De Ibiza a Formentera a golpe de brazada
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El cántabro Óscar Delgado afronta mañana una de las travesías más exigentes de Europa, con 30 kilómetros en los que el viento y las corrientes convierten la prueba «en un reto que asusta»Secciones
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El cántabro Óscar Delgado afronta mañana una de las travesías más exigentes de Europa, con 30 kilómetros en los que el viento y las corrientes convierten la prueba «en un reto que asusta»Para Óscar Delgado Oyarbide (Santander, 1972) un reto es aquello que no tiene muy claro poder conseguir. «Tengo mis dudas», contesta a dos días de zambullirse en la playa de Santa Eularia del Río, uno de los municipios más extensos de la isla de Ibiza, ... con la intención de salir en la playa de Es Pujols, en la isla vecina de Formentera. «Es la mayor aventura que me he propuesto nunca», añade. Se trata de treinta kilómetros de travesía a nado uniendo las dos islas, ese trazado tan turístico que cada día completan todo tipo de embarcaciones, pero que esta plagado de trampas. «Es un trayecto donde las corrientes son muy variables y muy complicadas. El éxito o el fracaso depende en buena parte del día que salga», explica este ingeniero técnico de Solvay, que se disfraza de nadador a tiempo parcial. En realidad Delgado es nadador antes que ingeniero. La vocación por la ingeniería le llegó después de darse cuenta de que tenía un sentimiento acuático muy agudo. «Empecé a nadar a los seis años. Y de una u otra manera no he salido del agua».
El cántabro ha tocado todos los palos, pero un buen día se dijo: «Necesito hacer algo que me asuste». Y lo encontró. Mañana a las 7.30 horas se tirará al agua junto a otros 18 nadadores previamente elegidos y supervivientes de una selección previa. No puede participar quien quiera, «se necesitan unos puntos y unos requisitos». La cita se llama Travesía Ultraswing Ibiza-Formentera y la prueba de la dificultad y exigencia de la misma es que en 2023 la acabaron tan solo tres participantes y en 2022, únicamente dos. «Es sin duda una travesía muy difícil. La gente muy buena que la ha hecho y con la que he hablado –algunos de ellos ya han completado el Canal de la Mancha, por ejemplo– me ha dicho que es más exigente», explica Delgado, quien apura la preparación final para estar a punto. El llamado 'tapering', o preparación del cuerpo para el desgaste que le espera. Aunque en realidad lo que es digno de resaltar es cómo se puede entrenar algo así a tiempo parcial. «Bueno, no soy el único. A los que nos gusta esto sabemos que es así; salgo a las 17.00 horas de trabajar y encajo los entrenamientos. En piscina, sobre todo en invierno por la luz y el frío del agua; y en la mar, cuando se puede».
Alrededor de seis sesiones a la semana, pero también las hay de siete. Pleno. Una medida de 120 kilómetros semanales y una dedicación exhaustiva a la nutrición y a la recuperación. «De joven fui a EE UU y allí seguí nadando y también me hice entrenador, así que pongo en práctica lo que sé conmigo mismo», señala.
Mañana estará acompañado de una embarcación personal, como los 18 compañeros de locura. Será su ángel de la guarda. «Es fundamental conocerse y cumplir con el plan; hay que llevar un ritmo mínimo porque la organización tiene tres pasos intermedios que si no los cruzas en un tiempo establecido, te descalifican», cuenta Delgado, que tiene claro cómo va a afrontar la aventura. «No puedes pasarte porque lo pagas y no puedes relajarte, porque te echan;llevaré un ritmo por debajo de 20 minutos el kilómetro y a ver si las condiciones de la mar nos dejan cumplir». Delgado le dará una 'chuleta' al patrón donde tendrá apuntada su alimentación específica, su gel energético cada 50 minutos y todo lo que ha entrenado al dedillo. Su reloj computador en la muñeca será el guía y miles y miles de brazadas su vehículo. Y entre tanto, crema especial para las medusas. Todo un reto repleto de trampas para completar una quijotada más de este intrépido deportista.
Actualmente está inmerso en la llamada Triple Corona de las Islas Atlánticas, otro reto que consiste en completar una travesía de alta exigencia al año de manera consecutiva en las Ría Baixas de Galicia. Lleva dos, le queda 2024 y se coronará. Allí nadaron «muy cerca de ballenas orcas y mañana quién sabe».
Para preparar esta travesía, el cántabro ha hecho piña con vascos y asturianos con quienes mañana se verá en la playa de Santa Eularia. «Han sido fines de semana de equipo. Unas veces íbamos a la playa de La Franca, otras venían ellos a la zona de la Costa Quebrada, un lugar intermedio. Nos lo hemos montado bien», recuerda no sin olvidar el sacrificio que les ha costado a todos.
Atrás quedan sus múltiples competiciones en categorías de base, sus medallas y récords en categorías máster o incluso sus pinitos en el triatlón –con un Ironman, el de Vitoria, a sus espaldas–. «Esto es otra historia», matiza. Ayer las predicciones apuntaban a que el viento soplará con una fuerza de trece nudos y lateral. «Va a ser duro, pero lo veo posible. A por el éxito, no veo otra palabra», confesaba el protagonista de esta historia, mientras se afanaba en no olvidarse nada de sus aperos de trabajo antes de partir para Ibiza.
En su cabeza no hay otra cosa que arribar a la costa de Formentera donde su pareja, Carla, estará esperándole. Sus dos hijos, Emma y Marco, ya conocen al 'papi' y de lo que es capaz. «Tengo ganas de verlos a todos y disfrutar al acabar. «Y de llegar a la playa y dar un abrazo a alguno de los compañeros que hayan tenido la misma suerte que yo». El espíritu y la esencia de siempre que no falte.
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