Secciones
Servicios
Destacamos
Después de que en la primera parte del siglo pasado, hasta que llegaron las federaciones en 1941, la actividad bolística en lo fundamental dependiera de la voluntad de los taberneros que explotaban las boleras como un elemento más del negocio, la irrupción del fenómeno Ramiro ... González a principios de los cincuenta, y sus aplastantes exhibiciones en la disputa de los títulos provinciales y Nacionales de la primera mitad de aquella década, trajo como derivada la explosión que revolucionó el mundo de los bolos y le hizo tomar conciencia de la oportunidad de construir agrupaciones que, empezando a entender los bolos como un deporte, promovieran y cuidaran hasta el mínimo detalle la organización y puesta en escena de los campeonatos oficiales. Eran los tiempos en que la ilusión se desbordaba hasta el extremo de que en los foros más osados se hablaba de la posibilidad de montar un torneo de liga a imagen y semejanza de la del fútbol. Aquel calentón bolístico resultaba providencial para que las gentes de los bolos se animaran a sumar sus inquietudes formando nuevas peñas.
Así nació la icónica Peña Telesforo Mallavia, constituida el 8 de julio de 1957 en el barrio de La Llama de Torrelavega, con José Collado Soto como primer presidente y con su declaración de intenciones plasmada en el acta fundacional que contaba que «la peña nacía para honrar la memoria de Telesforo Mallavia Ortíz, y para contribuir al mayor auge del juego, cuidando especialmente de la formación y estímulo de los jugadores infantiles». El primer acuerdo de su junta directiva fue dotar de graderío la bolera principal, obra inaugurada el 18 de Mayo de 1958, unos días antes de que arrancara la primera liga de bolos, donde la peña consiguió el quinto puesto compitiendo con Cianín, Toñín Gándara, Peña, Pedregal, Concha, Forín y el asturiano Antonio Sánchez. Esa misma temporada los dinámicos directivos de la Mallavia aceptaban afrontar el desafío que les planteaba la federación cántabra para organizar el primer campeonato provincial que se tiraba desde 16 y 18 metros, y que ganaba Ramiro.
Una prueba superada con el éxito que llevó a la federación española a delegar en su bolera la disputa del campeonato Nacional del año siguiente. En la competición doméstica la fiabilidad de sus partidas les lleva a ser subcampeones de liga en 1960 y 1961, y es el año siguiente cuando la cuadrilla formada por Toñín Gándara, Joaquín Peña, Antonio Sánchez y el chaval de Quijano, Miguelín Pérez, consigue para la peña su primer título oficial tras ganar a La Carmencita la final de la primera edición de la copa de Cantabria que se jugaba en la vieja bolera de Cuatro Caminos.
Un triunfo que abría un palmarés que se aventuraba muy afortunado, pero que de la manera más inexplicable, tras 32 años de recorrido se cerró con solo dos triunfos en la copa, y la fatalidad de 13 subcampeonatos: 8 de liga, 3 de copa Cantabria y 2 del Nacional de peñas. Parece que la Peña Mallavia vivió marcada por alguna perversa maldición, porque en tres ocasiones en los años sesenta, las tres frente a la gloriosa partidona de Las Higueras, quedaron segundos igualados a puntos, perdiendo el título sólo por la diferencia de chicos a favor de los colosos Salas, Cabello, Ramiro, Escalante y Lin. Eran los tiempos en que la Peña Mallavia hacia honor a sus principios fundacionales cuando ya había incorporado a su partida a jóvenes jugadores como Ingelmo, Lilis Mallavia y Pachín, todos formados en su cantera.
De nuevo subcampeones en 1969, la siguiente temporada traía malos momentos para las gentes de La Llama. Lo que entendieron como un agravio federativo levantaba en armas a su masa social al conocer las sanciones tras un lío acontecido en su bolera cuando se enfrentaban a la Peña Buelna. El pasteleo federativo provocaba su retirada de la competición y la laguna de dos años sin disputar la liga. Enfriados los ánimos vuelven a competir en 1972 de la mano del presidente Tomás Berrazueta, retornando a la élite con la partida que formaron Mauricio Hidalgo, Juanjo Hernández y la agradable distinción que suponía la participación de tres jugadores con la denominación de origen del apellido Mallavia: Arturín, José Antonio y Roberto. La llegada de Ramón González en 1979 iba a marcar el inicio de una nueva etapa donde la peña volvía a ganar la Copa Cantabria, jugando con Quintana, Eduardo, Ramiro, Cabello y Clemente Ceballos. Una etapa donde la posterior aportación de Marcos, Calixto, Linares, Ceballos, Santos y Jesús Ferrer no alcanzaba para ganar el título de liga, dejando en La Llama los subcampeonatos de 1981 y 1982, y la satisfacción de los dos campeonatos nacionales de parejas de Marcos y Calixto.
En 1983 vuelven a posiciones moderadas salvando la promoción ante Queveda jugando con Linares, Pinta, Santos y Emilio. Y tres años después su bolera acoge el último campeonato regional jugado en horario matinal, pero el brillo que respiraban en lo institucional lo empañaba el descenso de categoría que aceptaban con la deportividad de quienes volvían a hacer honor a sus principios fundacionales asumiendo el riesgo de dar la alternativa de una tacada a todas las promesas de su cantera: Juan Carlos Villalba, Luis Ángel Mosquera, Emilio López Marcano, y José Luis Mallavia, debutante en la gran liga con 16 años.
Las penurias deportivas se acababan con el ascenso a la máxima categoría en 1989, donde la Peña Mallavia cerraba el año siguiente su trayectoria vital con el notable quinto puesto que alcanzaba la partida que integraban Emilio García, Paqui González, Telmo, Javi González y Rugarcía. En ese momento, conocida la desaparición de la catedral de La Llama la junta directiva no pudo más y renunciaba definitivamente a dar continuidad a la peña que se distingue entre los grandes iconos de la historia bolística.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.