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No se ha llegado al caso de esa consabida pregunta que se puede aplicar a varias profesiones, y que en este caso diría '¿hay ... algún árbitro entre el público?'. Pero un problema puntual y para el que se trabaja para poner solución cuanto antes, ha marcado el inicio de la temporada en el voleibol cántabro. En algún partido, no ha habido colegiado y alguien del club que ejercía como local se ha tenido que subir a la silla para impartir justicia, con la sensación de que algo raro pasa que ello conlleva.
El Esvol, un club de Santander, lo ha sufrido un par de veces esta temporada, con uno de sus equipos cadetes femeninos. Y de forma consecutiva «Aunque en la segunda, el árbitro faltó porque le habían robado el móvil y no tenía forma de avisar», señala Eva María Fernández, presidenta del club, justificando esa ausencia. En la primera jornada, el colegiado no acudió al partido que las cadetes de su club jugaban en Cabezón de la Sal. «El problema es que la Federación Cántabra no tiene suficientes árbitros», explica. «Y lo ha comunicado a los clubes a toro pasado. Nos ha dicho que cuando pase, que el equipo local busque a alguien para arbitrar. Pero pitar y hacer el acta... No todo el mundo sabe».
A juicio de Fernández, la Cántabra hubiese tenido que «comunicarlo antes y tomar cartas en el asunto. Haberlo anticipado, porque creo que esto da mala imagen». Una opción hubiese sido «retrasar» el inicio de temporada. «O que compitamos también cuando no haya colegio».
Fernández, que preside un club con 210 jugadores y «14 o 15 equipos», cree que el problema de la falta de colegiados, algo que «nunca» había ocurrido en el voley regional, es «transitorio». Pero si el problema se repite, «es algo incómodo para las niñas y para el equipo de casa».
Desde la Federación Cántabra apuntan a varios factores para que haya menos colegiados. Varias personas que arbitraban se han marchado a estudiar fuera y además, «ha aumentado el número de equipos», señala José Ignacio Marcos, presidente de la Cántabra desde el mes de mayo y que tiene la intención de ser un presidente interino, hasta que lo deje tras las próximas elecciones que quiere convocar en enero de 2024, año olímpico. Además, la federación «no ha cobrado» la subvención del Gobierno regional y por eso, hay árbitros a los que «se les debe dinero» de la temporada pasada -se les suele pagar en agosto-. Los emolumentos van desde los 15 euros por estar en la mesa de un partido de Segunda División a los 55 por ejercer de segundo árbitro en un encuentro de Superliga 2. En un partido de cadetes, el colegiado percibe 30 euros.
La Cántabra intenta remediar el problema, aunque añade que ha habido que «inventar» eso de que arbitre alguien del equipo local. «Acabamos de hacer un curso y vamos a hacer más», añade Marcos. «Duran una tarde y luego hay una parte práctica. Casi todos los interesados son jugadores, por lo que el reglamento lo saben. No estamos para elegir». Para el próximo curso ya hay diez inscritos.
Con cuatro árbitros y tres anotadores de categoría nacional y 57 licencias escolares, desde la Cántabra se señala que «los 57 partidos de este fin de semana, todos con árbitro», menos uno, ya que se solicitó jugar el viernes a las 21.00 horas y a esa hora no había ninguno disponible.
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