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Sin un entrenador que les acompañara todo el año. Sin psicólogos, médicos ni preparadores físicos y navegando las fiestas, sábados, domingos o después de trabajar. Hace 40 años esas eran las condiciones que debían afrontar los regatistas, cuando, en 1980, Alejandro 'Jan' Abascal ... (Santander, 1952) y Miguel Noguer (Barcelona, 1956) subieron a lo más alto del podio en la categoría Flying Dutchman de los Juegos Olímpicos de Moscú.
Aquel oro, del que ahora se cumplen cuatro décadas, era el primero para la delegación española desde Amsterdam 1928 y el primero de la historia para la vela nacional. En ese momento -29 de julio de 1980-, Jan y Miguel, Abascal y Noguer, marcaron un antes y un después en la historia del olimpismo español. «Para mí fue un momento muy importante. Entonces ganar una medalla de oro no era como ahora. Cuando ibas a los Juegos Olímpicos se pensaba en ganar un metal como mucho entre toda la delegación y solías volver sin nada. En estos momentos ya se desplazan con las apuestas por el número de medallas», explica Jan, el primer cántabro en subir a lo más alto de un podio olímpico de vela.
El metal se forjó a base de mucho trabajo y disciplina. «Fuimos varias veces a conocer el sitio en el que se iba a celebrar la prueba durante los cuatro años anteriores», añade. «Moscú me sirvió para resarcirme de los Juegos Olímpicos de Montreal'76. Aquella medalla en Tallin, de alguna manera, fue para vengar lo sucedido». La rotura de una cincha en su Flying Dutchman privó a Abascal -y al guipuzcoano José María Benavides- del oro en la ciudad canadiense. «Habíamos ganado tres de las siete regatas que se celebraron e incluso liderábamos la quinta prueba hasta que la avería nos dejó sin opciones». El séptimo puesto final supo a poco y Abascal se focalizó en su nueva oportunidad que tendría lugar en la capital estonia. En las aguas del Mar Báltico, santanderino y barcelonés completaron una excelente regata, con tres primeros puestos, un segundo y dos cuartos, que los envió directos al cajón más alto. Esta hazaña, unida a su trayectoria, motivó que Jan Abascal fuera el abanderado de los siguientes Juegos, en Los Ángeles en 1984.
El éxito de Abascal y Noguer -que han celebrado el aniversario con una cena- constituyó un punto de inflexión en el deporte olímpico español. A partir de ahí se empezó a trabajar por y para el deporte y los deportistas olímpicos. «En cierta medida nosotros fuimos quienes les hicimos ver a todos que se podía ganar un oro y que no era algo inalcanzable», reflexiona Jan.
Desde entonces, «en vela se han ganado un total de trece medallas, lo que hace que sea el deporte español que más metales ha conseguido y, de alguna manera, es porque se trabajó muy bien en la Federación Española con un modelo que ha demostrado su efectividad».
Su hito «tuvo mucha repercusión porque fue el primero». No obstante, a título personal «me cambió la vida muy poco realmente», explica el hijo del carpintero de ribera que construía barcos en San Martín, «aunque tengo que reconocer que es un crédito que siempre conservas y que hace que te respeten mucho más».
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