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Jon Míguez nunca ha peleado un martes. Su rutina para por los entrenamientos, las clases que imparte en el gimnasio, su familia y su hijo recién nacido. Pero el próximo martes, último día de octubre, será diferente. Jon 'Good Boy' estará en Laval (Francia) con las manos enguantadas para buscar ante Jordy Weiss el cinturón europeo del peso wélter. Se conocen bien. Ya se enfrentaron este año, también en casa del galo, en un combate que terminó nulo. Aquella velada fue extraña no por la fecha, sino porque no hubo control antidopaje. Y más extraño aún: la EBU miró hacia otro lado. Esta vez el equipo cántabro viaja prevenido, pero a la expectativa de lo que se podrá encontrar.
«La verdad es que ya no sé de quien fue la culpa, pero no hubo control. El día anterior su equipo quería ya que firmáramos en papel diciendo que estábamos de acuerdo. No quisimos, pero de todas formas no hubo. Eso en un Campeonato de Europa es muy raro, porque con un título en juego siempre tiene que haber control. Hay unas reglas y marcan que tiene que haberlo. No sé por qué la EBU no ha hecho nada. No tengo ni idea», explica el castreño.
Míguez sabe que el factor cancha juega en su contra. No solo por el apoyo del público, que también, y todas las connotaciones que tendrá a favor un Weiss que combate en su ciudad. También por el temor a que los jueces se inclinen, en caso de combate igualado, por el de casa: «Por lo general en casa del rival tienes que dar un plus; marcar más la diferencia. ¿Los jueces? Sí puede ser que en peleas parejas tiren para el de casa».
Aun así se ve favorito o, al menos, con opciones de regresar a Castro con el cinturón. Ya conoce a su adversario, ya le forzó un nulo en unas condiciones muy adversas y ahora sabe lo que se va a encontrar. «Siempre que voy a pelear en mi cabeza está ganar. Si no, no voy. La primera vez estaba muy bien preparado, pero hicimos las cosas un poco a lo loco, sin tener la cabeza fría. Quería ir siempre a por él y eso me hizo cometer errores en los que hemos trabajado. Creo que llego mejor que en la primera pelea», explica Míguez.
Le queda la duda de qué hubiera pasado en Castro. O en Santander. O en Bilbao. Pero su promotora no pudo competir con la bolsa local. «En casa -jueces aparte- la gente te da ese empujoncito y te ayuda a sacar eso que te queda», reflexiona, pero «cuesta traer un campeonato. Es muy complicado, y más si al final el pabellón no se llena. Haría falta un poco más de apoyo para poder traer estas peleas a casa o al menos cerca, a tu país, porque eso supone un plus y claro que ayuda».
Su estrategia, o lo que quiere desvelar de ella, será diferente a la del primer combate: «No tengo que ir a lo loco, sino boxear bien en la media distancia. Así, a la larga, creo que le puedo hacer daño, pero es un boxeador técnico, rápido y que sabe moverse. Ya sabemos a dónde vamos y contra quién peleamos y hemos intentado corregir los fallos de la primera pelea».
Mañana, el cántabro y su equipo parten hacia Laval con la idea de perder los últimos gramos ya en Francia antes del pesaje del lunes. El martes le espera el combate más importante de su carrera, como lo fue el anterior hasta que el asunto se quedó en standby. El resultado condicionará el futuro de Míguez, que hasta su regreso de Francia no ha podido hacer nuevos planes. Dependerán de cómo regrese. «Ahora, solo pienso en el martes. Si se gana, bien. Y si no, habrá que seguir luchando para escalar puestos otra vez». Pero en la cabeza de Jon 'Good Boy' Míguez solo hay una fijación: regresar a casa como campeón de Europa.
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