puede pasarle la siguiente jugada a hacer al de dentro», señala Pablo Martínez. Así que en la sala están prohibidos los móviles y los relojes electrónicos.
Tableros de ajedrez, relojes, dos oponentes... Y concentración y esfuerzo sin límites. De Isla saldrá el campeón o campeona de España de este 2023 de un deporte con mínimas diferencias respecto al de los que pueden ver las piezas. El principal, ese esfuerzo de más, pero como el que deben hacer en casi todos los ámbitos de su vida. Porque en cuanto a pasión por el deporte de los 64 escaques, es exactamente la misma que la del mejor ajedrecista del mundo.
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Ana del Castillo
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